Estoy seguro de que el estúpido de Baekhyun te dijo algo raro. ¡No le creas! ¡Sólo te quiere engañar! No hay nadie aquí salvo Chanyeol y él, haciendo cochinadas en frente de mí.

¡Sálvame!



De: Park Chanyeol

Kyungsoo, ¿te molestaría ayudarme con algo? El cumpleaños de Baekhyun se acerca y no sé qué diablos regalarle. ¡Sálvame!


Kyungsoo rió bajito al leer esos últimos dos mensajes. ¿Por qué de pronto todo el mundo quería ser salvado por él? No era ningún superhéroe y tampoco tenía el tiempo suficiente para pasarlo con sus amigos. Mucho menos si estaba tan cerca de una fecha límite, por dios, y el idiota que tenía como compañero de equipo prefería holgazanear en vez de ayudarlo cuando se suponía que debía de ser al revés.

Decidiendo que ya contestaría luego y que mejor volvía a la sala antes de que a Jongin se le ocurriera comenzar a hacer el tonto nuevamente, revisó el último mensaje –mandado hace menos de dos minutos– antes de guardar el aparato.


De: Holgazán con vestido.

Deja de prestarle atención a otros y vuelve conmigo.


— Estúpido... —rió, ahora sí, metiendo el móvil al fondo de su bolsillo y caminando de regreso a la sala. El moreno lo estaba esperando al final del corredor, apoyado en una de las paredes, y el más bajo se sorprendió porque, a pesar de haberlo visto hacía menos de dos minutos con un vestido inusualmente feo, ahora se encontraba vestido con ropa casual. Ropa casual de hombre. Y quiso desviar la mirada hacia otra parte porque, incluso para ser un pedante raro como él al que le gustaba travestirse por una razón bastante noble, aquella ropa le sentaba increíblemente bien. Quizás haya sido algo en la penumbra o la poca luz que se colaba por las ventanas y hacía con el rostro del otro cosas extrañas pero que lo hacían ver raramente bien, o quizás haya sido la media sonrisa que había esbozado en cuanto vio salir al pequeño del cuarto de baño pero mirado así, totalmente tranquilo y con un aire distinto, relajado y varonil, a Kyungsoo, quien terminó por frotarse los ojos de la impresión, le había parecido bastante... guapo.


Tragando saliva y con el corazón en la garganta, el editor caminó a paso dudoso hacia su dirección con el propósito de pasar de él –lo más probable era que estuviese allí para fastidiarlo– y volver al trabajo pacíficamente pero nunca hubiese esperado que el otro, ya teniéndolo cerca, lo hubiese levantado como si se tratara de un costal de papas y lo hubiese prácticamente secuestrado para llevarlo a su habitación.


— ¡Jongin, bájame ya! ¡Tenemos trabajo que hacer! —soltó estrepitosamente en su intento por zafar de su agarre. Si antes había estado nervioso, ahora estaba a punto de orinarse en los pantalones.

— Ya terminé. Sólo dame el gusto y ven conmigo.

— ¿Y cuándo diablos no te di el gusto?

— Dame el doble, entonces. Lo prometiste.


Maldiciendo en su interior, el más bajo resopló y se dejó hacer, prometiendo que la próxima vez pensaría antes de hacer o decir algo. Sobre todo si se trataba del impredecible Kim Jongin y su más que evidente buena memoria.

¡Ponte en mis zapatos! (OS/Kaisoo)Where stories live. Discover now