(Segundo libro de Choose me)
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― ¿Esto se acabó?― Pregunté, al borde de que mi voz se quebrará.
― Sí, lo nuestro termino.
Respondió él y yo con lágrimas en mis ojos, me doy...
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Capítulo extra IV| No soy un héroe, pero quiero serlo para ellos.
Cinco años más tarde.
Melanie.
Llevo más de diez minutos despierta, acomodo mi cabeza sobre su pecho y James me da un beso dulce en mi cabeza. Cada vez que mi esposo muestra su lado cariñoso y dulce hace que mi corazón se descontrole, es el lado que más amo de él.
Me acurrucó contra él, logro escuchar sus latidos mientras sigue acariciando mi cabello haciéndome sonreír como una tonta enamorada. Cierro los ojos un momento para disfrutar sus caricias, me siento tan tranquila estando así con él.
De pronto James se separa de mi a lo que me quejo. Su cálido aliento choca contra mi cara y sus labios rozan mi mejilla. Su mano se desliza bajo mi brazo bajando el tirante de mi vestido de algodón, lo miro a los ojos a lo que él sonríe con picardía.
— James...— Susurré al momento en que él se acerca más y siento su erección contra mi pierna.— No quiero despertar a los niños.
Él está sonriendo y su mano viaja a mi trasero apretándolo con suavidad. Me obliga a girarme hacia la ventana su boca se esconde en mi cuello comenzando a dejar besos húmedos.
— Te callare con mis labios si llegas a gemir.— Murmura contra mi cuello a lo que me estremezco.
Me muerdo el labio inferior al momento en que él levanta mi rodilla para acomodarse entre mi pierna. Lo miro por sobre mi hombro y logra atrapar mis labios con su boca.
Dios...
Sentimos un ruido que hizo que nos detuviéramos al instante. El celular de mi esposo comenzó a sonar y lo oí soltar un gruñido, lo miro con diversión y rápidamente me levanto colocándome mi bata de levantarme.
— Te has salvado.— Dice, lo miro y le guiño un ojo.
Seguramente debe ser su compañero de universidad. Salgo de la habitación, la puerta de la habitación de mi hijo mayor está abierta y rápidamente me dirijo a la cocina encontrándome efectivamente a mi hijo sentado en el suelo con el tarro de leche en polvo esparcida en el suelo, sus bonitos ojos conectan con los míos.
— ¿Qué crees que estás haciendo, Ángel?— Miró el desastre que provocó y se levanta.
— Q-quería darle la leche a mi hermanito, mami...— Entonces me di cuenta que la comisura de sus labios estaba manchado de chocolate.
Miro por detrás de él encontrando el paquete de bombones de chocolates y lo cogí mirando a mi pequeño con las cejas arqueadas.
— ¿Qué había dicho yo de comer dulces tan temprano?— Me desvió la mirada y pasa por mi lado al oír la voz de su papá.
