C3

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CAILÍN TAYLOR

Había visto a Caín nervioso, pero esta vez sus nervios parecieron ser calmados cuando me besó en el altar. Parecía un niño, haciendo promesas que cumpliría con todas sus ganas si me mantenía junto a él. Todos nos miraban, pero sé que cuando nuestras miradas se unen, ya nada existe a nuestro alrededor.

La fiesta comenzó, Darell Bennet enseguida se acercó a nosotros. Quedó mirando a Caín con una sonrisa de orgullo en su rostro y lo abrazó con fuerza, con sus ojos cerrados. Yo no sé qué expresión tenía, pero cuando decidí dejarlos solos, se separaron y Darell me saludó a mí.

-Estoy muy feliz por ustedes -Nos dijo mirándonos. -Me costó un poco llegar, pero no podía perderme el matrimonio de mi hijo. Cada día estoy más viejo y más emocional.

-Todo está bien -Le sonreí.

Cuando vine a vivir a Inglaterra con Caín, enterré todo mi pasado oscuro también enterré el de él. Sólo mantuve todo lo bueno, es la única manera de mirar hacia el futuro sin temores detrás.

-Sé que he cometido muchos errores, pero siento que finalmente puedo estar en paz, ustedes están felices. Gracias Cailín por hacer de este chico un gran hombre, por sacarlo de la mierda -Me miró fijamente.

-Caín siempre ha sido un gran hombre -Le dije y él sonrió. -Nada ni nadie cambiará la gran persona que es.

Luego de un rato los dejé solos, caminé hasta el bar en donde estaban todos nuestros amigos, reímos mientras recordábamos cosas, hasta Kendall estaba ahí y se llevaba bien con los demás, ella asistió con su nuevo novio, su nombre es Owen, es muy diferente a todo tipo de hombre que imaginé para Kendall, él es divertido, sencillo, humilde y tranquilo. Creo que los opuestos se atraen y él le ha hecho muy bien a ella porque tuvo un cambio rotundo.

Esa noche fue una locura, ni siquiera recuerdo en qué momento me fui a la cama. Nos habían habilitado habitaciones para las personas que se quedarían, ya que no queríamos tragedias por haber conducido ebrios.

Bailamos toda la noche, recuerdo que terminé descalza y bebiendo cortos de tequila. Caín bailó arriba de una mesa mientras todos reíamos a carcajadas, me quitó la liga con sus dientes y el ramo lo atrapó Annie.

Desperté con un fuerte dolor de cabeza y con el vestido manchado con vino tinto, solté una carcajada, tanto ajetreo para mancharlo con el puto alcohol que no se quita de la ropa. Caín no estaba a mi lado, me quité el vestido y busqué ropa limpia entre mis cosas hasta que la puerta se abrió y corrí a ponerme las sábanas encima, pero era Caín.

-Idiota, me has asustado -Respiré profundo y tiré las sabanas a la cama. Lo vi con dos tazones en sus manos.

-Te he traído desayuno -Me sonrió.

-Dime que es sopa -Puse mi mejor cara de un gato triste.

-Sopa de pollo, es lo único que quedaba ahí afuera, nos repondrá para irnos a casa -Se encogió de hombros y me la pasó.

Nos tomamos la sopa en unos cortos minutos, nos duchamos y luego salimos para ver si había alguien más, pero todos se habían ido.

Cuando llegamos a nuestro departamento suspiré en silencio mirando el anillo que rodeaba mi dedo anular, Caín sonrió mirándome y luego me besó.

-Fue una gran noche -Dijo luego de unos segundos, caminó hasta el sofá y se sentó.

-Te tengo una sorpresa.

Su mirada se fue a la mía y yo sonreí. Deslicé el cierre de mi bolso sacando dos pasajes, él entrecerró sus ojos.

-Nos vamos de luna de miel -Le dije y él se levantó del sofá mirándome sorprendido.

DECADENTES © #2 EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora