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-¿Cómo te fue, Yurio? -dije apenas lo vi entrando por la puerta principal del departamento, qué estaba decorado con unos pocos globos y un gran cartel que ponía 'Felicidades' . Vi como sus mejillas se sonrojaron y apartaba la mirada con el entrecejo fruncido.

-Bien y gracias, cerdo.

-Vamos, no me dejes así, cuéntame cómo fue todo. -le sonreí sinceramente- Tengo muchas sorpresas preparadas para hoy, sé que lo hiciste bien.

-Yuri, sólo fue el examen de admisión, no es como si ya estuviera con el título en mano. -bufó soltando las llaves en la mesita de centro y tomando asiento en el sofá individual frente a mí.

-¡Pero es la Universidad de Tokio! ¡Una de las mejores del mundo! -grité dando a entender la magnitud del evento.

El simple hecho de que pudiera presentar el examen era un honor, no todos eran aceptados, y además el rubio había sido llamado personalmente por uno de los profesores para que asistiera a esa Universidad, ¡era un sueño para cualquier universitario!

-El examen no era tan difícil como esperaba, lo terminé de los primeros. -se quejó volteando la mirada hacia la decoración del hogar que compartíamos.

-Ya sé, ya sé, rubio pero no tonto.
-¿No es muy exagerado todo esto? -se levantó para dirigirse a la mesa del comedor, donde habían varios cupcakes decorados de gatitos.

-No pude celebrar tu cumpleaños, así que esto vale por dos.

-Dijiste que tenías varias sorpresas, ¿cuáles son? -caminaba por el pasillo y se detuvo en una de las puertas.

-Saldremos. -señalé emocionado las entradas del cine al lado de los cupcakes.

-¿Eh? -giró hacia mí bruscamente con el rostro completamente carmesí. Ups.

-N-no ese tipo de 'salir'. Sólo será como amigos. - respondí también con un leve rubor, verle así me había puesto nervioso.

-Ya lo sabía, nadie querría salir con un cerdo como tú. -respondió entrando a su habitación con un portazo.

Tenía razón, nadie querría estar conmigo, por eso la única persona que quise me cambió sin darme explicación alguna. Habían pasado alrededor de siete años desde que partí de Hasetsu y aún no podía superar la ruptura con aquel ruso, él había dejado una herida profunda en mi corazón que no veía capaz de cerrar. Estuve con otros chicos en este tiempo, pero las relaciones nunca pasaron de algo más allá de un par de besos, y ellos se terminaban cansando de mí.

No los culpaba, yo era el del problema.

A veces me sorprendía a mi mismo pensando en el Victor de hace tantos años atrás, anhelando esos momentos sin estar consciente de lo que me rodea, es como si mi mente viviese en el pasado y fuera incapaz de proseguir sin él. Algo absurdo, quizá. Siempre he leído que superar a alguien no es fácil, pero tampoco imposible, ¿qué clase de problema tenía yo para no poder olvidarle?

En definitiva pensar de esa forma era algo absurdo, el Victor de esos años ya no existía, ya no estaba el adolescente altruista y animado, en cambio estaba un hombre adulto, con un feliz matrimonio de hace ya años y una vida perfecta por delante.

Fui a cambiarme de ropa con todos esos pensamientos dentro de mi cabeza y esperé a que el rubio estuviera listo para marchar, él siempre se tomaba su tiempo arreglándose pero por alguna razón hoy estaba tardando más de lo acostumbrado.

Logramos salir luego de cinco minutos de espera, el rubio estaba vestido al completo de negro, como ya era costumbre. Lo único distintivo era una bufanda gris que envolvía su cuello. Aunque la primavera estuviera en su auge con el florecimineto de los cerezos, aún habían vientos fríos que calaban entre la ropa hasta la piel.

FOOLS - victuuri; yuri on ice Donde viven las historias. Descúbrelo ahora