Capítulo 2: Problemas de familia.

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El final del lápiz golpeaba repetidamente la frente de un Naruto sentado frente a su escritorio con la hoja en blanco. No había forma de que le saliera nada artístico pese a que pensaba y pensaba. La música al otro lado de su pared le hizo terminar de desconcentrarse. Su hermano mellizo ya estaba haciendo de las suyas como de costumbre.

Con un notable cabreo, cogió el stick que tenía colgado en la pared y golpeó contra ella intentando que su hermano bajase el volumen. En esa casa nadie podía concentrarse. Para mayor frustración de Naruto, su hermano seguía sin bajar el volumen de la música, así que abrió la puerta de la casa y caminó descalzo como iba y con su pantalón corto por el pasillo hasta llegar a la puerta contigua. Golpeó ésta con el stick una vez más.

- Dei... baja el volumen, no puedo concentrarme – le gritó para que le escuchase.

Deidara abrió la puerta al instante, encontrándose a su hermano con el cabello revuelto, cara de desesperación y un carácter de mil diablos.

- ¿Desde cuando te molesta la música alta? – preguntó Deidara extrañado, puesto que Naruto solía ponerla aún más alta que él.

- Desde que tengo que concentrarme para un trabajo.

- ¿Un trabajo? ¿Tú? – preguntó Deidara incrédulo antes de empezar a reírse - ¿Desde cuando haces trabajos? Ni siquiera en el instituto los hacías.

- Quizá me estoy volviendo responsable.

- Deja de bromear, no tiene gracia – sonrió Deidara – el año pasado hiciste todos los dibujos el último día antes de la entrega. Aún recuerdo aquel mono que dibujaste.

- Era una cacatúa en una rama.

- ¿Enserio? Parecía un mono – se reía Deidara.

- Tú solo... baja el volumen ¿Quieres?

- Basta los dos de discusiones ¿Es que no os podéis llevar bien ni un día? – intervino Minato que subía con un barreño lleno de ropa para tender.

- Habla con él, está amargado – dijo Naruto.

- No soy yo quién ha roto con el novio – dijo Deidara consiguiendo enfadar aún más a Naruto.

- Ni siquiera sabes por qué rompí con él.

- Me lo imagino – susurró Deidara.

- Parad los dos – volvió a intervenir su padre – haber si empezáis a llevaros mejor. Ni siquiera entiendo cómo habéis llegado a esta situación con lo bien que os llevabais antes.

- Pregúntale a Naruto – dijo Deidara cerrando la puerta tras él.

- Idiota – se quejó Naruto encerrándose también en su habitación.

Minato resopló. Ser padre y viudo no era nada fácil. ¿Cuándo habían crecido tanto esos dos como para que dejasen de contarle las cosas? Hacía años que ya no le contaban nada de sus vidas. Ni siquiera sabía que Naruto había roto con el novio... ni que había tenido novio, tampoco sabía que Deidara estaba amargado y es que él siempre acababa siendo el último en enterarse de todo. Ahora le tocaría arreglar aquel estropicio como siempre.

Subió las escaleras al tercer piso de la casa y abrió la puerta de la terraza para empezar a tender. Mientras el frío golpeaba sus cálidas mejillas, empezó a pensar cómo podría volver a conectar con sus hijos. Él... un famoso jugador de Hockey en sus mejores años de vida, que había abandonado su carrera por la enfermedad terminal de su esposa, todo para cuidar de sus hijos. Ahora sólo era un hombre más que se dedicaba a alquilar la pista de hielo a gente que daba clases de patinaje en ella.

Horizontes de hielo (Naruto, Naru-Sasu, Saso-Dei, Mina-Ita)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora