Una promesa & una comida familiar

Comenzar desde el principio
                                    

- Será mejor que bajemos, tu tía me quiere conocer -Susurré en su oído.

- Vamos.

*

- Encantada de conocerte como realmente se tiene que conocer a una persona -Su sonrisa era enorme y yo tuve que sonreír con ella. Aquella mujer me caía a las mil maravillas.

- Igualmente. Te había visto anteriormente en el reformatorio pero nunca había hablado contigo, y es un gusto poder hacerlo por fin.

Si, como ven, tengo una vena educada. Pero solo con las personas que me caen bien, no se confundan.

- ¿Y como es que hoy estás aquí? anoche cuando me fui a la cama tu no estabas aquí.

Sonreí mordiendome el labio, ¿cómo le explicaba aquello?

- Brian me contó un poco por encima lo que había pasado entre ustedes, pero me alegra que lo hayan arreglado. Debería enfadarme por encontrarte aquí esta mañana, pero no te preocupes, se por lo que han pasado y créeme, estoy feliz de que estés aquí hoy.

- Si, yo también estoy feliz de estar aquí hoy. Créeme, si no llega a ser por las palabras motivadoras de mi hermano, hoy no estaría aquí.

Ella sonrió y me abrazó fuertemente. Vale, aquello era un poco excesivo, pero esta mujer estaba feliz de que su sobrino, que tanto habia sufrido, fuese feliz.

- Perdona por todo esto, pero es que de verdad, me alegra tantísimo que Brian haya vuelto contigo. Se todo sobre Dayana y te pediría que me dejases conocerla. Realmente me gustaría hacerlo.

Sonreí ampliamente.

- Estaré encantada de que la conozcas.

**

BRIAN (P.D.V)

Vale, ésta estaba siendo una situación bastante incómoda. Estaba en la casa de Lexy, con sus padres y sus dos hermanos más Dayana, pero ésta estaba entretenida jugando en la habitación que había sido de Lexy antiguamente.

Los padres de Lexy estaban sentados en el sofá que había enfrente de mi, mirándome fijamente, sobre todo su padre, quién tenía los brazos cruzados y me miraba serio. Gabriel estaba sentado en una de las sillas del comedor con la cabeza apoyada en un puño mirándo hacia Lexy con una pequeña sonrisa y Adrián estaba de la misma forma que su padre, al igual que su madre, que seguramente tendría ganas de levantarse y pegarme la hostia de mi vida. Realmente lo entendía. Yo también estaría así si estuviese delante del tío que le hizo daño a mi hija.

- ¿Entonces?¿ésta vez vas a hacer bien las cosas?¿te vas a quedar con mi hija? -Preguntó el padre de Lexy. Ese hombre realmente imponía.

- Papá, por favor -Bufó Lexy.

Sonreí tranquilizándola.

- No pasa nada Lexy -Agarré su mano- señores, les prometo que esta vez nada me va a separar de Lexy, se que actué mal, pero joder, era un chaval de dieciocho años, no sabía lo que hacía.

Adrián sonrió.

- Yo lo único que quiero es que pases dos días enteros con una Lexy con dolores de parto, si pasa eso, te prometo que te perdonaré.

Sonreí ampliamente y miré a Lexy.

- Si ella quiere.. ¿por qué no?

Su mano chocó contra mi hombro rápidamente y me dio una mirada "furiosa"

- Si hombre chaval, que te lo has creído, ¿sabes cuánto duele eso? no te lo creas. Tuve una, no quiero más.

Miré a los padres de Lexy quienes la miraba con una ceja levantada.

- Ya verás ya, al principio yo también decía eso, pero mira, Adrián tuvo a dos más y créeme, tener gemelos es peor.

Sonreí ampliamente. Si señor, estaba deseando ponerme a intentarlo con Lexy.

*DOS DÍAS DESPUÉS*

- ¡Lexy, saca un poco de queso! -La voz de Gabriel se oyó desde el lugar donde estábamos.

Habíamos decidido hacer una comida familiar y habíamos invitado tanto a mi familia como a la de Lexy, queríamos que se conociecen y también así mi familia podría por fin conocer a Dayana.

- Joder, a tu hermano le encanta cortarnos el rollo -Susurré en su oído.

Habíamos estado a punto de hacerlo en el baño de la casa de mi tía, pero claro, nos habían interrumpido.

- No te preocupes, ésta noche, este momento será recompensado -Susurró ella antes de besarme.

Reí y nos colocamos de nuevo la ropa en su sitio. Abrí la puerta y le eché una mano por el hombro mientras salíamos al jardín.

Me encantaba la vida que estaba empezando a vivir y me encantaba estar con Lexy, sabía que amaría estar con ellas dos para toda la vida, pero solo faltaba que Lexy dijese que si a esta proposición que rondaba en mi mente.

- ¡Lexy, cojones! ¿dónde está el queso? -Gritó Gabriel. Su voz me sacó de mi ensoñación.

- Vete a cogerlo tu, no te jode.

Sonreí. La pelea acababa de empezar.

- Pero mira la niñata, no me grites delante de la gente.

- Si el que está gritándo eres tú. Anda a mamarla.

- ¡Lexy! -Gritaron sus padres.

Solté una carcajada mientras le rodeaba la cintura con mis brazos. Amaba a ésta Lexy y no la iba a dejar ir por nada del mundo.

- Te prometo que ésta noche no la vas a olvidar -Susurré en su oído antes de que ella se separase de mi para sentarse.

Tenía clara una cosa, ésta noche, la iba a recordar toda su vida, al igual que ésta comida.

Al diablo! 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora