Astianacte

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08:55

El cassette se enciende. Se escucha el sonido de la transmisión.

Día ocho sin ti,

tras cuatro sin escribir nada en este diario. Un poco dejado por mi parte, pero es que estuve muy ocupado mirando a la nada durante dos días seguidos. Es un trabajo muy complicado, porque enseguida te empiezan a llorar los ojos y tienes que mirar a la luz de alguna lámpara para contener las lágrimas, además de que la postura se acaba tornando incómoda a las pocas horas.

A pesar de todo el rato que estuve mirando a la nada, aún no la he encontrado. ¿Está ella contigo? Dile que no la necesito.

Ha llegado la hora de lamentarse, y estaría bien lamentarse en los brazos de alguien. Ya no me quedan lágrimas. El frío se está comenzando a llegar los pocos rastros de ti que quedaban. Ni siquiera me acuerdo de por qué te fuiste. Ni siquiera recuerdo qué era yo antes de tu partida.

De hecho,

solo tengo memoria

para nueve días completos.

La grabadora se apaga.

10:05

El cassette se enciende. Se escucha el sonido de la transmisión. Hay movimiento de tazas y platos, parece estar en la cocina. Se escuchan los pasos de alguien caminar por la estancia y mover objetos.

Hace cuatro días que me pregunto qué hace Halcyon aquí. Sus visitas son frecuentes. Suele aparecer bien entrada la mañana, llamar a la puerta (lo que hace que me despierte), y entonces le recibo. Pasa como quien no quiere la cosa, se sienta y se hace un café. Es realmente raro.

Una voz más áspera se pronuncia.

¿Ya estás con ese aparato otra vez?

Willow responde.

Estaba él antes que tú.

??

¿Sabes que escucho todo lo que dices? ¿Que estoy aquí al lado?

Willow.

Puede.

??

Déjalo, anda. ¿No ves que ya he puesto la mesa? Se escucha el abrir de una puerta. Mira esto. ¡Dios mío! Si no fuera por mí, esta nevera estaría vacía. ¿No te mueres de hambre? Vamos. Come.

Un pequeño ruido sordo indica que la grabadora ha pasado a las manos de otra persona. Willow se queja.

¡Eh, Hal! ¡Devuélveme eso!

La grabadora se apaga.

13:20

El cassette se enciende. Se escucha el sonido de la transmisión. La voz resopla. Es Willow, de vuelta.

Halcyon me obligó a desayunar. Dice que estoy raquítico. Yo le he dicho que es idiota. No se ha ofendido.

Es realmente raro.

Hoy fue a coger una de mis tazas para servirse café y la soltó de repente, sonriendo.

—No —alegó—, que esta es tu favorita.

—Nunca te lo había dicho —respondí, mirando a la taza. Sí, era mi favorita. Pero jamás me había pronunciado al respecto.

Hal hizo un ruido raro con la garganta, dejó el objeto en la encimera y recogió sus cosas. Creo que hay algo que no me cuenta.

Cuando se fue, miré la taza detenidamente.

Tiene un dibujo de un pajarito azul y naranja.

(...)

Me pongo muy posesivo con mi grabadora. Es mi única manera que tengo de hablar contigo. ¿Amigo imaginario, acaso? ¿Eres solo eso? A veces lo pienso. Debe ser estúpido mirarme desde otra perspectiva.

Y también debe ser estúpido mirar al pasado a los ojos y ponerle nombre, pero es que no me queda otra cosa que hacer.

Eres como un fantasma recorriendo mi pasillo, una ser liviano y efímero que crea una sombra delgada en la pared. A veces te rozo con la punta de los dedos, pero siempre te desvaneces. Siempre me gustó esa palabra. Efímero. Y mi siempre dura nueve días completos. Mi siempre está contigo.

La voz suspira. Hay belleza en la tragedia, hay alivio en la catarsis y hay amor por el sufrimiento ajeno, pues nos recuerda el privilegio que tenemos de estar vivos. Pero el sufrimiento propio, ¡martirio! Cómo desvanece, cómo engancha y aflige. ¡Oh, demiurgo! ¡Ven y ordena mis recuerdos, este desbarajuste de ser que quieres nombrarme! ¡Ojalá ser intangible e inteligible!

Con el paso del tiempo me he dado cuenta de que esto, más que un diario, es una especie de reflexión constante sobre los aspectos de la vida que no me gustan, o que me gustan, o que creo que me gustan y realmente los odio. Pero créeme, te estoy poniendo mi corazón en bandeja, y palpita de una forma muy preocupante.

¿Cómo es vivir con un fantasma? Alguien que no te mira, alguien que no te habla. Alguien para quien eres indiferente. Alguien que ve a través de tus ojos la más profunda nada y es capaz de partirla en dos y absorberla. Es capaz de hacerte correr sobre un hilo estando él en tierra firme. Es capaz de mirarte y no ver nada. Es capaz de mirarte y no ver nada.

Se ve una noria desde mi ventana. Su estructura es roja, pero de un rojo muy gastado, como si la pintura se hubiera desgastado con el tiempo. Cuento desde aquí unas veinte cabinas amarillas. Tiemblan ante el aire de una manera lúgubre, y me dan escalofríos. Siento que hubo personas que se montaron allí hace tiempo. Quizás alguna pareja feliz, quizás una familia, quizás un hombre solo, mirando al horizonte desde su noria escarlata y amarilla. ¿Qué veía en aquel entonces?

No la entiendo. No te entiendo a ti.

La grabadora se apaga.

La cuarta zonaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt