20.

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—Las pasivas primero—dijo Mangel mientras abría la puerta del departamento para salir.

—Te estás ganando un mes sin follar por gilipollas—murmuró Rubén mientras pasaba delante del moreno y finalmente esperarlo en el pasillo.

—Estuve un más de un año sin follar, un mes no me va a matar—dijo éste mientras cerraba con llave el departamento de ambos y empezaron a caminar hacía el ascensor.

—¿Más de un año?—Rubén repitió las palabras del moreno—. ¿Me estás queriendo decir que en el tiempo que estuvimos separados no...?

—No—dijo Mangel mientras subía al ascensor seguido del castaño que lo miraba sorprendido.

De repente, Rubén recordó a Matthew y se sintió enfermo. Él sí había estado con alguien más. Se sorprendía lo fiel que podía ser Mangel y se sorprendía a si mismo lo mala persona que podía llegar a ser. Tantas veces diciendo que nunca podía olvidar a Mangel y sin embargo, por una hora—que tampoco fue tan espectacular—, sí lo logró olvidar.

Mangel se apoyó en el ascensor y miró al castaño frente suyo.

—Tú sí, ¿verdad?

Mangel lo conocía tan bien, sabía leer sus pensamientos, conocía siempre las caras que hacía y los gestos cuando algo estaba mal. Rubén se mordió el labio: nervios.

—Lo siento...

Mangel sonrió. A Rubén le sorprendía lo calmado que estaba el moreno, pero por dentro Mangel estaba ardiendo de la ira y celos. Alguien más había tocado ese cuerpo que había sido sólo suyo, el cuerpo de su pasiva había sido tocado por unas manos desconocidas. El simple hecho de pensar en Rubén gimiendo el nombre de otra persona que no sea él lo estaba volviendo loco. Pero sin embargo, él también sabía esconder sus sentimientos. Le había funcionado bien en ese último año.

—Al menos te cuidó, ¿no?—dijo éste mientras suspiraba.

—Sí...

—¿Dónde está el chico?

«Para romperle la cara a golpes. Que aprenda a no penetrar un cuerpo que no le pertenece.»

Pero Rubén no pudo contestar, para su suerte, ya que el ascensor se abrió y salió al pasillo encontrándose con Cheeto y Alex.

Alex miró a Mangel para luego abrazarlo. Éste simplemente cerró los ojos disfrutando el abrazo de uno de sus mejores amigos.

—Aún me cuesta entenderlo—dijo mientras lo abrazaba—, pero me alegra que estés de nuevo con nosotros. El grupo no era igual sin ti, sin tus gilipolleces filosóficas.

—A mí también me alegra volver.

Rubén sonrió al ver a Mangel con Alex. Cheeto se le acercó y le dio una palmada en el hombro.

—Bien, ahora festejemos como sabemos muy bien.


Llegaron al bar, Cheeto y Alex se encargaron de buscar las bebidas mientras Rubén y Mangel buscaban asientos.

Encontraron un lugar alejado, Rubén pasó para sentarse primero seguido por Mangel. Éste observó el lugar con sus ojos oscuros. Una chica rubia lo saludo y le guiñó un ojo, Rubén se percató de esto así que simplemente hizo lo que le decía su interior, agarró la barbilla de Mangel y le plantó un beso que el moreno respondió de la igual manera, para luego separarse y sonreír.

—Controla esos celos, mi sumiso.

—Oh, mira, de repente ese mes sin follar se han vuelto tres meses sin follar.

Uncover 2.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora