Capítulo 4: La primera caza.

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  "El deseo vence al miedo" —Mateo Aleman. 


¿Quieres decir qué debo someter a un gigantesco felino, solo con mis brazos? —enarque una ceja en su dirección. Jacob encogió lo hombros— No le veo el problema. Ya mataste al más grande depredador de este mundo... y sola. Un puma no será problema para ti —así como me subió el color a las orejas, terminó por caérseme con todo y alma a los pies. La imagen de Aro en la noche anterior, volvía a aparecerse en mi mente, igual de real y aterradora. Black debió darse cuenta del error cometido— Lo lamento, no era mi intención —deje de mirar a la nada con una suave sacudida de cabeza para restarle importancia. Él tenía razón, un puma no sería nada— Hagámoslo —acepté, si seguía pensándolo, terminaría arrepintiéndome y muriendo de inanición. Irónico considerando que ahora era prácticamente inmortal. ¿O no? 

Jacob sonrió, echó el cuerpo adelante y entró prontamente en fase. Ni siquiera se lo pensó en cuanto comenzó a correr, llevándome bastante ventaja. ¿Así que quería una carrera? Moví las piernas en su dirección, adquiriendo velocidad con cada zancada y alcanzando la mancha borrosa de pelos, en cuestión de segundos. La respiración comenzó a ser acelerada, pero no por el cansancio; ya no había más de eso, solo excitación. Un hormigueo que se elevaba desde las plantas de mis pies hasta el último cabello. Era sensacional.

Aprecie detenidamente mi alrededor por primera vez, la claridad era insólita a pesar de la velocidad con la que atravesábamos el bosque. El moho de las rocas, dos ardillas en una persecución por la cena y hasta la hoja más pequeña e insignificante. Cuando logre acostumbrarme a mi zancada, percibí como Jacob era el que comenzaba a esforzarse por mantenerse a mi paso. Me eche a reír de nuevo al dejarle rezagado. Lo escuché gruñir a lo lejos, quizás unos cien metros, pero no me detuve, me sentía mejor que nunca. Él frenó en seco de repente, me planteé la idea de dejarle, pero terminé girándome por compromiso. Sus ojos se clavaron en los míos.

— ¿Qué? —cuestione esperando nuevas indicaciones en mi cabeza, pero eso nunca llego. Se me desfiguro el rostro, el semblante del hombre lobo era desganado— Ya no hay más conexión ¿verdad? —pasé saliva en cuanto lo vi negar con la enorme cabeza. Había dejado de ser una de ellos, ya no estarían más en mi cabeza. Hasta entonces, la realidad de vacío mental me invadió. Había estado tan débil sentimentalmente, que no me percaté en el momento. Me giré sintiendo llenárseme los ojos de lágrimas y el pecho de nostalgia. Ya no era una Quileute.

El hocico de Black me empujó el hombro para llamar mi atención. Estaba preocupado, tal vez ya no lo escuchaba, pero seguía sintiéndolo, más estando tan cerca. Tomé una bocanada de aire— Continuemos —acepté. No estaba segura como iba a entender sus instrucciones, pero enserio la garganta comenzaba a escocerme. Se plantó a mi lado firme, con la cola erizada, abrí la boca para preguntar, pero un gruñido sordo me lo impidió. Supuse que tenía que quedarme quieta. Después sus ojos se cerraron y aspiró. Lo imite. 

Al principio fue algo difícil la concentración considerando que el pecho del lobo no dejaba de retumbar como tambor, el susurro del viento y el arroyo estrellándose contra las rocas. Pero lo logré. Sentí como las paredes de la garganta se hincharon y arrugué la nariz. Casi estuve segura que Jacob se había reído. Lo miré mal— No huele mejor que tú, pero creo que podré acostumbrarme —si toda la familia Cullen, incluyendo Jasper lo había hecho, no entendía porque yo no— ¿Qué hago? —aquella última pregunta, me salió como un lloriqueo. El lobo se encogió en sus omoplatos y me tocó bajo la barbilla para que comprendiera. Claro que me hubiese servido más un traductor como Edward, pero hice lo que sentía.

Lazos de Sangre y Ponzoña [EN PAUSA INDEFINIDA].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora