Capítulo 4: Confianza

1.2K 198 28
                                    

Capítulo 4: Confianza

.
.
.


Se podría decir que se había acostumbrado.

Llevaba ya... ¿seis meses? con esa vida, en ese lugar, y de hecho podía afirmar que era... «cómoda».

No se podía afirmar que quisiera quedarse ahí por siempre, seguía teniendo ansias de libertad, pero no quería marcharse del todo. Quizá fuera porque llevaba demasiado tiempo fuera y necesitaba un techo y algo parecido a comida —pese a que seguía manteniendo en pie su afirmación de que no era comestible—.

Tal vez, y lo más probable, era debido a la presencia de cierto castaño. Se sorprendía a si mismo pensando en lo que podría o no incomodar o gustar al pequeño Tsuna.

La diferencia en la actitud del niño era notable en comparación a cómo era los primeros días en los que convivieron.

A veces sonreía, pocas, pero lo hacía. Era fugaz, un segundo en el que si no lo veías, te lo perdías, pero no había visto una sonrisa más cálida y sincera que la que el castaño tenía, y se preguntaba por qué no lo hacía más a menudo.

También veía un ligero brillo de alegría en sus orbes chocolate cuando estaban juntos, en su habitación, sin hacer nada más que lo de siempre. Tsuna dibujando mientras él leía.

Sin embargo, solo se comportaba así cuando estaba a solas con el azabache —cosa que no sabría calificar de bueno o malo— y todavía no había pronunciado palabra.

Pero también el castaño tenía un mal hábito. Diariamente, y de alguna manera, le perdía de vista y se iba a sabía Dios dónde, regresando deprimido.

Suponía que se iba a duchar, pues siempre venía con su cabello mojado con olor a miel, pero no sabía por qué venía entristecido.

Le había preguntado acerca de ello, pero Tsuna no lo había querido contar.

Más bien, le había explicado —mientras temblaba, cosa notoria en su dibujo— que no se lo decía porque no «quisiera», sino porque no «podía». Dos términos muy diferentes que tenían en alerta a Kyoya.

El castaño tenía miedo, a algo, a alguien. Presentía que era más bien la segunda opción, y teniendo en cuenta el dibujo que le había dado aquel veinticinco de diciembre —el cual habría analizado con detención— suponía que había alguien que le estaba atando a aquel orfanato, que no podía salir de él y que, si lo hacía, tendría graves consecuencias.

Escuchó un silbido, por reflejo echó la cabeza hacia la derecha, evitando una bala que salió por la abierta ventana que estaba mirando hacía unos instantes.

—Te he llamado dos veces, has tenido suerte de que haya una tercera —se había olvidado por completo de que se encontraba en la clase de matemáticas con uno de los profesores más temidos, y su favorito.

Era un carnívoro, no como los demás herbívoros profesores. Con patillas rizadas, cabello azabache y orbes del mismo color, vestido con sombrero y traje, Reborn no tenía ningún reparo en disparar a sus alumnos cuando estos no prestaban atención.

Sí, disparar con un arma de verdad que aún no sabía cómo había logrado ingresar al orfanato, pero no era muy dificil adivinar que no había alguien que le dijera «no» sin salir herido.

Sorprendentemente, Tsuna le había dicho que era uno de sus profesores preferidos. En eso concordaban.

—Resuelve el problema, y espero que lo hagas bien —sonrió, y sabía que era una amenaza. Lamentablemente para el mayor, las matemáticas no se le daban mal, menos cuando eso era cosa de niños herbívoros.

Dessins pour toi |DPT #1|Where stories live. Discover now