8. Hey Rachel

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*NUEVE MESES MÁS TARDE*

— ¡PATTY!

Era Andrea la que acababa de gritar. Se había levantado con dificultad del sofá. Con una mano aguantando su enorme barriga volvió a llamar al chico.

— ¡PATTY QUE VENGAS!

— ¿Qué pasa? Estaba en la duch...Oh.

Patty había salido corriendo del lavabo al escuchar a Andrea. Llevaba solo una toalla atada a la cintura, gotas de agua le recorrían todo el cuerpo, no le había dado tiempo a secarse y los cabellos mojados le caían por delante de la cara. A Andrea le encantaban esos mechones de pelo rebeldes de Patty cuando iba sin peinar, pero ahora no había tiempo para eso. Al llegar Patty al salón y ver a Andrea levantada sobre un charco de algo que parecía agua, no tardó en comprender lo que ocurría.

—Creo que los bebés ya están en camino. —Dijo Andrea.

—Vale vale, que no cunda el pánico. Cojo la bolsa y nos vamos ya al hospital.

En dos segundos Patty estaba delante de la puerta y dispuesto a salir corriendo.

— ¿No crees que sería mejor que te vistieses primero? —Preguntó Andrea señalando con la cabeza a Patty que aún llevaba la toalla alrededor de la cintura.

—Eeeh sí, buena idea. No tardo.

De camino al hospital, Patty se saltó la mitad de semáforos e infringió unas 20 normas de tráfico a pesar de la insistencia de Andrea de que se lo tomase con calma.

— ¡No vayas tan rápido que aún hay tiempo!

— ¡Cabrón! ¡Muévete que mi novia está de parto! —Gritó a un coche de una autoescuela que tenía delante.

— Patty como sigas conduciendo así sí que vamos a llegar al hospital pronto ¡Pero muertos!

Él estaba mucho más nervioso que Andrea, no paraba de balbucear frases sin sentido, estaba sudando y gesticulaba de manera exagerada. Cualquiera diría que era Andrea la que iba a parir y no Patty.

Una vez ya en el hospital las enfermeras llevaron a Andrea en una habitación y le ayudaron a ponerse el típico camisón. Ahora la que lo estaba pasando realmente mal era ella, un dolor insoportable le impedía estar quieta en la cama. No dejaba de gritar a todo el mundo, incluso a sus padres que justo acababan de llegar y a Patty que le agarraba la mano con fuerza y que no sabía muy bien cómo ayudarla.

Iba a traer a cinco bebés medio alienígenas medio humanos al mundo, el dolor no se podía comparar con el de un parto normal. Lo único que Andrea esperaba era que sus hijos no tuviesen tentáculos como los padres de Patty. Les querría igual pero eso complicaría mucho la vida de los pequeños en el planeta Tierra. Si eso ocurriese el gobierno se los llevaría para investigar con ellos y vete tú a saber que les harían. Un fuerte dolor en la espalda le apartó esos pensamientos de la cabeza.

— AAAAAAAAHHH ¡Patty! Llama al AAAAAAHH JODER al médico que AAAAAAAHHH ya vienen.

— ¡Ya voy cariño!

Lo que ocurrió a continuación Andrea no lo recordaba con claridad. Imágenes borrosas de una sala, un doctor y la mezcla de alegría y miedo en la cara de Patty aparecían en su mente. Lo que si recordaba bien fue el dolor y lo mal que lo pasó hasta que no tuvo a sus cinco pequeños en brazos.

—Mira Patty, — Dijo Andrea sosteniendo a un bebé en cada brazo— mira como mueve los piececitos.

Patty se acercó a la cama llevando a otro de sus hijos en brazos. Los otros dos bebés se encontraban durmiendo en cunas al lado de la cama.

—Sí —No pudo evitar sonreír— Aún no me creo que seamos padres de estas preciosidades.

—Me alegro de que ninguno tenga tentáculos ni sea verde, así será mucho más fácil que tengan una vida normal aquí.

—Yo también, pero es probable que a lo largo de su vida desarrollen alguna eeeh... característica especial. En algún momento tendremos que explicarles de donde vienen y como controlar esas cosas.

—Bueno, ahora no nos preocupemos por eso. Por cierto, tenemos que ponerles nombres ¿Has pensado alguno?

—A esta pequeña de aquí —Meció ligeramente al bebé que llevaba en brazos y apoyado contra el pecho— me gustaría llamarla Rachel.

—Me gusta el nombre de Rachel. ¿Y qué tal si llamamos a este Wire? En tu honor —rio Andrea levantando ligeramente al bebé que sostenía en el brazo derecho— como te gusta tanto jugar con los cables en el escenario... A demás tiene tus ojos.

—Me parece genial ¿Y a esos dos dormilones de ahí? —Patty señaló las cunas al lado de la cama.

—Emm... Hermenegildo y Robertulio. Y para abreviar llamarles Herme y Rob.

—Vale. Ya solo queda elegir el nombre de ella... ¿Qué te parece Em?

— ¿Em? ¿De Emma? ¡Me gusta!

—No, Em de Empanadilla.

—Patty, tú y tu obsesión con las empanadillas... Qué le vamos a hacer... Pero no me parece mal. —Sonrió Andrea— Rachel, Wire, Hermenegildo, Robertulio y Empanadilla serán sus nombres entonces.

—Y ahora que los nombres están elegidos, será mejor que descansemos que mañana ya volvemos a casa.

Patty cogió con cuidado a los bebés y los colocó en sus cunas. Luego se acercó a Andrea y le dio un beso en la frente.

—Buenas noches cariño.

—Buenas noches.

* * *

Patty estaba apoyado en el marco de la puerta, viendo como Andrea acababa de arropar a los bebés en sus cunas. Había sido un día agotador. Desde que volvieron del hospital por la mañana familiares y amigos no habían dejado de desfilar por su casa para felicitarles y ver a los bebés. Les habían traído toda clase de regalos, desde peluches hasta pañales. Al menos no se tendrían que preocupar por comprar juguetes en los próximos dos años.

—Que durmáis bien Herme, Rob, Rachel, Em y Wire. —Dijo Andrea echando un rápido vistazo al cuarto para asegurarse de que todo estaba bien.

Apagó la luz y se dirigió hacia la puerta de la habitación donde Patty seguía apoyado mirándola. Se colocó al lado del chico y este la rodeó con un brazo, Andrea apoyó su cabeza en el hombro de Patty y se quedaron de pie mirando el interior de la habitación ahora oscura.

Un pequeño resplandor verde llamó la atención de Andrea.

—Patty, nuestros hijos brillan en la oscuridad.

Pretendió que fuese una pregunta pero sonó más como una afirmación.

—Me lo comentaron una vez mis padres, pero no te preocupes que eso desaparecerá a medida que vayan creciendo.

—Míralos, si parecen gusiluces.

Patty sonrió. No había dejado de hacerlo desde el momento en que vio a sus cinco hijos por primera vez y dudaba que algún día se le fuese a ir esa sonrisa del rostro.

Con Patty rodeándola, viendo a sus pequeños dormir y con una sensación de felicidad invadiéndole todo el cuerpo, Andrea deseó que ese momento durase para siempre.

FIN

Patty meets AndreaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora