Cap. 19: "Saldremos de aquí, ya verás"

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Por más que me doliera intentar escapar de allí sin Rodolfus, sabía que era la única escapatoria. No podría ayudarlo a él ni a Mary de otra manera.

Como era de esperar, en mis primeros cinco pasos, uno de los hombres quiso detenerme, pero con una agilidad que me sorprendió tomé un florero chino de porcelana.

Era el favorito de mi madre, ya que era un objeto antiguo milenario y costaba seguro más de diez millones de dólares. Pero eso fue lo que menos me importó, y lo partí en la nuca de el hombre con todas mis fuerzas. El mismo cayó al suelo, desmayado, junto con los trozos de porcelana hechos añicos.

Corrí y me metí dentro de la oficina de mi padre mientras trancaba las puertas corredizas con llave. La derribarían, lo sabía. ¿Ahora que seguía?

Llegó la idea a mi mente, veloz como la luz; la bodega de vinos. Debía esconderme en ese mismo lugar. Sería muy difícil que me encontraran, pensé. Y allí no había tan sólo vinos, estaba también el pasillo que daba acceso a la bóveda.

Estaba debajo de la oficina, bajo tierra, y se podía bajar por una especie de pasadizo que aparentaba ser un gran mueble de oficina. Si se levantaba la tapa de madera de el estante de más abajo, que parecía ser el simple piso de el mueble, se podía ver la escalera que servía para bajar.

Recordé a mi padre advirtiéndome de que si un día era necesario, me escondiera allí. ¿Acaso mi progenitor ya se lo había visto venir? Aquel pasadizo parecía de ciencia ficción, pero era muy útil en aquella situación. Como sea, le agradecí mentalmente.

Abrí las ventanas astutamente, para que mis secuestradores pensaran que había escapado por allí. Levanté uno de los cuadros que estaban al lado de el mueble para tomar la llave que abría la tapa de madera. Luego abrí las puertas del mueble velozmente mientras oía las patadas de los hombres intentando derribar las macizas puertas corredizas de la oficina.

Me agaché hasta el último estante casualmente vacío y con la llave que había quitado de atrás de el cuadro, abrí el candado que aseguraba la tapa de madera. Bajé cuidadosamente la escalera al momento de que las puertas finalmente fueron derribadas, pero justo a tiempo para que yo pudiera cerrar la puerta de el mueble y la tapa.

Presioné el interruptor haciendo encender la luz y observé a mi alrededor, las decenas de estantes repletos de botellas de vino, costosos y añejados. La última vez que había estado allí, tenía 12 años.

Enseguida sentí pasos arriba, en la oficina. Subí nuevamente las escaleras y acerqué mi oído lo más que pude a la tapa para escuchar con más claridad lo que decían.

- ¿Dónde diablos se ha metido? - preguntó con desesperación el líder.

- No lo se, no la veo por ninguna parte - respondió con obviedad uno de los hombres.

- ¡Revisen dentro de los muebles! ¡AHORA! - gritó el jefe.

Escuchaba portazos y cosas rompiéndose, no tardarían en abrir el mueble de el pasadizo. Rezaba para que no notaran la tapa de abajo, si lo hacían, sería el fin. Podría esconderme detrás de los estantes, pero rápidamente sería descubierta. Y si, estaba la bóveda, pero que supiera sobre su ubicación no significaba que supiera cómo entrar, mi padre nunca confiaría hasta aquel punto en mí, de hecho mi madre tampoco sabe, sólo él.

Oí con el corazón en la boca pasos demasiado cerca, y la puerta de el mueble abriéndose. Pero luego de unos segundos de tensión, se volvió a cerrar. Suspiré con alivio, el hombre hechó un simple vistazo y no revisó detalles, lo cual me extrañó mucho.

- Diablos, la ventana estaba abierta - escuché maldecir a el jefe de los delincuentes y me palmeé la espalda por aquella buena idea. Los hombres corrieron hacia fuera en mi busca.

Había dejado mi móvil en el living y debía llamar a la policía. ¿Era tan difícil, poner un maldito teléfono de emergencia en la bodega? Se me pasó por la cabeza tomar un poco de vino para calmarme, sentía que las venas me iban a explotar. Pero debía pensar claramente y no permitir que los nervios me jugaran una mala pasada y lo arruinaran todo.

Pensé en un plan, habían dos posiblidades; Salía de allí hasta el living, recogía el móvil y volvía a la bodega, o no tomaba el móvil y escapaba simplemente como pudiera de la mansión.

Opté por lo primero luego de aguardar un par de minutos para asegurarme de que mi decisión era la correcta y de no sentir ningún movimiento fuera para poder avanzar.

Levanté la tapa y asomé nuevamente mi cabeza a la superficie. No había moros en la costa. Luego de salir completamente al estilo Narnia, cerré con candado la tapa y atravesé el marco de las puertas corredizas las cuales estaban en el piso y habían sido destrozadas violentamente.

El corazón me bombeaba a mil e intentaba no hacer ningún tipo de sonido, pues sentía que cualquier tipo de ruido casi imperceptible podría mandarlo todo al carajo.

Le rezaba a Dios para que todos estuvieran afuera buscándome. Llegué al living y volví a ver el cuerpo de Rodolfus en el suelo y a Mary amordazada en la cocina. Se me revolvió el estómago. Levanté mi móvil de el suelo y miré a los ojos a Mary, mientras sollozaba.

- Saldremos de aquí, ya verás - le susurré. Pensé en desatarla pero sabía que no serviría de nada puesto que tal vez le harían daño por haberse soltado y no quería otro problema.

Obvservé el móvil e intenté encenderlo. No, justo en ese momento no. Por más que lo intentara, simplemente no encendía. Tal vez con el impacto de la caída se había roto, aunque también podría ser la batería, no recordaba haberla cargado ese día. Tenía otro en mi habitación, pero iba a ser muy peligroso ir a buscarlo ya que tal vez alguien estaría allí arriba para encontrarme.

No tuve tiempo de maldecirme a mí misma por tal descuido ya que unas voces interrumpieron mis pensamientos. Dos hombres, entraron nuevamente por la puerta principal.

- ¡Allí está! - dijo uno de ellos.

Corrí tan velozmente como pude hasta el ascensor, el cual estaba a varios metros de distancia de la entrada. Presioné el botón de forma desesperada para subir mientras veía correr a los hombres hacia el ascensor. La puerta se cerró justo a tiempo y uno de los hombres, frustrado, le dio una patada.

Asumí que seguramente iban a subir por las escaleras y agradecí los pocos segundos de seguridad que tuve dentro de allí. Apenas las puertas se abrieron corrí hasta mi habitación. Efectivamente, los hombres estaban subiendo las escaleras.

Tras llegar exitosamente hasta mi habitación, tranqué la puerta la cual sería derribada en cuestión de segundos. Abrí el primer cajón de mi mesa de luz y tomé mi móvil de emergencia, por si acaso, mientras oía a los hombres aporrear la puerta.

Marqué con las manos temblorosas al 911. Le expliqué resumidamente a la mujer del otro lado de la línea cual era la situación en la que me encontraba y de dónde llamaba. Ella me pidió que manteniera la calma lo cual no sentía que fuera un buen consejo y dijo que la policía y la ambulancia estarían allí en instantes.

La puerta cayó al suelo estrepitosamente. No había tenido tiempo de pensarlo. ¿Y ahora que haría? Observé mi balcón que daba a la piscina. Aquella era mi única escapatoria si no quería que me tomarán de rehén. Con suerte iba a caer dentro de la piscina, no había tenido tantas clases de natación en vano.

Me paré en el barandal mientras los hombres corrían hacia mí pero dudando, sin saber cual sería mi próximo movimiento. Miré al frente, cerré mis ojos y pensé en Dean, Rodolfus, Mary y mis padres. Respiré hondo.

Y me lancé.

Hola amoresss. Si, mientras escribía sin querer se publicó y es por eso que para algunos les aparece cortada la historia. Les pido perdón por eso😂 espero que les haya gustado, no se olviden de votar y comenten ahre. Gracias💕💕

DAKOTA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora