❛ I had heard plenty of awful things about him and I knew they were all true. ❜
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una sudadera y un chico.
viernes 9:37 pm
— Aquí tienes, un trago.— Vilde me entregó mi primera bebida, mientras ella ya estaba en su segundo conteo.
Vilde se dirigió a Eva, que estaba demasiado borracha como para caminar en línea recta. El aire olía a una mezcla de hierba y alcohol. Se sentía casi tóxico. Este olor me era muy familiar. Salí por la puerta trasera y me quedé fuera para tomar aire fresco. Aunque, no hizo una diferencia ya que más personas estaban fumando, el aire fresco todavía se sentía mejor que el calor de los cuerpos que se acumulaba en el interior.
Dejé mi cerveza, aún intacta, directamente frente a mí, para que nadie pudiera meter nada en ella y frotarme los brazos. No lo pensé bien. De pie fuera sin chaqueta en el invierno en Noruega no era la elección más inteligente. Sin embargo, no estaba lista para volver, así que soporté el frío, y bebí esa cerveza.
— Saskiaaaa.— Eva arrastró sus palabras mientras me rodeaba con los brazos, dándome un buen soplo de aliento que estaba bebiendo alcohol. Me encogí, alejando mi cabeza de la suya.
— ¿Qué tal si lo dejamos esta noche?— sugerí, empujando su cuerpo fuera del mío y tomándola en mis brazos.
— ¡No! — empujó mis brazos fuera de ella y corrió de nuevo a la casa llena de los adolescentes borrachos y drogados que conocían esta rutina en las fiestas como si fuera una religión para ellos.
Decidí dejarlo esta noche y fui a buscar a Noora. Ella nos llevó desde que rara vez tocaba el alcohol y esperaba que se fuera conmigo. Por supuesto que nunca elegí conducir no importa lo poco alcohol que tomara, así que esperaba que no se haya ido. Tomé la pequeña cantidad de cerveza que quedaba en mi vaso y respiré hondo antes de regresar a la casa.
Empujé de pasó a la gente de la escuela que realmente no me agrada en absoluto. ¿Por qué estaba yo aquí? Diablos, ni siquiera sabía de quién era la fiesta, y mucho menos la casa.
Después de hacer básicamente una ronda completa alrededor de la casa, concluí que ella no estaba aquí. O por lo menos no podía encontrarla en ninguna parte, y no tenía sentido preguntarle a Vilde o Eva, ya que estaban demasiado borrachas para recordar algo. Intenté pedir a otros que parecían lo bastante sobrios, pero nadie tenía idea.
Saqué mi teléfono y tecleé el nombre de Noora para enviarle un texto. No me molesté en tratar de llamarla y hablar por sobre la música que seguía siendo tan fuerte por fuera.
Saskia: ¿Dónde estás?
Me quedé allí con los ojos pegados a mi teléfono, esperando que Noora me respondiera en segundos. Sabía que después de un minuto o algo así de estar de pie ahí, iba a ser en un tiempo. Me senté en el sorprendentemente vacío sofá de cuero que tenía platos vacíos y gorras amontonadas en él. Todo lo que tenía que hacer ahora era anticipar la respuesta de Noora.
