En un canal de Youtube, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que subía videos una chica de las de móvil prehistórico, internet lentium y sistema operativo que apenas servía para operar. Tenía en su casa una nana que pasaba de los cuarenta, unos padres que no llegaban a los cincuenta, y un hermano "niño rata" que la apoyaba grabando y editando los videos de ella.
Bordeaba la edad de nuestra youtuber por los quince años; era de complexión delgada, con más maquillaje que cara, gran noctámbula y amiga de la web. Usaba vestido desteñido, calzas de hoyos disimulados y zapatillas de "esas son Ribuc o son Naic", y los fines de semana se honraba con las subidas de videos a su canal.
Tenía el sobrenombre de Princesa, o Princesa a Caballo, que en esto hay alguna diferencia en los youtuber que de esta chica creepypasta hacen; aunque, por conjeturas verosímiles, se deja entender que se apodaba La Princesa a Caballo. Pero esto importa poco a nuestro cuento; basta que en la narración de ella no se salga un punto de la verdad.
Es de saber que esta sobredicha youtuber los ratos que estaba ociosa, que eran los más del año, se daba a ver películas de princesas con tanta afición y gusto que olvidó casi de todo punto el estudio de la escuela. Y llegó a tanto su curiosidad y desatino en esto, que vendió muchos tabletones en su colegio para comprar películas de princesas y entradas de cine donde se las podía ver, y así, llevó a su casa todas cuantas pudo haber de ellas.
Con estas razones perdía la pobre youtuber el juicio y se desvelaba por entenderlas y desentrañarles el sentido, que no se lo sacara ni las entendiera el mismo Walt Disney si resucitara para sólo ello.
En resolución, ella se enfrascó tanto en sus películas que se le pasaban las noches viéndolas de anochecer a amanecer y los días de mañana a tarde. Y, así, del poco dormir y de mucho ver películas se le secó el cerebro de manera que vino a perder el juicio. Se llenó con la fantasía de todo aquello que veía en las películas, así de encantamientos como de romances; y se le asentó de tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de aquellas sonadas soñadas invenciones que veía, que para ella no había otra historia más cierta en el mundo.
En efecto, rematado ya su juicio, vino a dar en el más extraño pensamiento que jamás dio loca en el mundo; y fue que le pareció convenible y necesario, así para el aumento de su honra como para su estirpe, hacerse princesa, pero a caballo, e irse por todo el mundo real y de la web con su nobleza y caballo a buscar las aventuras y a ejercitarse en todo aquello que ella había visto que las princesas se ejercitaban.
Pero, a diferencia de sus referentes, quería inaugurar un nuevo reinado y linaje, las princesas a caballo, que no buscaban ser rescatadas por el príncipe azul ni sometidas a las envidias y hechicerías de las brujas, sino ser ella la que se protegiera y las venciera como una luchadora. En lo global, su lema era "proteger al mundo de los males del mundo".
Lo primero que hizo fue limpiar unos vestidos que habían sido de sus bisabuelas, que, tomadas de orín y llenas de moho, largos años había que estaban puestas y olvidadas en un rincón. Las limpió y aderezó lo mejor que pudo, pero vio que tenían una gran falta, y era que no tenían adornos ni brillantes, sino un descolorido y golpeado género. Pero no le importó, para ella bastaba con unos pocos stickers, chapitas y cuentas que serían el símbolo de las princesas a caballo.
Luego tuvo la necesidad de tener un caballo, ¿sino cómo podría trasladarse por las tierras de su nuevo reinado? Buscó en el baúl de los juguetes de ella y su hermano, y halló un montón de maltratados cachivaches. Autos, muñecas, Pokemones y princesas, pero separado su palo y su cabeza, por fin encontró a su caballo. El palo, maltratado y descolorido, para ella fue el cuerpo más espléndido de caballo que jamás hubo en la Tierra una vez que lo unió con su cabeza. Esta última le pareció cabeza más hermosa y noble, crin espectacular, ojos sentimentales y valerosos, y hocico con dentadura fina y aliento a goma de mascar (que en realidad era la olorosa tierra, humedad y guardado).
Cuatro días se le pasaron en imaginar qué nombre le pondría; porque, según se decía ella a sí misma, no era razón que caballo de princesa tan famosa, y tan bueno el caballo de por sí, estuviese sin nombre conocido. De esta forma, procuraba acomodársele de manera que declarase quién había sido antes que fuese de Princesa a Caballo y lo que era entonces. Después de muchos nombres que formó, borró y quitó en su memoria e imaginación, al fin le vino a llamar My Little Horse, o abreviado como MLH, pues así era más corto y acorde a la moda de los nombres de internet. Esto daba cuenta de su anterior estado, un pequeño caballo, y del nuevo, My Little Horse, que ya estaba en la lengua que se conoce en el reinado global de sus nuevas tierras.
Puesto nombre tan a su gusto a su caballo, quiso ponérsele a sí misma y en este pensamiento duró otros ocho días, y al cabo se vino a llamar Princesa a Caballo. Puesto que princesas hay muchas, que en realidad eran en las películas pero que ella creía que en toda patria existían, no le bastó con llamarse Princesa a secas, sino a Caballo, ya que era la iniciadora de esta nueva nobleza que pretendía reinar desde donde el sol se levantaba y donde el sol se dormía y que con su caballo recorrería.
"Arreglado" su vestido, puesto nombre a su caballo y confirmándose a sí misma, se dio a entender que no le faltaba otra cosa sino tener un castillo del cual fuera reconocida por sus súbditos. Lo normal sería tener a su príncipe pero no, este linaje no los necesitaba sino solo un castillo.
—¿Dónde será que moraré y me dirigiré a toda mi servidumbre, todos mis súbditos y sobretodo a mis admiradoras y admiradores?
Le vino el caso que por pretender recorrer el mundo no le sería necesario un castillo para morar, mas sí para dirigirse a toda la humanidad. Contemporánea, moderna y actualizada por su nuevo linaje que nada debía a los comunes que, restringidos por sus tradiciones, debían respetar siempre sus costumbres, abrió apresuradamente su canal de Youtube, el nuevo castillo que en su mente realmente existía y era tal en las nubes, tanto de sus pocos sesos como de la llamada internet.
Como poco sabía de grabar videos puesto que solo se dedicaba a verlos, Sir Rata, que fue el nombre noble que le dio a su hermano, le ayudó a grabarla. Jocoso y atolondrado por la risa de escuchar a su hermana nombrándole de tal forma, no le importó el perjurio que le significaría si todos se enterasen de este nuevo título que detentaba, procedió a grabarla.
—Soy La Princesa a Caballo, vuestra nueva señora. Gobernadora de la web, del globo terráqueo, del globo aerostático, de los mares que en la web se navegan y en la tierra mojada me dejan. Acechadora de los malvados, de los príncipes jamás resignada me hallo, ahora comienzo mi reinado. No teméis, comunicados os tendré. Solo vengan a mi castillo de la web, que jamás prohibido estéis de visitarlo y comentadme pues, que os parece este. Mis aventuras comenzaré y, prontamente, de ellas sabréis. Aloja-Miento. Recuerden esto último, será la señal y despedida de todos quienes se sientan de mi reinado, mis queridas y queridos amigazos. ¡Aloja-Miento!
Y así fue como se dio inicio al canal homónimo al nuevo nombre de esta peculiar chica, que es muy altamente probable que ya conozcas pero que en estas líneas podrás saber lo que ya sabes y muchas más cosas.

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La Princesa a Caballo. Desventuras de una youtuber
Adventure¡Una nueva realeza se ha iniciado! Pareciera que en pleno siglo XXI no habría sitial para una monarquía nueva, pero no. La Princesa a Caballo inicia el linaje del mismo nombre y se arroja a las desventuras de su nueva faceta, comunicándose con sus s...