Tantas mentiras y a mi me preocupa ir con mis amigas. Tantos crímenes y yo solo pienso en mi futuro. Tantas muertes y me preocupo por llegar a los 80. Soy egoista, y no voy a decir que me calma saber que todos lo somos. Nacemos y morimos solos. Ento...
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El viernes llegué resignada a mi casa. Tenía que encontrarme con este chico, Marco Rune, para las clases de matemática.
Mierda si que odiaba matemática. Después de un largo día, tomé una ducha profunda y cálida. Salí y me vestí con calma. Pollera larga azul, remera negra suelta y una colita para remarcar mis mechas de colores. Me puse sandalias y suspiré. Coloqué mi mochila de colores al hombro y bajé las escaleras. Tenía que aprobar la materia.
Ya en el porche de mi casa me decidí a observar la dirección de este chico. Que carajos. Era en la misma cuadra... Alzé la mirada y a lo lejos vi el numero. 244. Yo vivía en la 245. Y Marco era mi vecino.
Me encogí de hombros y caminé. Distraida, comenzé a cruzar la calle, y una moto frenó a dos centímetros de mi.
-¡QUE TE JODAN!-exclamo al chico que se saca el casco y me mira asustado. Bonitos ojos.
El chico no dice nada y arranca despacio la motocicleta, estacionandola en frente de la casa de Marco. Frunzo el ceño y cuando se baja lo tomo del brazo.
-¡Hey! Pide perdón aunque sea.-Digo mientras lo observo. Me sacaba mínimo dos cabezas, morocho y con facciones algo grandes. Era guapo, pero aun así había algo en el que no coordinaba.
El chico me mira... ¿indiferente? Se voltea y camina hasta la casa. Oh, claro. Era Marco.
-¿Eres Marco verdad?-Pregunto siguiéndolo hasta que abre la puerta de la casa. Menuda mansión.
No contesta, pero supongo que lo es ya que me deja entrar y coloca sus cosas en un perchero. La casa/mansión es grande, luminosa, con grandes ventanales tapados por cortinas blancas y un salón mas grande que toda mi casa junta. Suspiro fascinada y lo miro.
Estaba dispuesta a decir algo, pero la madre de Marco aparece y me sonrie un poco.
-¿Calypso Haydee? Los directivos nos dijeron que vendrías-Se acerca y me saluda, yo sonrio de costado y asiento-. Supongo que ya habrás conocido a Marco-Lo mira con desdén.
-Sí, salí de mi casa y lo encontré entrando aquí.
-Marco, sube a tu habitación. Dejame hablar con Calypso unos segundos.
Rune vira los ojos y sube con pesadez las escaleras de marmol blanco.
-Mira Calypso... Marco...no es de hablar mucho, ¿Sabes? Tiene un pequeño... problema. Padece de mutismo selectivo.
La miro extrañada. Muti que.
-No es muy usual, menos a su edad. Básicamente, prefiere no hablar... menos en momentos sociales. Solo con las personas que le caen bien, con las que se siente cómodo. Tu pareces simpática, quizá logres su confianza.
Sonrío de costado tratando de ser amable. Me mandan a un mudo a enseñarme matemáticas. Qué.
-Así que...espero que pueda ayudarte en matemática, puedes subir. Segunda puerta a la izquierda-vuelve a sonreir y se aleja hacia donde supuse estaba la cocina.
Subo las escaleras siguiendo las indicaciones de la madre de Marco y toco la puerta. Ningún sonido viene así que abro levemente. Rune aparece, abre la puerta delicadamente y me indica que pase. Debería ser paciente si quería oir su voz.
Me señala una silla y me siento. Su habitación es grande y luminosa, una cama de dos plazas, una computadora, armario, y un sillón. Podía ver una puerta que seguro daba a un baño privado. Estaba sentada delante a un escritorio, Rune se sentó en frente mio y sacó un par de carpetas.
-Copia eso-Fueron sus primeras palabras, señalandome diversos ejercicios. Simplemente asiento y comienzo a escribir.
Mi tarde se basa en eso. Hacer ejercicios, preguntar dudas y que Marco respondiera simplemente escribiendo en mi hoja, marcando errores. Estaba algo abrumada, no me gustaba que no se comunicara.
-Terminamos-Dice seco y yo sonrio.
-¿Vuelvo el viernes que viene?-Rune asiente y yo me acerco a saludarlo pero el se corre y me ofrece su mano.
Alzo una ceja, algo enojada y confundida. Ignoro su mano, tomo mi mochila y salgo disparada hacia mi casa.