Capitulo 1

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CAPITULO 1

Por primera vez en la vida amaba el hecho de tener muchas cosas que hacer y de empezar el día a tempranas horas, era la excusa perfecta para mantener la mente ocupada. Luego de pasar la noche en vela, como todas en las últimas tres semanas, estaba casi lista para salir de casa y enfrentar un nuevo día, ganas no tenía pero necesitaba salir del encierro y de las mismas paredes que a estas alturas me agobiaban.

Luego de tomar una ducha con agua caliente voy hasta el armario para coger cualquier cosa que me vista y de vitalidad, si es que eso es posible. Me coloco lo primero que encuentro, unos vaqueros sueltos, una camisa de cuadros y unas converse rojas que al menos hacen juego con el color de algunos cuadros de la camisa. Intento evitar a toda costa con la mirada el reflejo de mi rostro en el espejo de la habitación cuando tengo que coger el cepillo para peinar la maraña de cabellos que al parecer no tienen solución, así que cojo el cepillo e intento dar un poco de volumen al cabello que segundos más tarde termina sujeto con una coleta alta. Estoy lista.

Voy hasta el salón y me despido de Camilo, mi bull terrier, dándole un besito fugaz en la punta de su nariz que noto se encuentra seca, algunos dicen que los perros son capaces de percibir el estado anímico de sus amos, así que pienso en lo patéticamente deprimida que estoy como para afectar la felicidad eterna de Camilo y eso es mucho decir, pues él siempre ha sido un perrito alegre y extremadamente cariñoso. Cojo mi mochila que ahora se ha convertido en mi bolso diario y salgo de casa, el coche está aparcado frente al portal y me doy cuenta que los vidrios están bastante empañados, - Winter is Coming - digo bajito para mí y eso logra sacarme una sonrisa, recordando que faltan pocos meses para el estreno de una nueva temporada de mi serie favorita, Juego de Tronos, genial, voy a tener algo más con qué distraerme.

Conduzco sin prisa hasta el Supermercado Lidl más cercano para hacer la compra semanal de la cafetería donde trabajo y que además soy encargada, los empleados suelen llamarme "jefa" pero es por pura broma puesto que la dueña real del negocio es mi madre, quien desde hace algunos meses se encuentra de baja porque le han diagnosticado un trastorno depresivo. Mientras voy cogiendo la compra y recorro todo el supermercado me pierdo en mis propios pensamientos, recordando una vez más qué cosas me han llevado aquí, a como me siento en este momento de mi vida.

Mi padre murió hace casi dos años en un accidente de tráfico, para ser exacta fue el día de noche buena y es por eso que digo "casi dos años" porque en unos días será el segundo aniversario. No he sido capaz de recordar todo lo que sucedió con exactitud, digamos que he bloqueado esa parte de mi memoria para evitar sonidos e imágenes muy dolorosas, solo recuerdo que fue antes de la típica cena familiar, al momento que regresaba a casa luego de unas horas de trabajo al que le ofrecieron paga doble porque necesitaban de su ayuda en la empresa, chocó con un tráiler en la nacional justo mientras hablaba por el móvil a través del altavoz del coche, no supimos los hechos reales, trafico dijo que el coche se había deslizado en el asfalto prácticamente cubierto de hielo y que aunque él intentó frenar no pudo lograrlo.

Desde entonces todo cambio, todos cambiamos, mi madre, mi hermano y yo nos mantuvimos unidos al principio pero la situación nos superó y cada quien tomó diferentes caminos, Lucas se fue lejos, a estudiar a Barcelona la carrera de sus sueños, mi madre continuo viviendo donde siempre solo que ahora llevaba consigo un trastorno depresivo, y yo, bueno, yo no volví a ser la misma nunca más.

Mantenía buena relación con mi hermano, de hecho nos llevábamos muy bien solo que entre nosotros no tocábamos el tema "muerte de papa y sus consecuencias" hablábamos seguido y cada vez que podía iba a visitarlo o sino el venía a casa, incluso las primeras navidades sin papá la pasamos los tres juntos, fue patética debo confesar, éramos como tres almas en penas que se daban apoyo uno al otro. Lucas además de ser mi hermano también era mi mejor amigo, ese en quien había dejado de sentir la confianza suficiente como para expresar mis sentimientos porque ya le bastaba con los suyos, pero no era su culpa, no había cambiado solo con él, también con Mamá. Desde que le diagnosticaron la depresión no quise agobiarla con mis problemas, ya eran suficiente con los suyos, perder a tu esposo con quien viviste toda una vida no ha de ser fácil, así que opte por esconder mis sentimientos, solo Camilo era consciente de lo mal que lo pasaba, mi fiel compañero Camilo; suelo verla muy seguido, hay días en que la invito a tomar café o a quedarse en casa, evitando lo más posible ir a casa de mis padres, pero hay otros en que prefiero estar lejos, sola. El diagnostico lo lleva mucho mejor, incluso me atrevería a decir que está mucho mejor que yo, y Lucas también, pues además de tomar los fármacos ha estado asistiendo a un programa de apoyo grupal con personas que han vivido experiencias similares, la verdad es que ha cambiado muchísimo y eso me hace sentir un poco mejor, al menos alguien está avanzando.

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