Capítulo XVI: The Kids Are All High

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Tampoco estorbaba para que una niña tan joven tuviera esa actitud de amargura prematura el hecho de que no se llevaba nada bien con sus compañeros. No los odiaba, ojalá fuera así, eso implicaría que al menos tuviera una impresión sobre ellos, pero era indiferencia lo que sentía.

Sin poder esperar por la impaciencia el momento en que la hora marcara el fin de las clases para poder largarse a su casa y aislarse como la adorable antisocial que a su lustro de edad ya era, entró a su aula con la misma expresión de desdén y desprecio del año pasado, y al tener su clase un número de alumnos impar, ocupó la misma silla sin compañero que tanto le gustaba.

La profesora, la señorita Langley, entró al aula con noticias importantes.

—Clase, primero que nada, feliz comienzo de año, espero que la hayan pasado muy bien durante el receso del verano. Para comenzar este nuevo ciclo, vengo a presentarles un nuevo alumno.

La maestra hizo una seña hacia afuera del salón y un pequeño niño medio cansado y mal encarado ingresó al frente del aula.

—Puedes presentarte, joven —le dijo la docente.

—Está bien, como sea —dijo el niño con actitud desafiante—. Me llamo Jake Zabrocki, tengo cuatro años, me acabó de cambiar desde el norte de la ciudad. Me gustan los videojuegos, el rugby y las películas de terror.

—Sí, ¿cuál es tu materia favorita, Jake?

—No sé, supongo que dormir.

La maestra quedó sorprendida por la respuesta del pupilo que provocó las risas unidas de la clase.

—En fin, ¿alguien quiere preguntar algo al nuevo compañero?

—Sí, ¿puedo? —preguntó un niño de lentes levantando la mano.

—Claro, Kevin —dijo la maestra.

—¿Podemos llamarte «Jackie»?

Mmm, no lo sé. ¿Podrías seguir caminando si te rompo las piernas? —planteó Jake ante el resto del grupo, que al igual que la propia maestra, quedó impresionado, y no de buena manera.

Todos mostraron miradas de desaprobación o franco miedo ante la pose amenazadora del niño, todos, excepto una alumna a la que le cayeron muy en gracia las palabras pasivo-agresivas (quizá más agresivas que pasivas) del nuevo estudiante.

Allyson debía admitir que era, de hecho, divertido, y su risa no pudo ser disimulada. Al ser oída por los presentes, la mirada de Jake se transfirió a la niña risueña en cuestión.

—Como sea, toma asiento, por favor —pidió la maestra a Jake.

Siendo el asiento doble de Allyson el único libre, el chico se dirigió hacia su compañera.

—Hey, hola, chico nuevo.

—Hola, tú.

—Perdón, me llamo Allyson.

El joven fue algo cortante en un comienzo, y es que al final de cuentas, a pesar de su evidente bravuconería, no cambiaba el hecho de que era un niño nuevo por su cuenta en un lugar desconocido. Un extraño en una tierra extraña, y durante buena parte de la clase permaneció callado y evasivo.

—¿Estás dibujando algo? —Allyson le preguntó a su compañero, que rayaba con un objeto su banca.

—Solo estoy marcando mi territorio —le respondió Jake.

Allyson vio que lo que su compañero de banca estaba haciendo era marcar con una pequeña navaja el dibujo de una calavera pirata.

—¡Deja de hacer eso! Te van a descubrir.

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