Capítulo 3:

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"Haciendo amigos"

Cuando el chico quedó profundo en la inconsciencia, Tougo no le importó empaparse y se metió también a la tina para acorralar a la presa lejos de la realidad, elevó su mentón lo suficiente como para dejar expuesto su cuello, olfateó su aroma natural mezclado con el perfume del jabón... ¡Delicioso!. Abrió la boca y dejo exhibir unos afilados e imponentes colmillos, agudizó su mirada para escudriñar cada centímetro de piel y no perderse nada. Sacó su lengua al exterior, lamiendo desde la clavícula hasta el lóbulo de la oreja. Tomó de su cintura con posesividad y con la otra mano libre, acarició todo el contorno de su espalda, disfrutando la suave y tersa dermis, sintiendo como el niño se estremecía ante tal estímulo y el desvanecimiento no impedía en que su cuerpo reaccionara.

No esperó ni un efímero segundo más y clavó sus colmillos en su cuello, el chico soltó casi un inaudible gemido, tal vez por consecuencia del dolor o por el peso del cuerpo del mayor que lo asfixiaba. Karlheinz lo notó y aún bebiendo del niño, se separó un poco pero sin romper la cercanía completamente, estaba cegado en su mundo en todo su esplendor, disfrutando vehemente la dulzura de aquel líquido rojo tan vital para él como para Zuo.

Después de un buen rato, se detuvo, no debía arriesgarse y dejarlo anemico.

-Exquisito​ pequeño Zuo-Susurró contra su mejilla, alejó un poco su rostro y con una mano acarició las facciones del chico con aquel semblante tan relajado, delineó la comisura de su labio inferior con las yemas de su dedo y sonrió.

-Apartir de ahora y en adelante, serás mío, solo para mí-Dijo de forma determinada. Salió del agua y se quitó la ropa que se apegaba en su piel, le era molesto. Escuchó uno leves golpes en la puerta.

-Señor, la cena está lista-Avisó el mayordomo.

-Bien, enseguida vamos. ¿Ya tienen preparada la habitación para el niño?

-Si señor.

-Bien, es todo, ahora márchate.

-Como usted diga.

Cubrió su cuerpo con una bata blanca y al niño con la toalla, una vez envuelto en aquella tela, lo cogió entre sus brazos de forma nupcial y salió del baño para dirigirse a la alcoba que de aquí en adelante sería la su "hijo". Abrió la puerta, sin duda era acogedor y cómodo, una enorme cama matrimonial cubierto por unas sábanas de color azul egipcio y cogines de distinto tamaño. Los muebles blancos y de algarrobo sin dejar la antigüedad aún lado. Las enormes ventanas sellando el paso de la luz dela luna plateada con aquellos doseles albino.

Recostó al chiquillo en su lecho y lo contempló un por un breve momento, su respiración era pausada, casi imperceptible. Ahora que se hallaba más pulcro y fragante, se veía aún más hermoso. Lo acarició desde su pecho bajando hasta su plano vientre, unos de sus dedos se clavó delicadamente en su pequeño ombligo, ¡un momento! ¿Que estaba haciendo?... Sacudió la cabeza por sus acciones tan estúpidas, él no era homosexual, tampoco pedófilo, pero ese chico en realidad tenía su encanto y era violable, si fuera una chica algunos desgraciados no dudarían en hacerle sus porquerías, pero él era el menos indicado para juzgar a los humanos, ¡santa cielos! Estábamos hablando de Karlheinz o Tougo Sakamaki, el mismo Rey de los vampiros, era peor que los humanos sociopatas juntos.

Tenía muy en claro que aquí en adelante, debía mostrar ciertas debilidades o "cariño" para tener el pequeño en sus pies, no debía espantarlo y tratarlo mal si quería realmente ejecutar su objetivo, debía ser un poco más blando, odiaba esa palabra.

El novio sacrificio (Diabolik Lovers)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora