Prólogo

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"Veo sombras otra vez" – Pensó. – "No pueden verme, pero yo si las veo". Todo alrededor de ella era gris; por más que intentaba buscar, no había nada que tuviera color.

La escena era siempre la misma. Ella estaba ahí en medio de varias sombras. Observaba como se enfrentaban entre ellas. Donde debía haber sangre, solo se observaba un pequeño charco de líquido gris. La primera vez que estuvo ahí, había cerrado los ojos y se decía a sí misma que todo era un sueño, y en efecto lo era. Pero cada vez que se repetía, el miedo la iba abandonando; incluso, se había atrevido a avanzar hacia ellas para intentar ver algún rostro, pero, por más que caminara, no se movía de su lugar.

Empezaba con dos grupos de sombras que se enfrentaban entre sí. Cuando la última sombra había caído, se unían para formar una extensa oscuridad. Se sentía ciega por unos segundos; esa era la parte que más la aterrorizaba. A medida que pasaban los segundos, la oscuridad se desvanecía para abrir paso a otra escena.

Otra vez había un paisaje gris y sombras en él. Ahora solo veía dos. Ambas estaban en pleno combate. Cada golpe entre ellas era demasiado violento. Las miraba ascender con gran velocidad e impactar contra lo que creía que eran enormes rocas; también, las observaba caer e impactar en el suelo formando grandes agujeros. Al final, ambas sombras parecían mirarla y se acercaban a ella como dispuestas a devorarla. Y otra vez se encontraba en la oscuridad.

Por último miraba cuatro sombras. Tres de ellas parecían observar a la cuarta en la parte alta de una especie de montaña. Lo que más llamaba siempre su atención era la enorme esfera oscura que flotaba sobre la sombra que estaba sola. A medida que pasaba el tiempo, la esfera iba aumentando su volumen. El terror se apoderó de ella cuando la esfera ya se encontraba sobre ella.

A unos pocos metros de que aquella inmensa oscuridad flotante la aplastara, dejó escapar un grito y se encontró en medio de la soledad de su habitación.

Aún era de noche. Por la ventana de su dormitorio se deslizaba una corriente de aire helada. Se levantó de su cama y comenzó a desvestirse. Dejó a un lado de su cama la polera manga larga celeste empapada de sudor que llevaba puesta y se dirigió a su armario para tomar un polo y un sweter.

Por más que intentó dormir, no pudo, así que decidió ver la televisión en su sala en la primera planta. Y así estuvo hasta una hora antes de alistarse para ir a la escuela.

Mientras caminaba hacia su casa, Claire pensaba en el sujeto que había conocido hace más de un mes. – Tienes una habilidad única y maravillosa. – Le había dicho. Lo había conocido en Europa, mientras visitaba un museo. Pese a que solo lo había visto una vez y en un país lejano al suyo, le había dicho que estaría por Norteamérica y que le encantaría conversar con ella. La fecha para su llegada era ese mismo día y la hora estaba pactada para la tarde.

Solo faltaba menos de dos horas para encontrarse con aquel tipo. Sabía que no debía confiar en nadie y menos cuando solo lo has visto una vez en tu vida, pero quizás fuera el único que tendría las respuestas que tanto ansiaba encontrar. Él había logrado descubrir su secreto. Quizás él fuera como ella; quizás él podría enseñarle a controlarlo. Todas sus preguntas, por fin, podrían ser contestadas.

La cafetería estaba repleta de gente y solo quedaban unas cuantas mesas vacías.

Intentó buscarlo con la mirada, pero no lo encontró. Antes de que el lugar se llenara totalmente, se acercó a una mesa vacía y decidió esperar sentada. No había pasado ni un minuto cuando un sujeto sentado a unos metros de ella empezó a gritar de alegría: había visto por la tv que los números del billete ganador de la lotería eran suyos. Todos en la cafetería empezaron a gritar, aplaudir y el nuevo millonario se ofreció a pagar la cuenta de todos los presentes.

Hola niña. ¿cómo has estado? – El sujeto estaba sentado cuando Claire volteó. Se había distraído por la bulla que no se percató cuando había llegado.

Estuvieron hablando por varios minutos hasta que decidieron retirarse del lugar. Claire no dudó en caminar junto a aquel desconocido. Caminaban como dos viejos conocidos. Se adentraron en la desolación de las calles hasta perderse en la oscuridad de la noche.

La mañana era tranquila y el sol brillaba como nunca. Había pasado más de dos días desde que el pozo millonario de la lotería tuvo un ganador cuando los medios de comunicación locales divulgaron una terrible noticia: la joven estudiante de secundaria, Claire Blake, había desaparecido.

NEOGENWhere stories live. Discover now