Un viaje al norte

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Con las indicaciones de su abuela, Yoltic viajó con los españoles por varias semanas hacía el norte, lo que hoy se conoce como Chihuahua en lo recóndito de la sierra madre occidental, ahí habitaba una tribu que huyó de los españoles, resguardándose en las montañas. Para los viajeros fue difícil encontrarlos, en primera instancia por su vida seminomada y por las grandes cualidades para huir de los extranjeros. Tras el largo viaje y encontrándose en territorio de la tribu comenzaron a perder camino, parecía que las medidas tomados por aquél pueblo al que los españoles conocían como tarahumaras, resultaban bastante efectivas, después de caminar sin rumbo seguro por una hora encontraron un pequeño niño que antes de poder si quiera hablar corrió hasta perderse de la vista.

Yoltic propuso seguir el camino de aquel niño con la intención de encontrar al resto de su pueblo, sin embargo después de un trayecto corto, perdieron todo rastro y entonces nuevamente apreció una pequeña niña que de igual forma que el anterior corrió en dirección norte, está vez los viajeros corrieron tras ella, pero al rodear una gran roca la perdieron de vista, ya un tanto alterado el señor Felipe se comenzó a preguntar si es que aquellos niños no los estaban haciendo caminar hacía circunstancias peligrosas.

Felipe pidió a su esposa volver, recordándole que él ya no tenía varita y habían hecho mal en seguir sin ella; cuando se disponían a regresar, de entre las rocas apareció una bella mujer de piel morena y cabello largo y negro, debería de tener alrededor de 30 años. Para sorpresa de los Villafuerte y Yoltic, la mujer los saludó en un fluido español, se acercó y pidió disculpas por no recibirlos en su tribu, ya que resto de su pueblo no confía en los de afuera.

Aclarando la situación para sus visitantes, a sabiendas de que no entendían como es que ella los estaba esperando, le informó que sabía que eran mágicos y que ella misma era una bruja y además una vidente, de las mejores de su tribu. Ante tal afirmación Leonor se sintió extramente feliz, el viaje tan largo había rendido frutos, ya que más allá de encontrar algunas plantas medicinales durante su viaje, no habían podido encontrar algo más de interés.

La mujer que decía llamarse Bimori comenzó a hablar a los extraños, le dijo que un sueño tuvo la visión de que tres personas estarían en su búsqueda, más no sabía cuándo llegarían, hasta hace unas pocas semanas fue que tuvo la visión que aclaraba más el panorama de su encuentro. Felipe con un tono de incredulidad pidió alguna prueba de los poderes de la mujer, a lo que una simple sonrisa y un movimiento de manos logró hacer que el cielo se nublara y soltara una ligera llovizna, entusiasmada por el acto, Leonor preguntó a Bimori acerca de su visión y por qué ese encuentro debía suceder, Bomori en tono tranquilo les respondió que sus destino ya no se encontraba en aquel país del que provenían y enseguida tocando la mano de Joven Yoltic, sus ojos tomaron un tono blanco lechoso y su voz sonó metálica: "Cuando el frío cale sus huesos y entiendan que son seis para ser quinientos los arboles ocultarán sus secretos y un nuevo hogar se revelará"

Esa profecía no aclaraba de ninguna forma las ideas de los viajeros; después de no hablar por mucho rato, Yoltic pidió una explicación a la señora Bimori, pero esta le contestó que no sabía su significado, ustedes tres tienen un destino juntos y juntos deberán de descifrarlo.

Después de esas palabras, Bimori se despidió sin dar oportunidad de pedir más explicaciones a aquellas personas. Una vez solos, Leonor le dijo a su esposo que tendrían que permanecer juntos y tratar de cumplir aquella profecía, Felipe recordó la urgencia de viajar a su país para conseguir una nueva varita, sacando de entre sus ropas la varita rota, Leonor con un tono de molestia le recordó a su esposo lo que Bimori les dijo, que su destino ya no estaba más en aquel lugar.

Interrumpiendo la conversación de los señores Villafuerte, Yoltic finalmente tomó el valor para pedir prestada la varita de Felipe para examinarla, el dueño de la varita con un atisbo de duda le concedió aquella petición. Yoltic Examinó la varita de pies a cabeza mientras la pareja seguía discutiendo su destino. Finalmente llegaron a la conclusión de que se quedarían e intentarían buscar el destino que aquella mujer desconocida les había lanzado. Interrumpiendo nuevamente, Yoltic preguntó a Felipe por su varita, cómo haría para conseguir una nueva si no viajaban de nuevo a España, a lo que Felipe contestó con todo casi de burla, que ya vería cómo conseguía una nueva o que al fin todos por aquí parecían lanzar hechizos simplemente con sus manos y que de una u otra forma aprendería.

Yoltic quedó fascinado con la estructura de la varita rota de Felipe, comenzó a interrogar a la pareja acerca de cómo se hacían, lo cual ninguno de los dos sabía, le contaron que había magos especializados en ese arte y que Felipe tuvo que viajar hasta Inglaterra para conseguir la suya, por su cuenta, Leonor le dijo que ella la compró en España, una varita de avellano con centro de fibra de corazón de dragón, aclarando a Yoltic que la combinación de madera con propiedades mágicas y un núcleo de una substancia mágica producían las varitas. Todas esas anécdotas enriquecieron el deseo de Yoltic por aprender el funcionamiento de aquellos artilugios.

Ante el gran interés por parte de Yoltic por las varitas, Felipe decidió entregarle su varita rota, pues él ya no le encontraba ninguna utilidad. Yoltic la tomó con gusto y en su viaje de regreso comenzó a reunir varas de árboles que a su perspectiva se sentían mágicos. Leonor y Felipe no lo contradijeron en ningún momento, pero no creían que Yoltic pudiese hacer algo con todo aquello, ya que ni siquiera era un mago y aun le faltaban los núcleos difíciles de obtener si no tienes una varita propia.


Colegio de Magia JwátarhuWhere stories live. Discover now