Capitulo XXV

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"La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado."

-Gabriel García Márquez 

Capitulo XXV

Las palabras de Pierce resonaban en mi cabeza.

Podía perderme en esos ojos grises, tan profundos. No podía creer que él pensaba que yo era fuerte, nunca me había consideraba como una persona fuerte. Pierce me acarició la mejilla suavemente, utilizando el pulgar para limpiar mis las lágrimas.

—No llores.— susurró, su voz sonaba tan suave, —No me gusta verte llorar, Fleur.

—Yo... solo ...— no terminé mi oración, mi voz débil.

—Shhh.— me atrajo hacia él y me abrazó, enterré mi cara en la curva entre su cuello y hombro. Al instante, su olor me calmó. Me sentí segura y protegida en sus brazos. Incluso yo no sabía por qué estaba llorando. Nunca nadie me había entendido como Pierce lo hacia.

Su historia fue tan triste y yo sabía que probablemente había enfrentado mucho dolor, mucha culpa como yo lo había hecho.

Su voz me relajaba, —Todo va a mejorar, Fleur. Sé que se siente como si este dolor va a hacer eterno y que nunca podrás ser feliz plenamente pero si lo serás, te lo prometo.— besó mi pelo.

No sé por cuanto tiempo nos quedamos así, simplemente no me quería mover, quería mantenerlo cerca de mí. Me hacia sentir a salvo y eso era algo que pensé que nunca volvería después del asesinato mi familia.

¿Qué es este sentimiento dentro de mi? Esta sensación de paz y tranquilidad que él me produce.

Pierce no solo era un chico que me gustaba mucho, era más que eso, y eso me asustaba un poco. Me eché hacia atrás, rompiendo el abrazo, mis sollozos finalmente se había detenido. Pierce se me quedó mirando en silencio. Todavía no podía creer que él me hubiera contado lo que le pasó para que dejara de hablar.

—Gracias.— le dije honestamente.

Pierce me sonrió, —¿Gracias? Yo estaba esperando algo como...— se inclino un poco hacia mi, —Un beso.

—¿Un beso?— No pude evitar una sonrisa.

—Sí, aunque tal vez...— sus labios rozaron los míos, —Solo deba robarte uno.— me dio un corto beso y se echó hacia atrás satisfecho —No te puedes resistir a mí, ¿verdad?

—Oh no, el idiota ha vuelto.— dije con fingido horror.

Se rió y me pellizcó la nariz, —Tonta.

—No soy una tonta, deja de llamarme así.— dije cruzando los brazos sobre el pecho.

—No soy un idiota así que deja de llamarme así.

—Pero si eres un idiota.— afirmé levantándome. Pierce me imitó, poniéndose de pie también.

—Entonces eres una tonta.

—Mi Dios, eres tan infantil.— me alejé del borde, no me gusta estar tan cerca de él, ya estaba oscureciendo.

Pierce envolvió con sus brazos alrededor de mí desde atrás. Salté por la sorpresa.

—¿A dónde crees que vas?— Preguntó, su aliento rozó mi oído, haciéndome temblar. Él puso sus manos en mi cintura y me dio la vuelta fácilmente. No podía evitar sonrojarme ante su cercanía. Me sonrió —Te gusto mucho, ¿No?

Bufé, —¡Pffft! ¡Por supuesto que no!— Negué con la cabeza exageradamente. Pierce rió, y me di cuenta de que amaba el sonido de su risa. Dios, realmente me gustaba mucho.

Fleur: Mi desesperada decisión ✔️[Darks #0] ¡Ya en librerías!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora