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Capítulo 8

Glass

Glass pasó el resto de la noche en el sofá de Luke, dando gracias de que Camille no hubiera

preguntado por qué se negaba a dormir en la vieja habitación de Carter. Habían considerado que

sería mejor que Glass se escondiese en el piso de Luke hasta el cambio de turno de las 0600,

momento en el que habría menos guardias patrullando.

Se pasó toda la noche dando vueltas en el sofá. Cada vez que se movía, la pulsera se le clavaba en

la piel, un molesto recordatorio de que, por mucho peligro que corriera ella, Wells estaba a cientos

de kilómetros de distancia, luchando por sobrevivir en un planeta que llevaba siglos sin albergar

vida. Él siempre había soñado con ver la Tierra, pero no así. No si el aire podía ser tóxico. No

después de presenciar cómo disparaban a su padre.

Mientras yacía mirando el techo, Glass no podía evitar prestar atención a los sonidos que

transportaba la oscuridad. El leve murmullo procedente del cuarto de Luke le encogía el corazón. El

silencio era aún peor.

Justo cuando las luces circadianas empezaban a filtrarse por las rendijas de la puerta principal, la

del dormitorio de Luke se abrió, y Camille y él salieron sin hacer ruido. Ellos tampoco habían

pegado ojo, saltaba a la vista. Luke iba vestido con ropa de civil, pero Camille solo llevaba una de

las viejas camisetas del chico, cuya orilla apenas le cubría el final de los delgados muslos. Glass se

sonrojó y desvió la mirada.

—Buenos días.

La formalidad del saludo entristeció a Glass. La última vez que le había oído decir esas palabras,

estaban juntos en la cama y se las había susurrado al oído.

—Buenos días —respondió por fin, arrancando el recuerdo de su pensamiento.

—Hay que quitarte esa pulsera.

Luke señaló con un gesto la muñeca de Glass.

Ella asintió, se levantó del sofá y luego cambió de postura para cargar el peso del cuerpo sobre la

otra pierna, incómoda, mientras Camille los miraba a uno y a otra alternativamente. Por fin, se cruzó

de brazos y se volvió hacia Luke.

—¿Estás seguro de que esto es una buena idea? ¿Y si te descubren?

Luke puso mala cara.

—Ya hemos hablado de eso —lo dijo con voz queda, pero Glass distinguió una sombra de

frustración en su voz—. Si no la ayudamos, la matarán. Es lo correcto.

Lo correcto, pensó Glass. Eso era lo único que ahora significaba para él, un peso que no quería en

su conciencia.

—Mejor ella que tú —replicó Camille con voz temblorosa.

Luke se inclinó y le dio un beso en la coronilla.

—Todo irá bien. La llevaré a Fénix y luego volveré directamente a casa.

Camille suspiró y le tiró a Glass una camisa y unos pantalones.

100Where stories live. Discover now