El Líder. Diario de Nick.

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-Te estaremos esperando en el gran salón para celebrar - la voz de mi madrastra siempre sonaba tímida, lo cual combinaba a la perfección con su apariencia sumisa y frágil- Debes cambiar tu vestuario si no quieres llegar tarde- ella estaba justo detrás de mí, como una especie de sombra anhelante, sin embargo eran los ojos de mi padre los que sentía clavados en mi espalda, su mirada era tan pesada que aunque se hallaba al otro extremo de la habitación la podía sentir en mi lomo como un puñal.
Me habría gustado darle un golpe que lo dejase inconsciente solo para no tener que soportar que me observara.

Por otro lado, mis ojos paseaban una y otra vez por la máscara blanca y reluciente, tan fina y tersa como si estuviese hecha de verdadera piel, parecía que de alguna manera ese objeto supiera lo que acababa de acontecer. Mi padre y cada uno de los miembros de La Resistencia, tenían la misma máscara, era una de las cosas que no había cambiado nunca, mi abuelo, mi bisabuelo y mi tatarabuelo poseyeron unas máscaras iguales a la mía. Pese a que su función era la de ocultar nuestra verdadera identidad (tanto de nosotros mismos como del resto del mundo), la máscara parecía más bien una tradición que nos "representaba" o al menos eso era lo que yo siempre había opinado al respecto.
Esa idea hacía que no dejara de mirar los cuencos vacíos donde se supone que debían estar los ojos, aquel objeto parecía burlarse de mí aunque los falsos labios estaban cerrados en una expresión severa y cruel...
La máscara que borraba la identidad y al mismo tiempo otorgaba una...
Aquella cara marfileña y sin vida, aún conservaba unas gotas de sangre como si quisiera mostrarle al mundo de lo que había sido testigo y aunque la sangre ya no estaba tan fresca, resultaba como si fuese un rostro blanco con lunares rojos, por eso lucía particularmente feroz. Las máscaras de La Resistencia siempre albergaban una apariencia terrible, aunque por alguna razón no me resultaban macabras. Ya no. Cuando era niño, solía tenerle pánico pero era distinto estar detrás de la máscara. Ahora yo estaba honrando la tradición.

-No debí quedar en segundo lugar- dije sin dejar de mirar los cuencos vacíos. Como la máscara estaba apoyada en el espejo, en esos cuencos podía ver mi reflejo. Mi amuleto se hallaba frío y vibrante en mi pecho, acorde a la emoción que estaba sintiendo.
-Solo estás de segundo porque los Luna querían a Santiago en el puesto de Líder General- defendió mi madrastra alzando un poco la voz debido a lo alterada que estaba- No iban a permitir que alguien más que no fuera él se quedase con ese puesto, tú eras mejor opción, ¡Tú ganaste la batalla!- se abalanzó sobre mí, envolviéndome en sus brazos para consolarme, yo no reaccioné en lo absoluto a su contacto.
-Igual lo declararon un empate-resintió mi padre con voz amarga desde el otro extremo del salón. Era verdad, Santiago estaba acorralado en mis manos cuando la alarma sonó declarando el fin de la batalla. Yo iba a matarlo... Y entonces, convenientemente dieron por culminada la pelea. Deliberaron por horas, tardando incluso un poco más de lo usual pero cuando anunciaron a los seleccionados, a Santiago lo nombraron primero. Se habían apoyado en un tecnicismo en otras pruebas aparte de la batalla, para que su puntaje fuese mayor que el mío. Me solté de los brazos asfixiantes de mi madrastra.
-No era lo que esperaba-murmuré. Mentía. Fue exactamente lo que esperaba, mas sabía que eso era lo que mi padre deseaba escuchar. Evidentemente, si el padre de Santiago ocupaba la posición más poderosa, lo ideal sería que en la generación de su hijo, este ocupase la posición más poderosa de manera que la futura sucesión resultase más cómoda.
- Tendrás que esforzarte mucho más para lograrlo todo, así que no seas tan inútil- mi padre soltó las palabras como si estuviese escupiendo ácido. Lo miré a través de espejo. Su reflejo me causó un nudo en la garganta. Yo no sabía cómo iba a lucir en 20 años, sin embargo asumía que me vería exactamente igual a mi padre, porque verlo a él era ver una versión envejecida de mi mismo. Y como si yo no pudiera notarlo, el resto de las personas se empeñaban en recordármelo, diciéndome constantemente que yo lucía exactamente igual a mi padre cuando este tenía mi edad. Como siempre, mi progenitor me contemplaba con amargura, aunque esta vez iba acompañada con desaprobación.

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⏰ Última actualización: Feb 03, 2017 ⏰

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La Séptima Llave: El Guardián Perdido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora