Destornillador

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Apenas tenía ya fuerzas, él me seguía arrastrando y me iba alejando más y más de la puerta de mi salvación.

- ¿Qué... Qué vas a hacerme ahora?.- pregunté con un hilito de voz.

Él bajó la mirada y rió.

- Ahora llega mi momento favorito del juego, mi antiguo juguete se lo pasó mejor que yo. Ya viste como sonreía cuando la encontraste.

Se refería a la limpiadora, mi destino estaba escrito.

Me llevó a un aula cercana de allí, me tiró a un lado y empezó a preparar la cuerda de la que me iba a colgar, sabía que por mucho que quisiera no iba a poder correr de él está vez. Fue ahí en un momento de lucidez dónde reparé en lo que había cogido del cuarto de limpiadoras, aún lo llevaba encima y si tenía suerte, tal vez pudiera posponer mi muerte un poco más.

- Así está bien- dijo.

Me levantó del suelo y empezó a colgarme de las manos.

- ¿Puedo hacer una última sugerencia?- pregunté.

- Ooh, esto es nuevo. Ningún juguete hasta ahora había tenido la molestia de hacer una propuesta- se rió.-Adelante.

- Ya que hacer esto tiene que ser monótono para ti ¿Qué te parece si mejor jugamos a la gallinita ciega?

Vi cómo se quedó extrañado por un momento y al terminar mis palabras saqué rápidamente el botecito de mi bolsillo y le rocíe el ojo de lejía. Me soltó y caí al suelo, me levanté lo más rápido posible y le clavé el destornillador en el cuello. Me golpeó y salí disparado hacia la pared, agarró el destornillador y se lo sacó, tirándolo lejos. Empezó a sangrar pero, para mi sorpresa y estupefacción, su sangre tenía un color como verdoso.

- ¿Qué demonios eres?- le pregunté.

Soltó un alarido furioso mientras golpeaba ciego a diestro y siniestro.

Un Asesino En El InstitutoWhere stories live. Discover now