c i n c o.

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Ya habían llegado los ansiados nueve meses de larga y casi eterna espera.

Aquel fue el día más feliz en toda la existencia de Stiles Stilinski, basada en largos diecisiete años.

Fue entre los momentos en los que la rubia fresa y su mejor amigo avanzaban tranquilamente por entre los árboles del bosque.

— Stiles— lo llamó.

— ¿Sí?— respondió él con una sonrisa. Ella paró en seco su paseo y Stiles la observó, estaba luchando por contener las lagrimas.

— Estoy nerviosa. Me siento sola en esto. Embarazada de un idiota, sin dinero para mantenerlo, con rechazo de mi mamá por tener una madre adolescente como hija. Soy un total desastre. Y si este niño no es feliz, si prefiere otra mamá... No lo soportaría. No soportaría que me abandonaran...— hizo un gesto de disgusto— otra vez.

Stiles, sin pensarlo durante mucho tiempo, atrajo a Lydia hacia sí para envolverla en un tierno abrazo que claramente necesitaba. Notó como pequeñas gotitas mojaban su camiseta, pero no le importó; le acarició el cabello con delicadeza y apoyó su barbilla sobre la cabeza de la chica hasta que su respiración se calmó y se separó de Stiles para sonreírle tímidamente. Estaba mejor. Y a Stiles le parecía el mejor momento para abrir aquel miedoso corazón y librarle la verdad.

Tomó sus mejillas con delicadeza, obligándole a mirarlo. Su corazón tembló.

— Lydia Martin, estoy locamente enamorado de ti desde los ocho años. Mi vida se iría a la mierda si te pasara algo. Cualquier cosa. No puedo imaginar una vida sin que tú seas parte: sea como la chica que se hacía la tonta, pero que era la más inteligente; sea como mi mejor amiga; sea como la chica valiente y decidida que tengo frente a mí; sea lo que sea. Jamás estarás sola, porque me parece el mejor momento para que sepas que...

Stiles no pudo seguir hablando, Lydia unía sus labios con los suyos como si fuera un dulce tesoro que estaba guardando y protegiendo para él. El chico se sorprendió, mientras que ella se dejó llevar. Al cabo de un momento, Stiles reaccionó y llevó sus manos nada más y nada menos que al vientre crecido de Lyds, acariciando muy delicadamente con sus pulgares al notorio bebé que cargaba en su interior. Lydia tomó eso como el gesto más lindo y sonrió sin poder evitarlo. Cuando la necesidad de aire se hizo presente, Stiles separó sus labios con el deseo de querer unirlos nuevamente. Pero no lo hizo. La miró con una sonrisa que jamás podría escaparse de su rostro.

— ¿Para que sepa que...?— bromeó Lyds con una sonrisa tímida.

— Para que sepas que te amo— terminó Stiles sin miedo—. No te das una idea de lo mucho que he esperado por algo así.

Lyds sonrió y acarició el cabello descontrolado del chico.

— Tú no te das una idea de lo que he esperado para hacerlo.

— Mhm, ¿dos días?

Lydia sonrió, negando. — Desde que me enseñaste lo que era enamorarse de verdad— susurró. Stiles sonrió sin poder evitarlo y se acercó más a ella para volver a besarla.

Y justo minutos después de miradas llenas de enamoramiento profundo, besos dulces y palabras mudas, el pequeño niño interrumpió la situación para notificar que llegaba al mundo.

Nervios. Nervios por doquier.

Once upon a time | StydiaUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum