Capitulo VII

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El día de la presentación llegó. Viktor acomodó la corbata en su cuello y pasó los dedos por sus cabellos color plata. Esperaba que esa noche fuera buena, ahora que se sentía de buen humor, creía que iba a tocar el piano mejor que nunca. Igualmente, Yuri iba a estar entre los primeros violines, Mila en los violoncelos y más atrás, entre los contrafagots, Georgi. Yakov era el director de la orquesta.

Se habían preparado mucho,  el lugar se encontraba lleno. Sin embargo, sus ojos azules estaban fijos en las primeras filas. En aquellos lugares que estaban separados y vacíos por el momento. No tenía nervios por tocar, en realidad su único temor en ese momento era comenzar y que Yuuri no estuviera entre los espectadores.

Deseaba mostrarle a Yuuri su música tal y como él le mostró su danza. Y una parte de él, deseaba saber si podía encantarlo al igual que lograba hacerlo con aquellos que lo escuchaban. Tal vez ver aquel brillo en sus ojos que solo tenía cuando bailaba, solo que esta vez fuera por escucharlo a él tocar.

—Pareces un perro esperando por su dueño—comentó Yuri. Viktor observaba detrás del telón como las personas se sentaban en sus lugares, sus ojos estaban fijos en un lugar. Más de una vez sus dedos golpearon contra su brazo o pierna, con ansiedad.

— ¿Crees que venga? —Preguntó Viktor.

—Por como hablas de ese tipo, supongo que vendrá—respondió Yuri. Nunca había visto a Viktor de esa forma antes de una presentación. Una idea fugaz pasó por su mente, pero dejó ir la misma de inmediato. No quería pensar en eso.

Viktor se sobresaltó, enfocando claramente a la persona que caminaba. Yuuri llevaba un terno oscuro, con camisa blanca y una corbata celeste. Le gustaba como quedaban los tonos azules en él. Le gustaba verlo tan bien arreglado, le daba un aire diferente al que siempre tenía. Aunque no era que le desagradara verlo con vestimentas casuales.

— ¿Es el chico con lentes? —Preguntó Yuri cuando notó el creciente entusiasmo del mayor, mirando a un lado de Viktor a la dirección que observaba el pianista.

—Sí, él es Yuuri—respondió.

—Pues yo lo veo bastante común para las maravillas que hablas de él—soltó, arqueando una ceja con incredulidad. Sin embargo, Viktor siguió sonriendo en dirección al japonés.

—No, él tiene algo especial.

Hubiera querido bajar para hablar con él, pero no era correcto que se acercara. Prefería esperar al final de la noche para iniciar una platica con el japonés. Reconoció a Phichit, siendo éste el acompañante de su bailarín. Después de regalar las dos entradas que tenía disponibles a Yuuri, dejó a su buen juicio a quien quería llevar con él.

No le sorprendió ver a su mejor amigo, y de cierta forma, había sentido algo de alivio.

Varios minutos pasaron hasta que todos estuvieron listos y abrieron el telón. Las luces brillantes cubrían a los músicos, pero no a los espectadores. Aun así, por estar en la parte delantera, podía ver el rostro de Yuuri, sus ojos chocolate mirándolo fijamente.

Él salió cuando todos estaban sentados, los aplausos llenaron el lugar y caminó con elegancia al piano que estaba en el centro.

Fue un momento único en su vida. Por primera vez en todos esos largos años tocando, pensó que el público había desaparecido. Sus dedos se sentían ligeros con cada nota, ni una pizca de cansancio mientras sonaba la música. Cuando terminó una parte de la canción, buscó instintivamente a Yuuri.

Decir que lo alegró, era poco. Se encontraba eufórico de verlo con una gran sonrisa, admirando como podía moverse de nota en nota. Y después de dedicarle una dulce sonrisa, volvía su atención al piano y regresaba cuando le correspondía intervenir en alguna parte.

Moondance [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora