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《 Al final, las personas terminan aprendiendo como ser fuertes, solas 》

Así es como la vida funciona.

Pero no siempre lo debes hacer todo solo.

¿Y si, cambiamos las reglas del juego?

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Junio 2016

Decir que para Jaehyun el pasado mes había sido el mejor de los últimos tres años, era decir poco. Desde el día en que Taeyong asumió como su enfermero a cargo los días del joven Jung no dejaron de tener un brillo diferente. Hipotéticamente, claro está, ya que en aquel hospital era casi imposible que algo brille sin ser opacado por la desolación que diariamente paseaba por los pasillos. Y si ya a esto de por sí deprimente le agregamos el hecho de que ambos sujetos se encontraban en el departamento de oncología, pues, se entiende que el brillo no pueda durar mucho tiempo.

Un mes, un mes desde que conoció a aquél joven de mediana estatura, mirada penetrante y cabellos de quién sabe que color. Sólo había sido un mes y para Jaehyun ya era como un año. Cada día que pasaba lo conocía más, y mientras más conocía más encantado se sentía.

Y es que Taeyong era un joven de un corazón envidiable, trabajador y dulce. Siempre atento ante las necesidades de todos los pacientes, siempre listo para ayudar, siempre listo para sacarle una sonrisa. Y Jaehyun no podía luchar contra sus sentimientos por más que lo intentara, porque, sí, se estaba enamorando y de una forma horrible. ¿Tenía miedo? Sí. Pero Taeyong no ayudaba al pobre chico en ningún aspecto ya que todo lo que hacía terminaba por enamorar más al menor, oh el amor. Tan fácil de lograr pero tan difícil de olvidar.

Aunque hablando en términos serios, Jaehyun realmente no conocía al enfermero, no del todo. ¿Cómo iba a conocerlo mucho si no podía siquiera preguntar por el color real de sus cabellos? Jaehyun se sentía ridículo. Pero a pesar de todo, y sin necesidad de conversaciones absurdas, los dos se habían hecho cercanos a una velocidad vertiginosa.

Hecho que no pasó desapercibido por la madre de Jaehyun, quien contra todo pronóstico se encontraba encantada de que su hijo encontrara a alguien con quien reír y charlar, dadas las circunstancias en las que se encontraba. Y claro, tampoco pasó desapercibido por los enfermeros y enfermeras de turno, quiénes sin necesidad de preguntar dos veces, luego de un mes entero de escenas repetidas, sabían exactamente que responder ante los doctores que venían furiosos a exigir respuestas ante el enfermero Lee.

"¿Por qué las muestras de el paciente 'x' están sin ser presentadas?"

"Taeyong! Llegaste tarde a la consulta con el paciente 'y'!"

"¿Dónde demonios estabas y por qué tardaste tanto en traer los nuevos insumos?"

Y el eterno, y continuo. "¿DÓNDE DEMONIOS ESTÁS LEE TAEYONG?" Del doctor Kim, quién en los últimos días, había ganado una cantidad increíble de canas, oh, el estrés.

Los compañeros de Taeyong no tardarían en responder a los molestos doctores que el enfermero se había retrasado "Por estar cuidando más tiempo al joven Jung". Y los doctores no tardarían en reprender al enfermero aún más por el hecho de 'dar tratos especiales' a ciertos pacientes. Cosa, claro está, prohibida en un hospital.
Al final, Taeyong se terminaría disculpando y prometiendo no volverlo a hacer, los doctores se marcharían y los compañeros del joven enfermero intentarían contener las risas, para terminar fallando trágicamente y estallar en carcajadas dignas de asustar a cualquier ser humano.

Tampoco faltaría el comentario de el mejor amigo de Taeyong, Yuta. El japonés que fue transferido a Corea del Sur el mismo año en que Taeyong empezaba a trabajar. Yuta, su gran amigo y quién podía decir lo conocía como la palma de su mano, bromearía sobre como 'era normal que le de atenciones especiales', 'si tiene una carita digna de una novela'. A lo que Taeyong solo suspiraría e intentaría explicar por enésima vez a su compañero, que no 'le daba una atención especial' y que el joven 'era solo un paciente más'. Joder, que Taeyong sí que quería a Yuta, era su mejor amigo, pero en esas situaciones deseaba enterrarse a tres metros bajo tierra con su amigo incluido.
Yuta solo reiría y no diría más. Para él, su amigo era tan transparente como el agua y su nuevo paciente, no era 'solo-un-paciente'.

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