Capítulo cuatro.

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—Shay, vamos, por favor. —farfullé una vez que llegué hasta la pequeña mesa que ocupamos hace un rato. Mis manos estaban tiritando y mis rodillas aún se sentían flojas.

No podía asegurar que Shay había tenido una buena vista del espectáculo desde el lugar en que estaba.

O eso espero.

No estaba lista para su cateo aún.
Sostenía un martini de frambuesa por la mitad en su mano derecha. Su mirada lucia desconcertada y algo preocupada.

—¿Qué sucedió?

Aquí vamos.

—Nada, solo tengo que ir a casa, ahora. —trataba de sonar tranquila e indiferente, pero Shay me conocía demasiado.

—¿Qué te dijo Peter, Cam? —exigió dándole un sorbo a su bebida rosa.

—No me ha dicho nada. Lo prometo. Solo quiero ir a casa ¿Estas bien con eso? —hablé sonando bastante irritada.

—Claro, esta bien. —dijo por lo bajo sacando de su bolso dinero para pagar la cuenta, lo dejo debajo del vaso medio vacío de martini.

—Debemos salir por la puerta de atrás. La que sale al estacionamiento. No quiero lidiar con la prensa ahora. —hice una mueca de desagrado.

—¿Sabes como llegar?

—No. Pero lo descubriremos. —sonreí desanimadamente.

Caminé apresuradamente por el pasillo que guiaba a los baños, había una puerta a la derecha de éste.

Tomé el picaporte y jale de esta hasta que el pesado material estuvo entreabierto.

Shay y yo nos escabullimos a través de la puerta y nos adentramos en un pasillo que derivaba a varias puertas.

Al final del pasillo había una gran puerta de chapa negra. Aceleramos el paso y luego de un par de segundos ya estábamos en el aparcamiento.

—No fue muy difícil. —suspiró Shay quitando el seguro de su Toyota corolla.

—¿Qué esperabas? Es un edificio de dos pisos, no un laberinto de doscientas hectáreas. —dije entre risas subiendo al lado del acompañante.

—Ya lo sé,  pero me hubiera gustado algo de adrenalina, enfrentamiento con policías, no lo sé. —subió al coche y puso la llave en el contacto.

¿Qué clase de loca desea tener enfrentamientos con la policía?  Por Dios, esta demente.

—Habla por ti.

La morena arrancó y salió de estacionamiento iniciando el camino hacia mi casa. Las calles estaban desoladas, algunos autos aparcados y casi ninguno en movimiento.

El resto del viaje transcurrió en silenció. Shay iba sumergida en sus pensamientos, y yo aun no podía dejar de sentir la sensación del aliento de Peter en mi cuello.

Me removí incomoda sobre el asiento y abrí la ventana del auto en busca de aire fresco.

—¿Estas bien? —emitió una voz lejana.

—¿Dijiste algo? —pregunté volviendo de mi pequeño trance.

—¿Estas bien? Te noto algo aturdida. —habló con una expresión de extrañeza.

—Si, yo solo necesito tomar un poco de aire. —respondí titubeante sin quitar la mirada de la ventanilla.

—Si necesitas hablar soy todo oídos. —me dedicó una cálida sonrisa.

—Gracias. —susurré con una media sonrisa. 

Llegamos a casa al rededor de las 3:00 de la madrugada. Shay se despidió rápidamente y siguió su camino. 

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