Capitulo 6: ¿Por qué me besaste?

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Steve estaba tumbado en su cama, exhalando el aire tibio de sus pulmones. Viendo el techo de su alcoba. Su cabello húmedo, su torso descubierto, vistiéndose solamente con un pantalón de pijama. Se cubrió los ojos con el antebrazo y suspiró el aire que contenía en su caja torácica. Rogers se encontraba en una encrucijada extremadamente peligrosa. El calor comenzó a hacerse presente en su rostro, lo sentía sofocándolo. Descendiendo hacia su pecho, bajo su esternón y precipitando a su corazón violentamente. Frotó sus muslos y humedeció sus labios... percibiendo ese característico sabor dulce, con un toque a vodka barato y una pizca a metanfetaminas. Su mano libre apretó las sabanas con fuerza y se volteó quedando de lado como un niño. Se abrazó a la almohada frotando de nuevo sus muslos entre sí.

-¿Por qué? ¿Por qué me besaste?- Murmuraba en su privada soledad.

Su saliva sabía a él, sus labios anhelaban más, mucho más de esa boca que por escasos segundos lo doblegó. Por instantes olvidó siquiera su nombre, perdió la memoria y el juicio cuando aquel tuvo contacto con sus sensibles labios. Steve Rogers experimentaba una excitación que no sabía cómo disminuir. Intentó duchándose pero no sirvió, el fuego pasional regresaba, burbujeándole bajo la piel, y muy profundo en su cuerpo. No quería estar así, porque estaba solo y su cuerpo reclamaba el calor de la piel que despertó todo lo que ahora sentía.

¿Se arrepentía? Por supuesto que no, aunque la tarde y las actividades planeadas para entonces se desviaron demasiado pronto y sin autorización de ninguno de los dos. Aquello había sido su primer beso... y para el americano fue demasiada intensidad en tan poco tiempo. Huyó, corrió como su cuerpo se lo permitió. ¿Y él? Estaba sumido en efectos secundarios de fármacos, sin posesión de voluntad propia como para no sucumbir a sus instintos. Tal vez aquella tarde no fue la indicada para ellos, o tal vez sí.

Cinco horas antes

Departamento Romanoff-Barnes

Steve y James habían planificado reunirse después de clases para la traducción de los textos del americano, pero al castaño se le pasó la hora por alto. Regresó a su apartamento, subió las escaleras porque el ascensor hacia más de una década que no funcionaba y ya estaba acostumbrado a los escalones. Él solamente pensó en invertir las horas del día en un buen libro, de historia, específicamente sobre la unión soviética. Le interesaba el tema desde que encontró ese texto empastado en una de las cajas con pertenencias de sus difuntos padres, al parecer a ellos les gustaba leer una variedad de libros interesantes.

Ese día pensaba acabar un capítulo más pero alrededor de las 15:30 se sintió preso, cautivo dentro de las paredes de su alcoba. Dejó su lectura colocando un marca libros de cartulina entre las páginas al ponerse de pie y caminar hacia la puerta, la que abrió al girar el pomo y halarla hacia su persona. Así atravesó el umbral avanzando por el estrecho pasillo hacia la cocina compacta. Fue directamente al frigorífico de donde se sirvió un vaso de agua y regresó de la misma manera a su habitación, se acercó a la mesa de noche y del primer cajón sacó un frasco con decenas de pastillas recetadas por su doctor. El sujeto debía de merecerse un trofeo por haber resultado ileso a los efectos de agresividad de Barnes cuando los fármacos perdían función sobre su sistema nervioso.

Experimentando una secuencia peligrosa de instintos violentos tuvo que optar por ingerir dos de estas tabletas de 500mlg cada una. Era riesgoso pero su organismo se acoplaba rápidamente a las dosis altas y estas perdían efectividad sobre su cerebro víctima de episodios de auto tortura psicológica. James padecía de los nervios desde muy temprana edad, exactamente desde el accidente automovilístico donde él estuvo presente y quedó huérfano en su totalidad. Recordaba el hecho detalladamente como nadie podría, y era eso lo que producía pesadillas, horas de ansiedad que le robaba la respiración, asfixia psicológica, y una serie de traumas. Incluidos su brazo izquierdo de donde todos sus huesos era de titanio, había sufrido fracturas en toda la extremidad más para no desgraciarle aun más la vida al niño se decidió practicarle una tardía intervención quirúrgica donde rearmaron su brazo. Mientras crecía se le fueron cambiando los huesos de metal hasta la actualidad, conservaba las cicatrices. Las de sus piernas también.

[Fanfic]Unidos por la misma desgracia[Stucky]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora