Capítulo 1

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Tener que ir a clases de matemáticas era uno de mis peores momentos del día, realmente nunca se me había dado bien. He sido una niña con sobresalientes en sus notas menos en esta asignatura en la que sacaba un suficiente a duras penas.

Hoy, no era un día especial, porque aunque traía mi tarea siempre hecha, todo estaba incorrecto, pero siempre estaba Ally para explicarme los ejercicios que habíamos dado en el día. Era costumbre que los lunes, miércoles y viernes viniese a mi casa para ayudarme en eso, luego hacer panqueques y ver películas malas.

Por eso fue, que al ser viernes, Ally y yo íbamos juntas por los pasillos hasta la salida del colegio. Casi siempre tenía que soportar miradas y burlas de parte del grupo de los jugadores de béisbol del colegio, a veces se unía alguna que otra animadora, pero la verdad es que conseguían ponerme igual de nerviosa que el primer día aunque Ally siempre intentara desviar mi atención de aquello.

-¿Estás bien?- Dijo mi amiga cuando notó que me ponía demasiado pensativa, la miré a los ojos y medio sonreí apretando los labios entre sí mientras asentía. Ese gesto era algo que tenía por costumbre, a veces me hacía daño en los labios de apretarlos, pero siempre me pasaba si tenía algo que decir y no podía hacerlo.

Seguimos caminando por la calle, yo tenía mi carpeta apretada en los brazos con la mochila en mi espalda, mientras, escuchaba las historias de Ally. Me encantaba escuchar las cosas me contaba, a veces eran sobre su gran familia de Texas, otras veces eran sobre cotilleos que se enteraba del instituto, otras sobre la Iglesia, otras sobre política... Nunca callaba, pero yo no quería que la callase porque hacíamos un buen dúo. Yo era buena escuchando y ella hablando.

Cambié de rumbo a la vez que ella me hablaba, teníamos que ir antes a mi casa a recoger unos apuntes que olvidé esta mañana, y estaba segura que con la charla, ella no se dio cuenta del rumbo que tomamos. Al llegar a mi calle noté algo fuera de lo normal, y es que un garaje que llevaba años cerrado, ahora estaba medio abierto. Fruncí un poco el ceño, todo lo que se saliera de la normalidad acababa extrañándome e incomodándome, pero esta vez fue distinta, pues pude escuchar que desde dentro se escuchaban algo así como herramientas y "Ride" de Twenty One Pilots, reconocía perfectamente esa canción, pero no reconocía la voz que cantaba tras la melodía.

-¿Por qué estamos en tu casa?- Dijo Ally a mi lado, la cual me sacó de mis pensamientos, le sonreí brevemente y le señalé mi carpeta. -¿Olvidaste algo?- Asentí y entonces saqué las llaves de mi bolsillo, la saqué y acabamos entrando en mi casa.

Ally se quedó en la entrada hablando con mi madre, así que me quedé sola yendo a la parte de arriba donde se encontraba mi habitación, allí mi cuerpo se relajó, hasta me miré en el espejo acomodando mi larguísimo cabello, nunca había dejado que me lo cortasen mucho, y la gente se burlaba mucho sobre eso, pero cortarme el pelo me daba ansiedad.

-¡Kakiiiiiiii!- Gritó mi hermana a mis espaldas y sonreí en su dirección, y como siempre pasaba, mi garganta dejó de parecer presionada para hablar cuando me encontraba rodeada de gente que conocía y en un espacio en el que me sentía cómoda.

-¿Cómo ha ido tu día, pequeña?- Dije con una voz ronca al no haber hablado desde el día anterior.

-Pues ha sido muy guay, porque la profe ha dicho que podremos hacer una excursión a ver los animalitos del zoo de la ciudad, y yo quiero verlos, pero mamá no quiere que vaya por si me pierdo...- Se cruzó de brazos a la vez que se sentaba en su cama con sus pies colgando, yo solté una pequeña risa.

-Bueno, a mí no me gustaría ver animalitos en el zoo, Sofía, allí están tristes porque los encierran, ¿sabes? Podríamos ir un día al Gran Cañón de Colorado y...

-¡Eso está muy lejos, Kaki!- Reí al saber que mi hermana había pillado la mentira, di un beso en su frente cogiendo mis apuntes.

-Entonces creo que tendrás que ver los animalitos por la televisión. Ahora me voy, que Ally me está esperando abajo.- Y así, dejé a mi hermana en mi habitación para bajar las escaleras a un ritmo casi apresurado, sintiendo en mí las atentas miradas de mi madre y Ally. Le di un beso en la mejilla a la primera y abrí la puerta.

-¡La acompañaré de vuelta, señora Cabello!- Dijo Ally haciendo que así pudiera ahorrarme el esfuerzo de hablar.

Aunque la logopeda y la psicóloga dijeran que no debían cortarme al hablar o ayudarme a hacerlo intentando adivinar lo que pienso, la verdad es que para mí era más cómodo que tener que pararme con una horrible presión en el pecho a hablar de lo que sea, por eso Ally había aprendido a descifrar perfectamente todos mis gestos, ella siempre hablaba por mí en los momentos que era necesario.

De camino a su casa ella seguía hablando, yo me perdía entre mis pensamientos mientras acariciaba las mangas del jersey que llevábamos todos en el colegio a modo de uniforme, tratando de que el aire no diera en mis muñecas y solo en la punta de mis dedos. Hubo algo que ella dijo que me descolocó y me hizo volver a la realidad.

-...y entonces Will me ha acabado invitando a una fiesta, ¡donde están los populares! Y por supuesto que tú también vienes, ¿te imaginas que hacemos amistades de la élite del colegio? Ya no nos mirarían tanto por encima del hombro y...- Yo la miré con el ceño fruncido y arrugué un poco más la nariz de lo que la tenía ya. –Oh, vamos, no me mires así, ¿qué pasa? Ya sé que es un chico nuevo, pero precisamente por eso, ¡es nuevo! Y no sabe que nosotras somos quienes somos, él ahora les está cayendo bien a los populares...- Negué mirando hacia el suelo acariciando la carpeta que apretaba con mis brazos contra mi pecho. –Vamos... porfa, tenemos que ir a esa fiesta...- Yo seguía con la mirada perdida en el suelo y suspiré. –Te prometo que si hay mucha gente no te dejaré sola, ¿vale?

Mi respuesta fue que alcé los hombros simplemente, ella sabía que cuando yo hacía ese gesto no quería seguir hablando del tema. Apreté mis labios entre sí porque quería hablar, pero las palabras se me quedaban atravesadas en la garganta. ¿Cómo sería poder hablar sin tener que preocuparme en si las palabras vibran en mis cuerdas vocales?

Al fin llegamos a la casa de Ally, nos recibió su padre, Jerry, él era siempre muy amable conmigo aunque nunca le hubiese dirigido la palabra, él era consciente de mi problema.

-¡Hola, papi!- Dijo Ally a mi lado, yo solo alcé la mano a modo de saludo con cuidado que mis mangas no se levantasen demasiado.

Estuvimos toda la tarde haciendo trabajos extras, también vimos una película y al final, otra vez mi mejor amiga volvió a sacar el mismo tema de conversación que antes, pero con una diferencia, ahora estábamos solas y tenía esperanza que después de toda la tarde en una cierta comodidad con ella, de mi garganta salieran algunas palabras.

-¿Entonces iremos a la fiesta de mañana? Vamos, estará bien, Mila... Y ya sabes que... yo quiero conocer a Will. No quiero ir sola a esa fiesta.- Susurró con cierta pena en su voz, yo suspiré.

-Ally... esas fiestas son una caca. ¿Y si nos han invitado para burlarse de nosotras?- Ella negó enérgicamente con su cabeza y una inmensa sonrisa en su rostro.

-No, porque hoy hablé con Will en la cafetería antes de que llegaras tú, y él me trata bien, Camila, me trata como su fuésemos normales en la escuela.

-Te odio, ¿sabes? Porque al final vamos a ir, pero que sepas que me debes una por esta, porque voy a tener que mentirle a mi madre para que me deje ir...- Suspiré nuevamente y ella me abrazó, yo me tensé al momento en el que me tocó, era algo tan inesperado que otra vez sentí el nudo en mi garganta tan molesto que sentía siempre.

-Gracias, Mila...- Asentí apretando los labios entre sí con los ojos cerrados mientras poco a poco correspondía a su abrazo.


Aurora; CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora