4.

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Cheeto suspiro cuando envió aquel mensaje a Rubén, no quería que su amigo se negara pero sabía que probablemente haría eso, ya que aquel día era el cumple de Mangel. ¿Cómo pensaba en salir de fiesta cuando su amigo ya no podía?

Pero la contestación de Rubén le llego enseguida.

«En cinco minutos estoy ahí, estoy cerca de tu casa.»

—Bien—dijo Cheeto mientras buscaba el chat de Alex para avisarle que hoy saldrían con Rubén y su amigo también le contesto que en pocos minutos ya estaba.

Cheeto se dirigió hacía su habitación pero antes de entrar, observo una foto de Mangel que tenía colgada en la pared y se la quedo viendo por unos segundos.

—Lo siento, chaval. Pero tiene que avanzar. Es lo que tu hubieras querido—dijo él a la foto mientras negaba con la cabeza, sintiéndose idiota por hablarle a una foto y entro a su habitación para buscar su ropa.



Rubén toco el timbre de Cheeto para avisarle que ya estaba ahí. Su amigo le respondió que ya bajaba.

—Hola—dijo una voz a su espalda, cuando Rubén giro ahí se encontraba Alex sonriendo.

—Hola, enano—dijo Rubén mientras chocaba puños con su amigo.

Antes de que pudieran decir algo más, salió Cheeto. Los tres se dirigieron hacía el coche de su amigo para montarse y dirigirse a la disco que habían planeado ir Cheeto y Alex.

— ¿Cómo estás?—le pregunto Alex a Rubén desde el asiento de copiloto, mientras giraba un poco su cabeza para ver a su amigo que observaba sus manos en el asiento trasero.

Los ojos de Rubén chocaron con los de Alex y sonrío un poco.

—Estoy bien—dijo y miro por la ventana—. ¿Recordaron que hoy...?

—Es el cumple de Mangel, sí—dijo Cheeto mientras doblaba a la izquierda para luego acelerar.

Luego de eso ninguno más hablo. Cuando llegaron al lugar, había muchas personas pero aún así el portero reconoció a Cheeto y a los demás y los dejo pasar.

—Hace tanto que no veníamos aquí—dijo Alex mientras suspiraba.

—Lo sé—respondió Cheeto mientras buscaba la barra con la mirada.

—La última vez que venimos fue con Mangel y Sofía—dijo Rubén sin expresión alguna.

Sus amigos lo miraron y luego se miraron entre ellos haciendo una mueca.

—No me acordaba, lo siento, Rubén...—empezó a disculparse Cheeto.

—No pasa nada—dijo Rubén mientras sonreía pero en cambio sus manos estaban hecho un puño—. Vamos, necesito alcohol en mi cuerpo.

Los demás asintieron mientras seguían a Rubén hasta la barra.

Cogieron varios tragos y luego se pusieron a buscar una mesa para poder charlar. Pero Cheeto reconoció a alguien.

—Vengan—dijo mientras se acercaba a un chico—. Hey, chaval, cuánto tiempo.

El chico se dio vuelta para ver a Cheeto y sonrío apenas lo vio. Tenía el cabello castaño oscuro, con rulos cayendo por su cara, estaba bronceado, sus ojos verdes observaron a Alex mientras lo saludaba también y luego a Rubén, que sonrío bien ampliamente cuando lo vio.

—Uh, que idiota soy—dijo Cheeto mientras observaba a Rubén—. Rubén te presento a un amigo de Argentina, se llama Matthew.

—Un gusto, Matthew—dijo Rubén mientras estiraba la mano al chico para saludarlo.

—Que onda, amigo—dijo Matthew con el acento argentino bien marcado, Rubén sonrío por ello.

Cheeto y Alex se miraron y sonrieron a la vez.

«Perdón, Mangel—pensó Cheeto, sintiendo que traicionaba a su amigo—. Perdón.»


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¡HOLA! ¿Cómo se encuentran?

Bueno, bueno... Matthew... ya lo iremos conociendo más adelante a ese amigo Argentino ahre

Gracias por todo el apoyo, en serio. Son lo mejor.

Quererlos.

¡NO HAY PAN PARA TANTO CHORIZO!

Uncover 2.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora