Ella una chica tierna, hermosa, delicada, inteligente, amable que ama a su familia más que nada en este mundo, su único defecto ser tan directa y su único problema un recuerdo de su pasado que la atormenta de vez en cuando, pero no solo a ella si no...
Hace dos semanas llegamos a Medellín, nos estamos quedando en la finca de mis abuelos es bastante grande la verdad lo único feo es que las habitaciones para las visitas están fuera de la casa, son tipo cabañas, aparte de eso todo es genial.
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Nuestra rutina en la primera semana fue levantarnos desayunar y salir a buscar una empresa en venta, hasta que por fin dimos con ella, la segunda semana fue desayuno y salir para hacer negocios hasta que compramos la empresa.
Con Alexander solo e hablado sobre cosas de la empresa, comíamos fuera de la casa de mis abuelos solo llegábamos a dormir.
Y así han pasado dos largas semanas, hoy tendríamos un almuerzo con el ex dueño de la empresa, no se porque Alexander tuvo que aceptar.
Me meto a bañar ya que son las 11 am y quedamos en vernos a la 1 y es una larga hora hasta la ciudad.
Cuando salgo de bañarme son las 11:30 no entiendo porque siempre me demoró media hora, y ahora lo más difícil que me pongo? Eligo una camisa blanca con un poco de vuelo en las mangas me llega hasta el ombligo, un pantalón baggy de un color azul cielo, unos tacones blancos y por último una cartera de mano.
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Por último ondulo mi cabello y mi maquillaje labial rosado, un poco de pestañina y rubor y estoy lista
Una vez lista salgo de mi cuarto a despedirme de mis abuelos.
-abue ya nos vamos, quieres que te traiga algo? - le pregunto mientras me acerco para darle un beso
-bueno pequeña, y no, no necesitamos nada, tranquila vayan nomas y muevan ese cuerpo que aún están jóvenes - dijo
-bueno abue los quiero - dije saliendo de la casa y encontrándome a un Alexander con su respectivo traje.
Ya ni me acuerdo como es verlo con ropa informal, solo a usado trajes en esta semana, entro al carro que ha alquilado sin decirle nada ya que no se que decir.
Cuando llegamos a Medellín no dirigimos hacia el restaurante, cuando entramos nos llevan hacia una mesa que está en un balcón y esperamos en silencio hasta que llega el señor Rodríguez.
