Draco Malfoy (3/3)

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- Al fin Bajaste. - Murmuró sentado de forma intranquila, estaba todavía vestido con su ropa habitual, su cabello estaba desordenado como si el viento acabara de desordenarlo, te acercaste a él mientras te miraba con duda en sus ojos.

- La cama estaba muy cómoda esta noche. - Murmuraste sentándote al otro extremo del mueble, aun insegura de sus movimientos. - ¿Dónde estabas?

- Aquí. - Respondió enseguida bajando la mirada.

Asentiste sin creerle, lucia desorientado, en su rostro había más ojeras que ojos en sí y no dejaba de pasar sus manos por sus piernas, sin dudarlo tomaste sus manos entre las tuyas y murmuraste. - Todo está bien Draco, estas aquí, conmigo. - Sus tristes ojos azules miraban fijos los tuyos, sostuvo tus manos y bajo la mirada avergonzado, duraron así un rato hasta que se tranquilizó, te separaste un poco de él y esperaste a que alguien hablara.

- Si algo malo ocurre, promete recordarme así. - Soltó mirando la chimenea. Asentiste en un suspiro y él sonrió un poco al verte. - Te estas cayendo del sueño T/N.

Controlaste tu bostezo. - No es así Malfoy, dormí todo el día. - Él sonrió un poco más. - Ve a dormir, por una noche que no seas testaruda no morirás. - Obedeciste, te levantaste regañadientes aun sosteniendo el cojín, y antes de subir por las escaleras se lo lanzaste chasqueando la lengua. - Eso es lo que tú no sabes.

La fría brisa traspasaba lo grueso de tu sweater verde con una gran "S" tejida en el medio, tratabas de escabullirte con sigilo entre los pasillos del colegio mientras la luz de tu varita permitía que vieras por donde caminar para evitar tropiezos, esa noche decidiste darte un paseo nocturno con la esperanza de encontrarte a tu amigo nocturno, quien tenía varios días haciendo vigilancia ya que no había cumplido una seria de horas como prefecto, faltando al código de la escuela.

Segunda a la derecha, dos escaleras y una a la izquierda, murmurabas mientras pasabas por los lugares más recurridos del castillo, saliste al exterior al pasar por el puente que conecta las dos torres. La oscura noche adornaba los matices de las fachadas del castillo, y te abrazaste más los hombros cuando el frio toco con más fuerza tu cuerpo, tus pensamientos fueron sucumbidos cuando escuchaste un grito. - Alto allí.

Te detuviste asustada y te giraste con cuidado, al voltear viste el ceño fruncido de Draco y su varita firmemente apuntada hacia ti, relajo su cuerpo al reconocerte y caminó con determinación hacia ti, te sostuvo de los hombros mientras gritaba. - ¿¡Qué coño hacías aquí T/N!? ¿¡Acaso estas dementes!?, No sabes a que demente te puedes encontrar. - Sorprendida gritaste de vuelta. - ¿¡A otro idiota con placa de prefecto!?

Draco abrió la boca para discutir y solo bajó la cabeza en un suspiro de rabia, aun sosteniéndote con firmeza.- Vine a traerte un pedazo de torta que mando mi madre, cabeza de rábano.- Volvió en si extrañado, lo miraste con odiosidad y respondiste la pregunta que aun él no había formulado.- Llevo días sin verte, y mírate, apenas puedes con tu alma, le pedí que nos mandara un poco para que récor..- No continuaste al ser interrumpida por los labios de Draco sobre los tuyos, se separó rápidamente sorprendido, ni él creía lo que acababa de suceder, te tomó dos segundo analizar la situación y sin perder el tiempo te acercaste a él y ambos se encontraron en un beso apasionado, pudo haber sido la adrenalina, pudo haber sido el ambiente o solo pudo haber sido los sentimientos, pero de lo que estabas segura es que lo estabas besando y él te estaba besando a ti devuelta.

Sus manos sostenían tu rostro y las tuyas lo abrazaban por la cintura, sus beso era suave y a la vez fuerte, sus labios eran rápidos y su perfume, su maldito perfume llegaba todos tus sentidos, ¿Acaso deseabas esto desde hace tiempo?, O al menos, ¿Alguna vez te imaginaste besarte con aquella persona?, terminó su beso con una pequeña mordida en tu labio inferior y al separarte lo primero que pudiste ver fueron sus labios rojos por la acción y sus mejillas sonrojadas, ninguno de los dos habló y el silencio fue su aliado en su caminata hacia la casa de Slytherin, y antes de que alguno de los dos dejara la sala común el hablo.- Aún quiero el pastel.- Y sonreíste al entregársela y sonreíste de nuevo cuando volvió a dejar un beso en tu labios antes de retirarse a su habitación.

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