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N o m b r e: Caroline Collins
E d a d: 17

Te amo, yo más

Desperté, y miré para todos lados, diablos era solo un sueño. De repente, escuche que alguien se acercaba a mi habitación, paso a paso y cada vez más cerca.

-Toc, toc-

Era mamá, pronunciando unas aterradoras palabras.

-Despierta cariño, primer día de clases, y tu nueva escuela te espera.

-¡Genial, nueva escuela! clases otra vez, qué felicidad- respondí sarcásticamente mientras me volví a acostar tapándome la cara con la almohada.

Me pregunté quien fue la persona que inventó la escuela, imagino que alguien sin nada que hacer que quiso condenarnos al sufrimiento, haciéndonos esclavos de ese lugar. Pero realmente lo que me preocupara era ser "la nueva" aquella a la que todos mirarían como bicho raro y harían miles de preguntas, o quizás he visto demasiadas películas. 

-Caroline, basta de berrinches. Levántate y ve a ducharte -dijo mamá con un un tono determinante y sutil al mismo tiempo.

Era la persona con menos ganas de vivir en el mundo, peeeero el mundo es de los que lo conquistamos cada día -bromeo-. Finalmente me levanté y camine hacia al espejo. Me miré en el y observé mi cicatriz que tengo a un lado de mi cachete derecho, me pasé suavemente los dedos por ella. Hace dos años sufrí un accidente automovilístico junto con mis padres mientras visitábamos a la abuela durante las vacaciones de verano, no recuerdo bien lo sucedido pero la única afectada fui yo. Ellos cuentan que estuve en coma durante tres meses, me perdí mi cumpleaños número 16 incluso, pero a pesar de aquel terrible accidente, mis padres salieron ilesos. En ocasiones, me siento insegura, las personas suelen observarme, pero he aprendido a lidiar con ello.

En fin...

-¡Caroline!, es tu primer día debes verte fenomenal-me dije a mi misma- tomé un mechón de mi cabello que caía sobre mi rostro y lo solté- rayos mi cabello no me favorece en lo absoluto, pero ¿Qué mas da? Alcé los hombres y comencé a cepillarlo poco a poco a la final para que peinarme, la vida es muy corta como para hacerlo todos los días. Además, ni que fuera a conocer al mismísimo rey de Inglaterra sólo iré a la escuela.

Mi apariencia no era como la de París Hilton o como de una Kardashian, pero tenía lo mío. Mi cabello es tan negro como el pelaje de una pantera, mi tez es pálida y mis ojos tenían un tono azul como el cielo. Tengo unos labios tan finos que cuando hablo se ven todos mis dientes con mi perfecta sonrisa, -los brackets desde cuarto año hicieron lo suyo- nada deseables a mi parecer, pero por suerte saque, saqué la nariz de papá, fina y perfilada.

Terminé de "peinarme" y comencé a vestirme. Abrí mi clóset y tomé unos jeans rasgados y apretados una camisa roja a cuadros y mis vans rojas.

(Mire la hora en mi teléfono)-7:49 am

-¡Diablos, es tarde!

Bajé corriendo los escalones, ahí estaban mis padres tomando el desayuno. Mi papá traía una camisa blanca y una corbata azul marino, leía el periódico como todas las mañanas junto con su infaltable café. Mamá aún estaba preparando unos hotcakes mientras veía las noticias. Mi madre era ama de casa y papá es gerente en el concesionario de carros más famoso de la ciudad. Casi no paso mucho tiempo con papá, pero jamás me ha hecho sentir fuera de la ecuación de su vida, siempre dice que soy su princesa, y se preocupa mucho por mí. Soy hija única, mis padres no pudieron tener más hijos, a veces me siento muy sola, pero no es problema, ellos siempre me hacen sentir su amor. Admiro la pareja que son mis padres siempre unidos y apoyándose en toda adversidad.

-Me acerque a la mesa donde papá leía su periódico y tomé una manzana, -Adiós mamá, adiós papa.

-Come algo cariño, hice tu desayuno favorito -dijo mamá.

-Gracias mamá, pero voy tarde. Comeré algo en el camino. Los amo -dije al apuro mientas cerraba la puerta-

-Nosotros también cariño -dijo mamá.

-¿La amamos verdad?-preguntó papá en un tono sarcástico.

-No digas estupideces Josh, es obvio, es nuestra única princesa. Y come rápido que se te hace tarde.

Salí corriendo de casa y alcancé el autobús escolar, mientras pensaba en mi fatal destino llamado "Escuela".

El autobús se detuvo frente a mi casa, las puertas se abrieron y subí. De repente, un estruendoso sonido se escuchó al cerrarse las puertas del autobús, mientras aceleraba lentamente. Levanté la mirada y muchos asientos estaban ocupados, había muchos adolescentes con el mismo terrible destino que yo, pero, como lo sospeché, muchos me miraron como un  extraño espécimen, "raro", habían adolescentes de todos los estilos, nerds, rockeros, niñas fresas, deportistas entre otros. Y allí estaba yo, Caroline, sin la menor idea de donde sentarme, sintiendo que ningún asiento era el indicado, Di unos pasos y, de pronto, encontré un asiento vacío junto a la ventana. Me senté puse, puse mi bolsa sobre mis piernas, tome mis auriculares y esperé a llegar.

BAJO EL ÁRBOL DEL AMORWhere stories live. Discover now