3. câlin inattendu

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Calum se despertó al notar que alguien tocaba la puerta, se puso una remera blanca, jeans y zapatillas y abrió la puerta, era una de las señoras que traía el desayuno.

- Buen día, señor. ¿Quiere que le ofrezca algún platillo para desayunar? - dijo la señora con una sonrisa.

- No. Iré a buscar algo por mi cuenta. - escupió Calum y sin decir nada más salió de la habitación del hotel.
El chico si tenía modales, su mamá lo había educado muy bien, pero tal como decía su madre él era un mal aprendido, no un mal educado. La señora no merecía que Calum la tratase así y él lo sabía muy bien, pero él es así, nada ni nadie lo puede cambiar. 

Llegó al piso de abajo del hotel y habían mesas con chicos de excursión, debían ser compañeros de Delilah. También estaba lleno de ancianos y adultos. No aguantaba tener a tanta gente al rededor.

Lo sorprendente es que nadie lo había reconocido. El era el mismísimo Calum Hood, bajista de 5 Seconds of Summer. Quizás su banda no era tan reconocida como ellos creían, pero igualmente le resultó demasiado extraño.

Pidió la comida y fue directo a sentarse en algún lugar libre.

- ¡Hey, fuma churro! ¡Aquí hay un lugar libre! 

Era ella, otra vez. A Calum ya le parecía insoportable, parecía que todo el tiempo lo estaba buscando y eso le molesta demasiado, tanto, que hasta estaba pensando en cancelar los planes que tenía hoy con ella. Era imposible que fuese una fan, lo habría reconocido inmediatamente y sobresaltarse todo el tiempo.
Él la miró, la ignoró y fue a sentarse en un lugar apartado de ella.

Café con sándwiches tostados. Se había sentado en un lugar donde podía ver televisión perfectamente, estaba viendo el partido de fútbol de Argentina contra Brasil. Siempre se quedaba impresionado con el talento que tenía Lionel Messi para jugar, hasta una vez se quebró el tobillo tratando de hacer un movimiento exacto al de este jugador. 
Años atrás el había ido a Brasil para jugar un torneo de fútbol, pero más allá de esto siempre le gustó Argentina, no sólo por Messi, sino también por Maradona. Dos increíbles leyendas del fútbol mundial, también le gustaba mucho Pelé, pero Messi y Maradona eran sus favoritos.
Una voz y el ruido de una silla lo interrumpió. No jodan, era ella otra vez. Conociendo a Calum, en cualquier momento la manda a la mierda. Era insoportable.

- Hola. Tenías un lugar libre en mi mesa. - dijo con una sonrisa.

Calum la miró, levantó las cejas e hizo un leve movimiento de hombros, como diciendo ¿y qué quieres que haga?" o un "no me importa", era prácticamente lo mismo. Delilah lo miró y agachó su cabeza.
Él no despegaba su vista de la comida, y cada tanto levantaba la vista para seguir mirando el partido, ignorándola completamente. Estaba esperando a que se fuera, pero parecía que ella no entendía la indirecta.

- Uh, entonces, ¿sigue en pie lo de hoy? - dijo Delilah, un poco tímida.

- ¿Qué cosa? - dijo Calum sin despegar la vista de su café. Sabía de qué estaba hablando, pero le gustaba jugar un rato con las personas.

- ¿En serio? Habíamos quedado en que tú y yo íbamos a- 

- Mira, Dileilah, no me jodas, ¿sí? - la interrumpió pronunciando mal su nombre. Esta vez la miró a los ojos con cara amenazadora.

- ¿Qué te pasa, el porro te afectó? 

- ¿Qué quieres de mi? No me dejas ni un puto minuto tranquilo. Vete de una vez, déjame en paz.

- De ti no quiero nada, imbécil. Además, para tu información, es DILAILAH, no Dileilah, idiota. - dijo ella y se levantó bruscamente de la silla, yendo para su mesa.

Calum se levantó bruscamente, la alcanzó y la agarró del hombro, llevándosela afuera del hotel.
Llegaron a la vereda y él la soltó bruscamente. Delilah se agarró el hombro y pudo ver que, causa del apretón, le quedó marcado el brazo.

- Escúchame princesa, nunca vuelvas a insultarme delante de todo el mundo, ¡¿me escuchaste?! 

- Púdrete, Calum. Yo diré lo que se me cante el culo, y tú no eres nadie para decirme que hacer y que no. 

- ¡Cállate! ¡Déjame en paz! Eres insoportable, ¿nunca te lo han dicho? ¡Eres insoportable!

Delilah lo miró y él pudo notar como se acumulaban lágrimas en sus ojos.

- Mira como me dejaste el brazo. - levantó la manga de su remera - Mira, Calum. ¡Mira!

Él apenas miró lo rojo de su brazo y cerró fuertemente los ojos, corriendo su cabeza para el costado. 

- ¡Mira, cobarde, mira! - ella se acercó a él y le mostró más de cerca su brazo.

Abrió los ojos y vio la marca de su mano en la piel blanca de Delilah, tragó saliva y respiraba con fuerza, con una cara de horror. Sentía vergüenza mezclada con tristeza. Pensó a sí mismo que era un monstruo, se estaba por convertir en su padre. Un monstruo. Se estaba convirtiendo en lo que había jurado no ser nunca en su vida.

Él la miró a los ojos por unos segundos, las lágrimas le estaban por salir. Delilah lo miró fijamente con un poco de confusión.

La abrazó.

- Lo siento. - soltó. Ella se paralizó por unos segundos y luego le devolvió el abrazo. Calum trataba de no sollozar, pero Delilah sabía que estaba haciendo fuerza para no hacerlo. 
Él no sólo lloraba por estar a punto de convertirse en su padre, sino en todo lo que estarían pasando Mali Koa y su mamá dentro del hotel con ese "hombre". Todo este tiempo llevaba esa carga en su espalda y no tenía modo de desahogarse, no tenía a nadie con quién hablar sobre eso y tampoco tenía un hombro para llorar. Estaba solo, completamente solo en Francia. 
Calum la soltó y se sentó en el cordón de la vereda, con las manos en su cabeza. No sabía que hacer, estaba perdido, todo lo que el quería estaba a punto de irse por el drenaje. 
Delilah se sentó a su lado y acarició su hombro. A él no le agradaban las muestras de afecto, pero decírselo en ese momento y además luego de haberla abrazado sería otra pelea más, que no sería capaz de soportar tampoco.

- Calum, mírame. - el obedeció - No sé que te está pasando en este momento, pero aunque nos conocimos hace tres días, quiero que sepas que si lo deseas puedes hablar conmigo sobre lo que te plazca, ¿sabes? Lamento haberme comportado así de insoportable, es que... yo... no lo sé, quería ser tu amiga. No me doy cuenta de las cosas que le molestan a los demás. Lo lamento, de verdad. 

Hood bajó la vista al suelo, no le salían las palabras para expresarse. No es que no tenía sentimiento alguno, le costaba decir cómo y lo que sentía, por esta razón era frío y rebelde. 

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VOLVÍ. Perdón, no tengo mucho tiempo para escribir, espero que sepan disculpar. 




- - Agus


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⏰ Last updated: Jan 09, 2017 ⏰

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the not so cliche calum's storyWhere stories live. Discover now