Cena con el bobo y babeante babuino.

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Su cara de pasmo no tuvo precio.

Es lo que tiene ser la hija de su jefazo. También estaban allí los chicos que se habían burlado de Cameron en la recepción, y se escuchaban sus risillas mal disimuladas por toses.

Mi padre se dirigió hacia mí y me pasó un brazo por la espalda.

- Hija, preséntate. - Dijo con un tono que pretendía ser cariñoso pero que no engañaba a nadie.

Tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para no poner los ojos en blanco.

- Pues... Bueno, me llamo Paula, umm... Smith. Tengo... - Me vi interrumpida por mi padre.

-Así está bien hija, ya está. - Su tono ya ni pretendía ser cariñoso, y mi rostro se encendió de vergüenza y furia. Me aparté de su abrazo ligeramente apretándome contra Cameron.

Este a su vez, decidió que ya era hora de sentarse. Solo quedaban dos sillas, una al lado de la otra. Mierda. Esto me pasa por llegar tarde.

Me pregunté que pensarían los demás comensales sobre que hubiéramos llegado juntos a la cena.

Cameron me pegó un ligero codazo para sacarme de mi ensoñación, me aparté de mi padre y nos sentamos en sendas sillas.

Estábamos rodeados por los amigos de Cameron, que se reían sin disimulo alguno y nos señalaban. Me fijé especialmente en un chico que estaba sentado en la otra esquina de la mesa, parecía tímido y aunque escuchaba lo que le decían sus amigos, no parecía que fuera partícipe en las burlas.

Cameron se puso a hablar con los cafres de sus colegas y yo me quedé incómodamente callada, removiendo sin demasiada hambre la comida que había en mi plato.

Uno de sus amigos tomó la iniciativa y se presentó.

- Hola, ¿Paula, verdad? Me llamo Blake.

Le sonreí tímidamente al joven rubio que me había hablado. Era bastante menor que yo, pero se notaba que iba a ser muy atractivo cuando fuese mayor.

- Hola, Blake. ¿Tú también estás en la Magcon?

Conversamos un poco más, y uno a uno se fueron presentando todos los chicos. Me parecieron muy agradables, en contra de la opinión que tenía formada sobre cualquier persona que se relacionara voluntariamente con Cameron.

Uno de ellos, (no recordaba cual era su nombre), nos miró con picardía.

- ¿Cómo es que habéis llegado juntos? ¿Qué estabais haciendo?

Su tono indicaba que sin duda alguna no habíamos estado haciendo manualidades, precisamente.

Bueno, puede que sí. Pero de otro tipo.

El chico callado, Shawn, creo que se llamaba, puso los ojos en blanco.

Cameron intervino antes de que pudiese hacerlo yo.

- Cosas. Paula, ¿cuánto decías que te debía? Trabajillos extras incluidos. - Le lancé a Cameron una mirada que pretendía remover los infiernos y clavarle una estaca.

- Vaya, yo también querría nena, si tienes tiempo - Dijo otro guiñándome un ojo.

Sus amigos ya no disimulaban la risa en absoluto, y sentí que mi rostro enrojecía en una mezcla entre furia y vergüenza. Los ojos se me aguaron ligeramente, y justo cuando iba a pegarle a Cameron el golpe de su vida o a echarme a llorar, Shawn intervino.

- ¿Y si os calláis de una puta vez? Dejó de tener gracia hace tanto que ya ni lo recuerdo.

El resto corearon en disgusto y me dieron ganas de levantarme e irme.

Le lancé una mirada de agradecimiento, con una trémula sonrisa que él me devolvió.

- Shawn, no te pongas celoso. Si tienes dinero, hay para todos. - Dijo Cameron.

Ya no aguanté más, agarré mi copa de vino y le tiré su contenido a la cara.

Seguidamente, me levanté resoplando de furia, con tal fuerza que tiré la silla, y me fui corriendo de la sala. Mi padre ni si quiera se dio cuenta.

Al llegar a la puerta del ascensor, le di al botón y me quité los tacones frustrada.

Odiaba con toda mi alma a Cameron. Un par de lágrimas rodaron por mis mejillas.

Me apoyé contra la pared y me dejé caer lentamente al suelo, hasta que acabé sentada con los tacones en la mano. Me sequé las lágrimas con el brazo al tiempo que veía aparecer una silueta por el pasillo.

Era Shawn.

Al verme, sonrió con alivio y vino a trote hacia donde me encontraba.

Se sentó a mi lado y me miró.

- Lo siento mucho. Te juro que no sé lo que le pasa a Cameron. No suele ser tan mezquino.

- Lo dudo mucho. - la voz me salió ligeramente ronca.

Puso su mano en mi hombro y me apretó reconfortantemente.

- ¿No tendrías que volver a la cena?- le pregunté pestañeando para contener las lágrimas.

- No realmente. No me apetece estar con ellos en ese plan.

Le sonrío, y las puertas del ascensor se abren.

Shawn se levanta y me coge la mano para ayudarme a incorporarme.

-¿Quieres que te acompañe a tu habitación?

- ¿No creerás que soy puta de verdad, no? - exclamé airadamente.

La cara de Shawn fue para foto.

- ¿Qué? ¡No! Yo solo... ¡No!- No puedo contener más la risa, y le pego un golpecito cariñoso en el hombro.

- Tranquilo, nunca he dudado de tus nobles intenciones. Claro que puedes acompañarme.

Llegamos a mi planta y él se aparta para que pase.

- Las damas primero.

Tengo una sensación de deja-vù impresionante, pero Shawn sí que me deja pasar.

Le dirijo una gran sonrisa.

Cuando llegamos a mi puerta, Shawn me coge de la mano y deposita un suave beso en mi dorso, dejándome sin aliento.

- Buenas noches, Paula. Que tengas dulces sueños. - "Solo serán dulces si tú apareces en ellos." Pienso, pero no me atrevo a decirlo en voz alta.

Y se va, dejándome petrificada y con una sonrisa estúpida en el rostro.

Show me heaven •||• Cameron Dallas - Shawn MendesWhere stories live. Discover now