—El psicólogo te está esperando— ¡Oh! Me había olvidado completamente de eso.

—Oh, lo siento, lo olvidé.

—Claro.

—Sí.

—¿Nos podemos ir ya? Te llevaré hasta allá, no queremos que se te olvide el camino.

—Claro— le dije cerrando la puerta detrás de mí. No tenía otra opción.

Una vez que llegamos a la oficina del psicólogo. La señora Harris me empujó suavemente dentro y cerró la puerta.

No me moví por un momento. El Dr. Newman estaba sentado detrás de su escritorio. Él no era el tipo de médico con el pelo gris y una foto de sus nietos en su escritorio. Era un hombre joven, tal vez de unos treinta años. Tenía el pelo corto y negro pegado a la cabeza y ojos oscuros.

Me sonrió, —Bienvenida, Fleur.— no me sorprendió escuchar que me llamara por mi nombre. El tenia mi archivo por lo que básicamente sabía todo sobre mí —Toma asiento.— dijo cortésmente.

—No gracias.

Suspiró, pero mantuvo su sonrisa, —Por favor, toma asiento— su tono era suave. Di un paso hacia la silla frente a su escritorio y me senté, —¿Cómo estás, Fleur?

—Estoy bien— mentí descaradamente.

—¿Estás segura?

—Sí, ¿Puedo irme ahora?— Le pregunté sabiendo perfectamente la respuesta para esa pregunta. Pero bueno, tenía que intentarlo.

—No, ¿Por qué no empezamos con un poco de honestidad? ¿Cómo estas realmente?

—Ya le dije que estoy bien.

—Fleur, no puedes reprimir tus emociones para siempre.

—No estoy reprimiendo nada.

—¿De verdad? ¿Echas de menos a tu madre?— Inmediatamente las lágrimas inundaron mis ojos, desvié la mirada.

—No la menciones.

—¿Por qué no?

—Simplemente no lo hagas.— me limpié una lágrima.

—Fleur, mírame— contuve las lagrimas, —Estoy aquí para ayudarte, para escuchar. Sé que duele, y la manera más fácil es reprimir, hacer como si el dolor no estuviera allí. Pero está ahí, Fleur, justo allí— apuntó mi pecho —Tienes que enfrentarlo, asimilarlo para que puedas comenzar a sanar. Tus padres están—

—No lo digas— Pedí interrumpiéndolo. Nos quedamos en silencio durante unos segundos.

—Bien, vamos a tomar las cosas con calma. Pero tienes que esforzarte.

—¿Esforzarme?— Le pregunté, poniéndome de pie, —¡Usted no sabe nada acerca de mí! ¡No sabe nada de dolor!

—Fleur, siéntate.

—¡No! Estoy haciendo un esfuerzo todos los días para levantarme y seguir viviendo. ¡Lo perdí todo! Ese bastardo me quitó a mi familia— mi voz se quebró —No tengo nada, sólo recuerdos ... y he intentado mantenerlos fuera de mi cabeza porque ¡Duelen! Me duele cada vez que recuerdo a mis padres o a mi hermana pequeña.

—Fleur, respira.

—No, usted quería que hablara de mis sentimientos. Bueno, ahi los tiene. No tengo nada más que dolor dentro de mí.— trato de tomar una respiración profunda pero el aire se atora en mi garganta, —Me odio a mí misma porque estoy aquí... respirando mientras ellos se pudren en su tumba.

Fleur: Mi desesperada decisión ✔️[Darks #0] ¡Ya en librerías!Where stories live. Discover now