Capítulo 4

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Katniss.

He pasado la mayor parte de esta semana sedada, recostada pensando en todo menos en mí, comiendo lo que me traen y deseando que Peeta estuviera aquí.

Prim y mi madre no han venido a verme, Gale sólo vino aquella vez y Johanna, a quien rescataron con Finnick, Beetee y conmigo, pero que iba en otro aerodeslizador, viene a robarme la morfina de vez en cuando.

No he sabido mucho sobre la bebé, he tratado de preguntarle a mis enfermeras, pero ninguna me ha dado respuesta, así que asimilé que lo peor había sucedido, al igual que con Peeta.

He tratado algunas veces de escaparme del hospital, pero por más que encuentre el mejor econdite, ellos me encuentran, me sedan y me traen aquí nuevamente.

Una de las tantas enfermeras que he visto entra a dejarme el desayuno, le pido que lo deje en la mesita junto a mí y ella se dispone a retirarse.

- ¡oiga, espere! - la detengo.

- ¿sí, señorita Everdeen?

- Mellark, está en mi registro, búsquelo - refunfuño - ¿podría por favor decirme de una buena vez cómo se encuentra mi hija? ¿ó es que tengo que esperar toda la vida a que alguien me dé un diagnóstico decente?.

- mire, niña, le diré algo, y espero no me tome a mal, pero nadie le dará respuesta de eso en éste momento, aún está siendo evaluada. Y a mí, personalmente, me importa poco lo que le pueda suceder a su hija, viva o muerta no me afecta en nada, así que evite preguntarmelo a mí de nuevo, ¿sí?.

Me levanto pese al dolor y pongo mis manos, sin importarme mis dedos vendados, alrededor de su cuello.

- malnacida, ¡retractate!.

En un instante la puerta se abre.

- ¡Katniss! - Johanna entra, evitando que mate a la estúpida enfermera.

Logra retirar mis manos de su cuello.

- ¿qué crees que haces, imbécil, quieres un psiquiatra? - me dice Johanna.

- ya tengo uno - digo sin importancia.

- ¿qué te hizo esta idiota?

- insultó a mi hija, no puedo permitir que haga eso.

Johanna la mira de manera asesina - vete antes de que la descerebrada te mate.

La enfermeta se va corriendo y Johanna se sienta junto a mí en la cama.

- ¿me quitarás mi morfina hoy?

- no, hoy no, sólo vengo de visita, me hace bien estar aquí contigo. ¿has sabido algo de la niña?.

- nada, ya ni me molesto en acariciarla, asumí que está muerta y que abortaré naturalmente en unos días. Sé que mi cuerpo tiene que deshacerse de lo que queda de ella.

- no te limites a pensar eso, ¿sabes?, mi madre me decía que los bebés se estimulan con la voz de su madre, ¿por qué no lo intentas?.

- no quiero llevarme otra decepción.

- ¡inténtalo!, tengo el presentimiento de que aún hay vida dentro de ti.

- sólo un intento, ¿sí?, no creo que funcione, pero si con eso dejas de fastidiar, lo haré.

- lo haré. ¿hace cuánto no le hablas?.

- desde que entramos a la arena, creo.

- ¿ves?, hará de hacerle falta escuchar la voz de su mamá.

Suspiro y miro vientre, internamente me ruego que funcione.

He tenido éste pequeño discurso ensayado desde que me vi en el aerodeslizador, pero no me había atrevido a hablarle a ella.

- hola, pequeña, soy mamá - suspiro nuevamente y le doy caricias sutiles - siento no haber hablado contigo hace tiempo, estaba tratando de salvarte a ti y a papá - nada, ni con la mención de Peeta. Miro a Johanna, y ella me hace ademanes de que continúe - hija mía, no sabes lo triste que se ha hecho mi vida desde que dejaste de moverte - mis caricias son más cariñosas ahora - extraño mucho el como se sienten tus manitas moviéndose dentro de mí, y no dejo de imaginar que algo malo te ha sucedido. Pequeña, quiero que sepas, que estés donde estés, mamá te ama más que a nada en éste mundo - una lágrima solitaria se escurre por mi mejilla - princesa, muevete para mamá, por favor, hazme sentir que estás viva.

Me obligo a detenerme, no puedo con esto.

- siento haberte obligado a hacerlo - Johanna se disculpa.

- no te preocupes, de todas formas necesitaba sacar todo es..

Me veo interrumpida por un pequeño golpecito, casi inexistente, en mi pancita.

Mis ojos se abren como platos. Tomo la mano de Johanna y la llevo frenéticamente a mi vientre.

- ¡creo haber sentido algo!

Pronto, las dos sentimos un nuevo movimiento, ¡está viva!, ¡mi niña está viva!.

- ¡oh, mi niña! - con una mano abrazo mi vientre y con la otra lo acaricio - te amo, princesa - suelto una risita llorosa y me limpio las lágrimas - sé fuerte, mi cielo, resiste un poco más, te prometo que estaremos bien.

Tal vez fui un poco dramática, tal vez fue cuestión de hormonas, pero el sólo hecho de pensar en perder a mi niña me destruyó completamente.

- ¡te dije que funcionaría! - dice Johanna victoriosa.

Y funcionó.

Locked inside myself (Sinsajo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora