Decir que no tenía curiosidad por saber qué era lo que le quería mostrar habría sido una mentira descarada. Desde que había aprendido a vivir con las cosas raras que hacía aquel sujeto hasta lograr adaptarse y aceptar que aquello ya no le molestaba en lo absoluto, el chico hasta llegó a ver la diversión que se escondía detrás de todo ese comportamiento infantil. Había llegado un punto en que sólo la curiosidad de lo que haría al día, al momento siguiente era todo lo que tenía Kyungsoo respecto al otro. Curiosidad y alguna especie de cariño inexplicable que no se había molestado mucho en explorar.


Es como si te gustara ese tipo con vestido.


Maldito Baekhyun. Kyungsoo sacudió la cabeza y parpadeó varias veces, intentando disipar de su mente el recuerdo del rostro burlón de su amigo y aquella frase célebre de un idiota. Sentía que el haber estado tanto tiempo encerrado con un loco y trabajando hasta cansarse ya le estaba afectando el cerebro un tanto. No era de extrañar que estuviese alucinando.


Y, a pesar de haber pensado eso, la imagen de Jongin sonriéndole mientras lo esperaba en el corredor había aparecido de forma fugaz, poniéndolo nervioso de nuevo y haciendo su corazón agitar.


Quiso bajarse del hombro del otro y salir corriendo de allí. ¿Acaso era correcto? ¿Iba a estar todo bien si él se sentía de esa forma respecto al moreno? Porque no estaba listo. No estaba listo para tener que lidiar también con ello. Estaba dándole demasiado sin fundamentos.


— ¿Los necesitas?

— ¿Uh?


Kyungsoo volteó casi medio cuerpo y miró el rostro del más alto, sin comprender a lo que se estaba refiriendo.


— ¿Necesitar qué?

— Los fundamentos. Para quererme, digo.


El pequeño parpadeó una, dos, tres veces. Parpadeó una cuarta, sin quitar la mirada de encima del otro. E inmediatamente se desparramo como gusano, sintiendo que la cara, las orejas y todo su cuerpo en general, le quemaba de la vergüenza. Jongin lo miró con burla pero en ningún momento lo soltó, divirtiéndose con cada segundo de aquella extraña reacción.


— ¿Cómo...?

— Hablaste en voz alta.

— ¡Mentira!

— Soy raro, no adivino. No puedo hacer nada con tu mente, si te lo preguntabas. Además... —el más alto acercó su rostro al del otro y dio un toque a la nariz ajena— lo llevas escrito en toda la cara, y yo puedo leer todo tipo de cosas.

— Ugh... —se cubrió el rostro—. Te odio.

— ¿Me odias? —abrió los ojos, sorprendido, el otro.

— ¡No, idiota! ¡No ves que me... !


Kyungsoo se mordió la lengua. Jongin sonrió.


— Me voy. Entregaré tu trabajo.

— Ven más tarde.



— ¡Minseok-hyung, sálvame!

¡Ponte en mis zapatos! (OS/Kaisoo)Where stories live. Discover now