22. Tour de verano

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Somnolienta, con una taza de café gigante en la mano a medio terminar en una mano y un bolígrafo marcando sobre un listado en la otra. Esa era yo a las dos de la mañana de un 5 de julio preparándome para acompañar a mi novio y mis mejores amigos a su gira de verano. Ropa, listo. Guitarra, listo. Reserva de dinero, listo. Cepillo, peine, y todas esas cosas importantes, listo. Mi laptop cargada, listo. Teléfono cargado, listo. Continué marcando mi lista hasta llegar al final y ver que no olvidaba nada. Cerré las maletas y las bajé de la cama para llevarlas a la puerta. Al dejarlas, le di el último gran sorbo a mi café y fui a la cocina a enjuagar la taza. Me puse las zapatillas y saqué un abrigo por las dudas si hace frío siendo tan temprano en la mañana. Mi teléfono sonó y con la voz dormida dije.

—Hola amor.

—Hola—respondió Kendall—, y vaya que estás dormida—bromeó—. Ya estamos en la puerta y ya pasamos por Tori, solo nos faltas tú. ¿Quieres que suba a ayudarte?

—Sí, por favor—dije en un bostezo—, si levanto algo estando así, me voy a romper un pie.

—Ok, ya subo—dijo entre risas para cortar la llamada. Abrí la puerta del apartamento y  comencé a sacar las maletas como pude. Cerré la puerta y giré dos veces la llave. Oí la puerta del ascensor abrirse y vi a Kendall saliendo de ahí rápidamente para ir a ayudarme, olvidando de cerrar el ascensor.

—En serio, ¿cómo hacen para madrugar de tan temprano?—me le quejé cuando ya lo tenía frente a mí.

—Y es el trabajo, amor. Un día tu harás lo mismo—respondió depositando un beso en mis labios.

—No, yo seré inteligente y no madrugaré cuando empiece mi gira de verano—refuté volviendo a bostezar. Él rió y solo tomó la maleta de mano mientras yo llevaba el carrito y la guitarra.

—Descuida amor, tendrás tiempo para dormir en el bus—dijo cerrando el elevador y apretando el botón de la planta baja. Dejó un beso en mi sien y rodeó mis hombros con su brazo libre.

No sé como mis ojos se mantuvieron abiertos para encajar la llave de salida en la cerradura, pero lo hice. Cuando ambos salimos del edificio completamente, me quedé anonadada por la enormidad del bus de gira de los chicos. Y porque no solo era uno, sino dos.

—Claro, ¿y cómo rayos pasa esto desapercibido de ciudad en ciudad?—pregunté curiosa.

—No lo hace—respondió el muchacho rubio—, pero el nuestro es cómodo, cabemos todo y el de Dustin y los demás también—me abrió la puerta del bus y dijo—tú sube, yo voy a dejar tu equipaje—. Kendall se fue y yo entré para encontrarme con Tori jugando como niña con Logan, James y Carlos. Más que madrugada, parecían las tres de la tarde para este conjunto de inmaduros.

—Sigo preguntando cómo tienen energía siendo tan temprano—dije dejando mi guitarra junto al sillón.

—La costumbre—se justificó Carlos.

—Pero Tori estaba igual o peor que tú—continuó Logan—, pero le di dos Red Bull y ahora parece el Correcaminos—miré a mi amiga, quien estaba muy alegre y saludándome con una enorme sonrisa en el rostro, todo por los efectos de la bebida energética—, si quieres te doy una a ti también, Jules.

—No, gracias, prefiero recuperar las horas de sueño—dije recorriendo el bus, y encontrando una confortable cama—. No me molesten, voy a estar durmiendo. Los quiero—grité. Me tiré sobre la cama y apenas mi cabeza se apoyó contra el colchón, caí dormida.

Hundida en el sueño, había perdido la noción del tiempo y tampoco los ruidos, que seguro produjeron mis compañeros a lo largo del viaje, interrumpieron mi larga “siesta”. De repente, comencé a sentir que no podía dormir más y me alejaba del sueño que estaba teniendo; empecé a abrir de a poco los ojos y me encontré con una imagen muy bella. Los enormes ojos verdes de Kendall me miraban con dulzura y parecían estar concentrados sobre mí. Aunque al principio la imagen no era lúcida, apenas pude ver bien, marqué una pequeña sonrisa.

runaway love ➤ {schmidt}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora