19.

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¿Alguna vez os habéis levantado por la mañana con el horrible presentimiento de que algo malo va a ocurrir? De que va a ser un mal día y te acecha algo inminente, de lo que quizá llevas huyendo un largo tiempo, más del que te gustaría reconocer. Como una pesadilla que se repite una y otra vez.

—Oye—dice Yasmin, mientras entramos por las puertas del instituto—, nunca te pregunté por lo que dijiste en tu cápsula del tiempo.

Me pongo tensa al instante. Ya ni siquiera me acordaba de eso, por lo que me ha pillado con la guardia baja. Sólo se me ocurre responder con sarcasmo.

—Lo creas o no, la gracia de una cápsula del tiempo, es tener que esperar para que se sepa lo que contiene.

Ella rueda los ojos.

—Sí, una vez pasan los años determinados, la abres, descubres lo que se dijo en el pasado... Sé de qué va el rollo. Veo que alguien se ha levantado con el pie izquierdo.

Cruzo los brazos ante su réplica y se despide de mí para irse a su clase de Economía. Yo entro en la de Literatura universal, sabiendo lo que se me viene encima. Con todos los líos que he tenido últimamente, tenía que priorizar para poder aprobar los exámenes, así que decidí dejar a Shakespeare de lado. Gran error.

La profesora me entrega mi examen. Tengo que darle la vuelta al ver la nota. Qué horror. Es la peor que he sacado en mi vida. Intento que no me afecte la cara de reprobación de la señorita Aoki.

Cuando suena el timbre, me hace un gesto para que me acerque a su mesa, mientras los demás huyen del aula. Hago lo propio.

La señorita Aoki se saca las gafas, y yo me preparo para que diga algo que me vaya a dejar por los suelos.

—Estoy bastante sorprendida por tu nota. Siempre haces unos comentarios de texto muy bien elaborados, pero esta vez... El examen estaba prácticamente en blanco, Haley. ¿Qué ha pasado?

Niego con la cabeza, avergonzada.

—No lo sé. Siento presión porque... No sé—repito, y siento tanto agobio que noto picores por el cuerpo. Me esfuerzo mucho por no ponerme a llorar, aunque lleve aguantándome toda la hora—. Lo siento. Tal vez... tal vez no sea lo mío.

Quiero decirle que en realidad sí lo sé, que últimamente siento que estoy atrapada en una cinta de correr y que por mucho que me esfuerce, no puedo mantener el ritmo. Quiero decirle que siento que estoy a punto de resbalarme y darme un golpe aunque no sé contra qué. Pero parece algo un tanto intenso para decírselo a alguien que apenas te conoce.

Me mira con una sonrisa casi imperceptible.

—Con todos los grandes resultados que has obtenido hasta ahora, me cuesta creer que sigas cuestionándote. ¿Sabes lo que hago yo cuando siento que la presión va a aplastarme? —la miro, expectante—Leer—río un poco—. No, en serio. A veces, nosotros mismos no podemos explicar lo que nos pasa, pero las palabras de otra persona sí pueden. Sé que puedes hacerlo mejor que esto, Haley. Dejaré que repitas el examen.

Le sonrío y asiento, juntando las palmas de las manos.

—Muchas gracias. No la decepcionaré.

Suelto una gran bocanada de aire cuando salgo de la clase. Vale, al final no ha sido para tanto, ¿no? A lo mejor este día no va a ser tan malo, después de todo.

Soy distraída de mis pensamientos cuando veo el panorama que hay en los pasillos: gente riendo, gente llorando, incluso personas discutiendo o dándose a la fuga. Brenda me coge de los hombros, sacudiéndome, para chillar:

—¡Nadie está a salvo, Haley! ¡Nadie está a salvo!

Entonces sale corriendo dramáticamente. Tuerzo el gesto. Sí, todo esto es de gran ayuda para aliviar mi ansiedad. La situación es surrealista, y no entiendo nada hasta que llego al lado de Diana.

Being number oneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora