Nada sucedió

1.4K 169 15
                                    

Amely despertó con dolor en los parpados, la cabeza la palpitaba con un fuerte dolor y tenía la garganta seca y adolorida

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Amely despertó con dolor en los parpados, la cabeza la palpitaba con un fuerte dolor y tenía la garganta seca y adolorida. Sobretodo, la molestia se concentraba en los lastimados lóbulos de sus orejas.

Se sentó en la cama, mareada y con innegables ganas de vomitar. No quería abrir los ojos, puesto que tenía miedo de encontrarse en aquella lóbrega habitación, rodeada de esas muñecas, con un extraño ideal de perfección. Aún así, en algún momento debía enfrentarse a la verdad: había sido raptada y seguramente más adelante, sería torturada.

Quería llorar y desahogarse, tirarse del cabello y preguntarle al cielo por qué le estaba sucediendo eso a ella. Comenzó a sollozar, temblores recorrían su cuerpo menudo y dolor quemaba en su agobiado corazón. 

Abrió los ojos.

Estaba en su habitación: reconocía el viejo y raído tapiz rosa pálido de las paredes, su mesita de noche y la pila de libros de romance y fantasía. Se levantó con cuidado de la cama, temía que sus débiles piernas no soportarán el peso de su cuerpo y caminó titubeante hacía el baño. 

¿Podría todo haber sido un sueño? ¿Una pesadilla generada por su imaginación e inducida por la casa de muñecas que su madre le había traído a regalar? Todo se había sentido tan real, incluso se sentía exhausta al no poder descansar nada en toda la noche y sin lugar a dudas, le dolían las orejas.

¿Estaría sugestionada por la pesadillas? Debía ser aquello, pensó Amely, ya decía ella que cómo era posible que cinco chicas a rebozar de cirugías estéticas para parecerse a muñecas la raptaran de su casa ¡Por Dios, incluso podía escribir una historia con aquel sueño! 

Se desperezó y entró en el cuarto de baño, más al mirarse al espejo no pudo evitar gritar aterrada. El reflejo era de una chica demacrada, con espesas ojeras bajo su mirada azulada y opaco cabello marrón que disparaba en todas direcciones, tenía los labios pintados de rojo intenso y rodeando sus ojos habían pestañas postizas, puesta irregular y deficientemente. 

Amely comenzó a arrancarse aquellas cosas mientras intentaba eliminar el color carmesí de sus labios, abrió el grifo y dejó el agua correr, se lavó el rostro y tomó una respiración profunda antes de mirarse de nuevo. 

Tenía la piel de rostro tirante y enrojecida por la violenta manera en que había intentado quitarse aquello. Los ojos también estaban enrojecidos y su piel, aunque era normalmente pálida, tenía una coloración gris enfermiza.

Su madre entró corriendo al baño, mirando todo el lugar como si hubiera una amenaza.

— ¿Qué ocurre? — Eliana analizó a su hija de los pies a la cabeza y su mirada se detuvo en sus orejas, notando los lóbulos enrojecidos y unos nuevos pendientes púrpuras — Si querías ponerte zarcillos sólo debías decírmelo, cariño.

La mirada de Eliana se detuvo en la aguja sobre el mesón del baño, nunca hubiera pensado que su pequeña hija se aventuraría a hacerse aquello sola.

No obstante, Amely lucía conmocionada, pálida y fuera de sí, como si hubiera visto un espectro.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La Casa de las MuñecasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora