-Nico, cállate- le dijo la Mayra.

-No te metai tú- le respondió enojado.

-Chiquillas, ¿vamos a fumarnos un puchito?- sugirió la Rou y yo me puse de pie inmediatamente.

-Cálmalo- escuché que le dijo la Mica al Jaime sin disimular y él simplemente asintió.

Estaba muriendo de frío afuera mientras veía a la Mica y la Rou fumar, yo al igual que la Mayra no fumaba, pero siempre tenía que estar como weona mirando como los demás lo hacían y la verdad es que era entretenido. Sí, me entretenía ver a la gente morir, por muy sádico que suene.

Cuando volvimos los chiquillos estaban jugando Mario Kart y todo estaba más tranquilo, hasta las 3 de la mañana que fue cuando el Nico comenzó a dar jugo y lo llevaron a la cama. No era que estuviera llamando la atención, el Nico siempre se pone así cuando carreteamos.

Es el más jugoso de todos y es normalmente chistoso verlo, pero ahora no estaba chistoso y era más que nada un cacho para nosotros, pero lo queremos igual.

Ya a las 3:30 se comenzó a ir la gente, como con el Naiko vivimos solos y nos ponemos nuestros propios horarios decidimos quedarnos para ayudar al Edgar ordenar y después irnos. Finalmente se fueron todos y quedamos los 3, bueno, 4 ya que el Nico seguía arriba durmiendo.

Antes de ponernos a ordenar, nos propusimos como meta bajarnos las botellas de copete que quedaban abiertas. No era tanto la verdad, solo era una botella de pisco que estaba en menos de la mitad y un Vodka negro.

Yo me dispuse a tomar del pisco, ya que la otra mierda no me gustaba.

Terminamos de tomar y ayudamos al Edgar ordenar, estábamos orgullosos de nuestro desempeño esta noche. No les mentiré, estaba un poco ebria, pero no lo suficiente como para ponerme a vomitar y dar jugo como otros.

-¿Está desocupado el baño?- le pregunté al Edgar mientras llevaba los vasos a la cocina.

-Anda al de arriba y aprovechai de ver si el Nico sigue vivo- me dijo y asentí.

Le dejé los vasos en el lavaplatos y le di una nalgada al Naiko que estaba lavando. Se veía muy chistoso.

Agarré mi teléfono y lo puse en el bolsillo trasero de mi pantalón.

Subí las escaleras con cuidado de no caerme. Veo que la luz del baño está prendida y una sombra. Me acerco y escucho arcadas. Entro al baño y veo al Nico con la cabeza dentro del inodoro.

-Nico- llamé su atención y me miró.

-Ayúdame- dijo con dificultad y me agaché a su lado para sobarle la espalda.

-¿Vomitaste?- le pregunté y él negó con la cabeza.

Bajó la tapa y me abrazó.

-Nico- dije en tono de advertencia.

-Te estoy abrazando no más, eri pasa rollos- me contestó molesto.

-¿Por qué no nos podemos llevar bien?

-Creo que ya hemos tenido esta conversación- reí y suspiré- no sé, porque el destino no lo quiere.

-Me importa un pico el destino. Eri una mina la raja Mía, nunca me perdonaré por haberte perdido.

-Nico, detente- me puse de pie y sacudí mis manos.

No sé cómo, pero con lo ebrio que estaba se puso de pie rápidamente y me acorraló. Buscó mis labios, pero yo moví la mirada y me alejé de él.

-Te sigo amando, Mía.

Yo lo miré y salí del baño, total, mañana no recordará esto.

Pero yo sí.

Bajé las escaleras rápidamente y busqué al Naiko. Mis ganas de mear desaparecieron mágicamente. Lo encontré en la cocina conversando con el Edgar.

-¿Nos vamos?- más que pregunta, fue una orden.

-Bueno- buscó las llaves en su bolsillo y efectivamente ahí estaban. Mi papá nos prestó uno de sus autos por un tiempo.

-¿El Nico está durmiendo?- me preguntó el Edgar.

-No, anda a verlo- le dije y besé su mejilla- chao y feliz cumpleaños.

-Cuida a tu regalo- se burló el Naiko del Nico y yo sonreí, a diferencia del Edgar que soltó una carcajada y después fingió llorar.

-Puta el cacho grande.

-Es lo que había de amigo- respondió el Naiko abriendo la puerta de la calle.

Subimos al auto y pude comprobar que estaba amaneciendo. Me puse el cinturón y el Naiko echó a andar el auto.

-¿Todo bien?- me preguntó y yo miré para el frente.

-Mejor que nunca- lo miré y sonreí.

Mia [Jaidefinichon GOTH]Where stories live. Discover now