Capítulo cuarenta y seis.

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-A una amiga que hace tiempo que no veo –se cruzó de brazos, arrugó el entrecejo y me dedicó una mirada despectiva.

-Últimamente tu comportamiento no es el más adecuado, sales de los hoteles cuando te da la gana y vuelves cuando quieres sin importarte las consecuencias o si llegas tarde a los sitios citados. Si te dejo ir, ¿por qué debería confiar en que volverás?

Touché.

-Si me permites ir, volveré antes de que te des cuenta. Si te niegas a dejarme ir, me escaparé, y entonces podrás preocuparte porque te aseguro que no volveré –amenacé con una sonrisa encantadora. Paul curvó los labios.

-¿Me estás desafiando, Tomlinson?

-No, te advierto –soltó una risotada y se acercó más a mí. Suspiró.

-Si no estás aquí pasado mañana por la mañana, prepárate, porque me encargaré de patearte el trasero. Y ahora desaparece de mi vista antes de que me arrepienta.

Sonreí triunfante, di media vuelta y corrí hasta la habitación en la que me alojaba.

En una pequeña mochila metí lo necesario para estos dos días, cogí mi documentación y lo dejé todo listo sobre la cama.

Me duché y me preparé lo más rápido posible. Estaba eufórico. Por fin iba a verla.

Miré la hora en mi móvil. Si conseguía un vuelo temprano estaría allí pasado el mediodía.

El tiempo era oro. Cogí mis cosas y salí disparado del hotel. Llamé a un taxi y fui derecho al aeropuerto.

Pensé en llamarla, pero sería más interesante llegar allí y sorprenderla con mi visita inesperada. Además, cabía la posibilidad de que estuviera en clase.

Llegué antes de lo previsto, Diane seguramente no habría salido de la universidad y no era una opción ir a esperarla a la puerta de su casa tan pronto.

Me decanté por ir a tomar algo a una cafetería para hacer tiempo. Después fui dando un paseo y me paré en una tienda para comprar una cosa que me llamó la atención. Estaba seguro de que sería divertido regalarle eso a Diane.

Cuando llegué a la calle en la que se encontraba su casa empecé a ponerme nervioso. ¿Y si me veía su compañera?, ¿y si aparecía alguien y me fotografiaba con ella?, ¿y si está con el cabrón del que me hablo por teléfono?, ¿y si…?

Empezaba a pensar que no había sido buena idea venir, pero ya era tarde para echarse atrás.

Suspiré unas cuantas veces frente a la puerta de su casa, no me atrevía a timbrar. Tenía una mezcla interior de nervios y miedo. Me sudaban las manos. Mis pulsaciones eran aceleradas. Era una sensación horrible.

Cuando al fin me armé de valor y toqué el timbre, nadie respondió. Volví a timbrar dos veces más y nada. Supuse que todavía no habría llegado, así que apoyé la espalda en la puerta, me tocaba esperar.

Jugueteé con el móvil para entretenerme.

Llevaba media hora esperando, quizá debería llamarla. Pero si la llamaba ya no sería una sorpresa…

Secrets. {Louis Tomlinson Fan Ficción}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora