Cap 18

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Puedo notar como la respiración de Jade se ha acelerado, y su mirada muestra una mezcolanza de sentimientos, que van desde la tristeza hasta el coraje. Apretó el papel y luego salió corriendo.

-Ja- JadJade!- exclamo al darme cuenta de que se va sin detenerse.

Le sigo lo más rápido que puedo, mientras mi corazón se está acelerando, bajando por las escaleras y saliendo por la salida trasera. Al abrir la puerta la encuentro a unos metros, en el jardín, me da la espalda. Suelto la respiración que tenía contenida al ver que la alcance. Pero ahora no se qué hacer, su espalda está temblando, una señal de que está llorando no se qué hacer. Me acerco lenta y dudosamente, no muy segura de lo que haré. Siento un nudo en el estómago, estiro mi mano para alcanzar su hombro, o tal vez abrazarla, pero a centímetros de su cuerpo me retracto y bajo el brazo, ahora simplemente me pongo a su lado, sin decir nada, porque simplemente no sé qué decir. Le miro de reojo, un par de lágrimas caen de sus ojos . Se da cuenta que lo he notado y limpia disimuladamente sus mejillas y me vuelve a dar la espalda. Nuevamente el impulso de abrazarla, pero me contengo.

-Nunca vi lo que realmente sucedía, no puedo imaginarla desesperación que mi madre sentía como para querer alejarme de él nunca me habló mal de él-

-Tenias solo seis años, no debías notarlo- digo con tono monótono, pero tratando de suavizarlo.

-Lo sé, pero es que no lo entiendo, no noté nunca alguna discusión entre ellos-

-Tal vez es porque tu madre supo algo poco antes de su muerte, ella menciona que sabe lo que él va a hacer-

-Tienes razón, sea lo que sea, debe ser algo terrible como para que mi madre quisiera alejarme para siempre de él-

-... y silenciarla-

No dice nada, solo desvía la mirada. Una brisa pasa que despeina sus ondulados cabellos de una manera que hace estremecerme. Mi índice, en un acto desobediente, limpia una de sus lágrimas que empezaba a rodar cuesta abajo. Ella al sentir el contacto levanta el rostro y me ve sorprendida pero de manera profunda, lo que me hace inflar mi pecho de aire. Yo le observo sin mucha expresión, pero por dentro mi corazón late sin control alguno. El viento se hace un poco más fuerte haciendo que un leve sonido me llame la atención a lo que está atrás de Jade, un columpio impulsado ligeramente por la brisa. Algo me oprime el pecho al verlo y me angustia. Un repentino flash de mí columpiándome en él, hace que frunza el ceño. Volteo hacia la fachada posterior de la mansión, y nuevamente una repentina imagen de la misma, como si estuviera en uso y con otro clima, me golpea en los ojos.

-Perrie?... Perrie, que te sucede de pronto actúas de manera extraña-

-Yo siento como si ya hubiera estado antes aquí-

-Como?- me pregunta confundida.

-No lo sé hace rato que tengo la sensación de haber recorrido ya esta casa- digo sin dejar de mirar el columpio, mientras ella me mira intensamente, de manera analizadora. Pasan largos minutos de silencio.

-Lo sabía eras tú- de pronto dice, haciendo que voltee hacia ella.

-Ah?-

-Desde que me salvaste ese día te reconocí, pero dudé al notar que tu no lo hacías-

-De que hablas- estoy aun más confundida.

-Éramos pequeñas, y tú estabas acá, en el jardín cuando nos encontramos por primera vez. Nos quedamos horas en ese columpio no lo recuerdas?-

Por un momento creo que habla disparates, pero a medida que continúa su descripción, se me hace demasiado personal, tanto así que mis ojos se abren, y frente a ellos pasa un recuerdo olvidado.

.

FLASH BACK

Una niña de cabellos color chocolate ondulado, de tan solo seis años, que portaba un bello y femenino vestido blanco amarrado a la espalda, mira con detención la copa de un gran árbol. Sus enormes ojos cafés, tan profundos como el mismísimo abismo, observan con ansias y anhelo el poder treparlo. Después de unos minutos de cuestionamiento decide hacerlo. Con dificultad sube hasta la primera rama, estira su mano para alcanzar la próxima, pero solo alcanza a rozarla, haciéndole perder el equilibrio y caer al suelo. Inmediatamente, en una mezcla de frustración y dolor por el golpe, empieza a sollozar.

-Oye niña, que te sucede?- escucha una voz infantil a su lado.

Descubre su rostro con lágrimas, para poder ver de quién es esa voz desconocida, encontrándose con una niña de cabellos largos y rubios, un poco mayor que ella. Portaba una polera celeste y una falda azul. Le miraba con una ceja elevada, y sus manos en los bolcillos.

-Yoyo- las palabras de la de la pequeña morena eran interrumpidas por los sollozos.

-Pero que llorona. Te vi tratando de subir el árbol para que lo haces si sabes que te vas a caer?-

-Es que quería ver como se veía el jardín desde arriba-

-No deberías llorar si no lo logras entonces, mi mamá dice que llorar es una muestra de debilidad pues ni modo, supongo que eres una niñita debilucha- dice con indiferencia mirando hacia otro lado. La niña frunce el ceño.

-Yo no soy debilucha!- dice levantándose y limpiando sus mejillas con los puños apretados.

-Entonces porque lloras?-

-Porque me dolió- dice apretando los labios y desviando la mirada.

-Mi mamá dice que el dolor no debe ser un impedimento para alcanzar tu objetivo que se debe controlar- habla aun con aires de indiferencia

-Pues mi mamá dice que las señoritas no deberían trepar arboles!- dice ya enojada.

-Pues entonces tu mamá no es nada genial apuesto que te dice eso solo porque sabe que no podrás treparlo-

-Ya verás!-

Le da la espalda y se dispone a subirlo, mientras la rubia emboza una divertida sonrisa al ver el esfuerzo de la morena por subir, progresando considerablemente, pero no siendo suficiente.

-Pero que lenta- dice la rubia al notar la dificultad que estaba teniendo la niña.

Suelta una leve risa y se dispone a subir por el otro lado del árbol, sin dificultad, tomando ágilmente una y otra rama, quedando en pocos segundos más arriba que la niña. Cuando iba a tratar de tomar otra rama, pudo notar como la rubia ya le esperaba más arriba.

-Pero cómo?!- la niña, que le había costado tanto llegar hasta donde estaba, no podía entender como la rubia en solo unos segundo ya estaba a esa altura.

-Si te espero me haré anciana- dijo agarrándose de una rama, y con la otra mano estirándola. -Tómala-

Miró unos segundos la mano y luego obedeció, siendo ayudada para poder alcanzar hasta donde estaba la rubia. Luego subieron ambas hasta llegar a la copa del árbol, quedándose allí contemplando la vista.

-Vaya tenías razón, si se ve todo tu jardín desde aquí, es enorme- dijo la rubia.

-No habría podido subir sin tu ayuda, gracias-

-Lo sé, no tienes que decirlo, sola no habrías podido- dijo con una sonrisa arrogante.

-C-claro- dijo algo apenada por la inesperada respuesta de la rubia.

-Claro que tú hiciste la mitad o tal vez más que la mitad- agregó rápidamente al darse cuenta de que otra vez lo hacía, estaba siendo arrogante.

Ciudad de vicio || JerrieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora