1. El Chico Diggory

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Imogen Potter se despertó con lágrimas brotando de sus ojos azules, con un dolor en el pecho y con la ansiedad repitiéndole los hechos en la cabeza solo para recordarle que fue una tonta.

Debió haberlo imaginado, su hermano y sus amigos se lo advirtieron, ¿y qué hizo ella? Ignorarlos y aceptar al rubio en su vida y ¿Qué ocurrió? Justo lo que ellos dijeron: Draco Malfoy le rompió el corazón. Y aún le dolía por alguna razón, a pesar de que sabía que él no lo valía.

Imogen se volteó y observó a su hermano durmiendo.

Harry se quejaba entre sueños, sudaba, no podía dormir en paz, Imogen de inmediato se levantó para tratar de calmarlo y fue cuando Harry abrió los ojos respirando con dificultad.

—Ey... Harry, Harry, todo esta bien—dijo Imogen abrazando a su hermano.

—Igi... La cicatriz... me duele la cicatriz...

— ¡¿Qué?! —aquellas palabras fueron como un balde de agua fría para la chica.

Y es que ella y su hermano no eran normales, no, ellos eran magos, justo como sus difuntos padres Lily y James Potter. Ellos no estaban enterados de su situación hasta que cumplieron los 11 años y les llegaron a ambos sus cartas de admisión de Hogwarts, el mejor Colegio de Magia y Hechicería. A lo largo de 11 años de sus vidas, vivieron junto con sus tíos Petunia y Vernon Dursley y su odioso primo Dudley, creyendo que sus padres habían muerto en un accidente automovilístico, cuando en realidad habían muerto a manos de Lord Voldemort, el mago tenebroso más temible de la historia y la evidencia de tal asesinato estaba en la frente de Harry que portaba una cicatriz en forma de rayo, la cual solo le había dolido una vez, en su primer año en Hogwarts, cuando se enfrentó a Lord Voldemort en persona.

Pensar que Voldemort estaba cerca aterró a Imogen.

—Pero él no... no esta cerca, no puede ¿Qué crees que significa, Harry?

—No lo sé, me preocupa, creo que enviaré a Hedwig con Sirius.

—Sí, parece razonable—respondió Imogen.

Entonces, Harry le escribió una carta y envió a Hedwig para que le entregara a Sirius donde quiera que estuviera. Contactar a Sirius tranquilizaba a Imogen y a pesar de su preocupación por Harry, ella todavía lloraba en silencio por aquel idiota que fue su primer desilusión amorosa.

De un momento a otro, Harry se dio cuenta de que su hermana no estaba bien.

—Igi... ¿has estado llorando? —preguntó Harry moviendo uno de los mechones de cabello de Imogen.

—Claro que no, tonto, no...

—Imogen Potter, no me engañas, recuerda que te conozco. Pensaste en Malfoy otra vez ¿o no?

Imogen asintió y abrazó a su hermano, aún las palabras del rubio atormentaban su mente, cómo le afirmó que solo quería jugar y salir con ella por joder a su hermano, que jamás sentiría nada por la patética hermana del maldito "San Potter"...

—Hermanita, ya déjalo, él no vale la pena, jamás te merecerá, no pienses en él. Venga, sonríe. Ya encontrarás a alguien, Imogen, tal vez Malfoy solo fue un capricho, con lo que te encanta hacerme enojar...—limpió las lágrimas de su hermana y ambos sonrieron—. Anímate. Recuerda que tenemos que convencer a Vernon de dejarnos ir con los Weasley.

Eso hizo que Imogen situara sus pensamientos en otro lado, justamente lo que su hermano estaba buscando.

—Cierto, cierto... no soportaré otro día viendo como Dudley se queja de su estúpida dieta.

Finite Incantatem [•Cedric Diggory•] Where stories live. Discover now