El Hermano. Diario de Thelma.

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Lo primero que noté fue a los dos hombres vestidos con túnicas negras que estaban de espaldas: Los Nocturnos. La policía de mi mundo, implacables, rápidos y sobre todo, temibles. O al menos a mí me resultaban temibles, cada vez que me hallaba en presencia de ellos me sentía mucho más pequeña de lo que ya era, como si de pronto estuviese siendo observada a través de una lupa gigante. De cualquier manera tenían ese aire imponente y amenazador que solo una autoridad como ellos podrían tener.

Estaban sumidos en una discusión y antes de interrumpirla, tomé aire y miré por un momento el sitio donde me hallaba. Una preciosa y elegantísima oficina con una apariencia totalmente impecable. Los muebles estaban perfectamente pulidos, la alfombra era de un material hermoso, pero desconocido para mí. Yo sabía que el primer esposo de mi madre era un humano rico, mas todo ese lujo me dejaba boquiabierta.

Vaya, eso no ayudaba en nada, el lujo del sitio me hacía sentir más incómoda de lo que ya estaba, de pronto me sentía mal vestida e inapropiada. En mi defensa, ¿Qué clase de vestimenta puede usar uno para una ocasión como esa? No había manera en que el asunto resultase bien porque seguía siendo una chica de 15 años en la posición de un adulto, o al menos eso intentaría explicarle a los Nocturnos, que no podía ser yo la indicada para la ocasión y seguramente ellos comprenderían.

¡JA! Ni yo me creía eso. Lo más probable sería una reprimenda. Traté de mantener la calma y asumir que esto solo podía ponerse peor, mientras más pronto asumiera esa realidad más rápido pasaría la tormenta.

-La carta me trajo aquí- intenté explicar y mi voz sonó mucho más insegura de lo que yo pretendía. Los Nocturnos me contemplaron fijamente y como era natural yo entré en un pánico total y absoluto. Quería explicarme, aún así las palabras se atropellaban en mi mente y estaba tan asustada y nerviosa que solo salió un balbuceo incomprensible. Desvié mi vista del rostro de los Nocturnos y fue cuando lo vi. Era mucho más alto de lo que pensaba. Me sentí extraña al verlo por primera vez frente a frente, es como si toda tu vida hubieses visto a alguien a través de la pantalla y de repente lo tienes delante de ti, carne y hueso- ¡¿Víctor?!- exclamé sorprendida.
-¿Quién eres tú?- preguntó con voz débil, su rostro cubierto con un sudor perlado y su aspecto enfermizo me hicieron buscar el brazalete plateado en sus muñecas y efectivamente ahí estaba, brillante y amenazador. Me angustié ligeramente al verlo esposado de esa manera, yo no era experta en esos casos, pero honestamente esposar a un chico de solo 16 años me resultaba algo extremo, pensé que podría ser una violación al procedimiento legal mas desconocía las leyes en esos casos, así que lo dejé pasar.

-Solicitamos la presencia de Carmen Albireo- reclamó el Nocturno delgado y justo en ese momento vi relucir su insignia en el pecho, sentí como se me debilitaban las rodillas de la impresión. No era un Nocturno, era un Paladino... Los Paladinos solo hacían acto de presencia en las integraciones como tal, eran los mediadores en la situación, estaban ahí para "suavizar" el contacto de las leyes mágicas con las leyes humanas ¡Oh no! No, no, no, no ¡La integración estaba ocurriendo justo en ese momento! ¡Era peor de lo que pensaba, un asunto mucho más serio! Yo no estaba ahí para hablar sobre Víctor, estaba ahí para hablar CON Víctor y llevarlo a nuestro mundo.

Quise que me tragara la tierra, estaba entrando en pánico, incluso retrocedí un poco para tomar aire, ¡¿Qué se supone que le diría a Víctor?! ¿Cómo le diría que era un brujo?, ¿Cómo le explicaría que su madre, nuestra madre estaba viva?... Peor aun, ¿Cómo le diría que yo era su hermana? "Oh vale ¿Creíste que eras un humano? ¡Pues no! Eres uno de los nuestros, no lo sabíamos y nos obligaron a abandonarte por 16 años, nos perdonarás eso, ¿Verdad?"
Intenté respirar para mantener la calma y de pronto comencé a sentirme más liviana, como si pesara menos y noté que mi meñique parecía estarse desvaneciendo... ¡MIS PODERES! El pánico me estaba haciendo perder el control. Miré al Paladino y al Nocturno y respiré profundo, dejando que el aire entrase en mis pulmones y me brindaran cierto confort.

La Séptima Llave: El Guardián Perdido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora