38.- Amores y desamores.

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Seguimos viendo la película los tres. El Edgar y yo en la misma posición que estábamos antes y el Nico sentado en el sitial. Se interesó en la película de inmediato, creo que fue por el puro hecho de que ya la había visto y era de comedia.

La película terminó una hora aproximadamente después. Me iba a poner de pie para llevar los platos sucios a la cocina, pero vi al Edgar durmiendo plácidamente. Lo moví despacio para despertarlo y que se fuera a dormir, pero no reaccionó.

-Lleva las cosas a la cocina, yo me encargo- me dijo el Nico poniéndose de pie.

-No seas pesado- le advertí y él aceptó fingiendo inocencia alzando ambas manos.

Lavé las cosas lentamente ya que no tenía apuro alguno. Sentí pasos tras de mí, volteo viendo con curiosidad y veo al Nico apoyado de mueble con una sonrisa.

-¿Qué?- le pregunto con diversión.

-Nunca pensé verte lavar platos.

No le respondí esa burla hacia mi persona y seguí en lo mío. No pensaba hablarle, cosa que se aburriera y se fuera, pero si somos honestos, él jamás se iría y yo tampoco soy capaz de evitarlo.

-¿Qué haces aquí?- le pregunté enjuagando los platos y él alzó los hombros.

-Sentí la necesidad de venir y qué mejor que acompañar una amiga y a uno de mis mejores amigos con problemas amorosos.

-¿Lo acostaste?

-Sí, está perfecto en la cama del Naiko. ¿Dónde dormiré yo?

-¿Disculpa?- solté una risa falsa y sequé mis manos una vez que terminé mi labor con la loza- tú no dormirás aquí y si lo haces va a ser en el sillón.

-Está bien por mí.

-¿Y tú polola?- le recordé y él se tensó.

-La Ignacia... puta si te soy sincero no estamos bien- comenzó a jugar con sus manos y me miró intensamente.

-¿Cómo?

-Quiere que nos vayamos a vivir juntos y no sé- pasó la mano por su pelo nervioso- si te soy sincero jamás encontraré una mina como tú- dijo agarrando mi mentón

-Eres todo lo que necesito, eres el tipo perfecto para mí- le respondí con la mirada fija en la suya. Bajé la mirada y agarré su mano que iba hacia mi pierna- No quiero que la engañes, como yo lo hice con el Bestia.

-No la voy a cagar, tranquila- soltó una pequeña risa y agarró mi mano- Te amo, Mía. Sé que también me amas y que al igual que yo, tenemos miedo de ver qué sucederá de una relación entre los dos.

-No tengo miedo- le contradije y él me miró atentamente-Simplemente sé que entre los dos no podrá surgir algo.

-¿Por qué? ¿Qué te hace estar tan segura?

-Ya no funcionó.

-Mía, nunca lo intentamos- soltó una risa y yo lo imité- nunca podré superar a alguien como tú, de verdad siempre te he amado y creo que nunca dejaré de hacerlo.

-¿Vas a terminar?- le pregunté- ¿No la quieres a ella?

-Si la quiero, pero nunca podré quererla como te quiero a ti y me duele, porque no se lo merece.

-Ninguna de las personas que hemos lastimado se lo merece.

-Creo que si terminaré, la verdad es que no puedo llenarla de ilusiones que no cumpliré...

-Porque amas a otra- lo interrumpí y él con una mueca de resignación asintió.

Apoyé mi cabeza en su hombro y él comenzó a acariciar mi pelo. Estuvimos así unos minutos hasta que a él se le ocurrió interrumpir el silencio con su melodiosa voz.

-¿De verdad me harás dormir en el sillón?

Solté una pequeña risa y me tapé la cara por acción voluntaria. Tiré mi pelo hacia atrás y miré mis pies.

-Duerme conmigo, pero con ciertas limitaciones.

-¿Cuáles?- me preguntó con interés.

-No vamos a tener sexo y que no te sobrepases.

-¿Qué es sobrepasar?

-Que tú duermas desnudo, me abraces o me toques en busca de cachondeo.

-¿Y tú puedes hacer esas cosas?

-No lo haré.

-¿Pero podrías?

-Sí, es mi cama- dije con superioridad.

-Tienes razón en ese punto. De todas formas no te haré nada, me das miedo, eres capaz de tirarme cama abajo.

-Voy a ponerme pijama- me puse de pie y el Nico me siguió, pero entró al baño.

Me puse pijama lentamente y me vi en el espejo. Era un pantalón de algodón gris y una polera blanca a tirantes simple. Salí para ir al baño y el Nico entró a mi pieza.

Me lavé los dientes y peiné en dos trenzas como costumbre y volví a mi pieza. El Nico estaba acostado y al verme entrar se corrió a la muralla. Apagué la luz y me acosté. Me quedé bastante rato mirando un la oscuridad, no podía dormir sabiendo que él estaba a mi lado.

-No puedo dormir- me dijo entre el silencio.

-Yo tampoco- susurré y él soltó una risa.

Sentí un brazo por mi cintura que me pegó a él, no me resistí.

-¿Te puedo dar un beso?- me pidió y yo negué con la cabeza siendo que no me podía ver.

-Nico, tienes polola- él suspiró pesado y me dio la espalda.

Mia [Jaidefinichon GOTH]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora