Capítulo 10

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Es una mañana espléndida. Lo sé por el color ámbar de las cortinas cuando les da de lleno el Sol. Todavía no estoy completamente dispuesta a dejar la comodidad de las sábanas, sin embargo, me levanto porque tengo hambre y parece que Pakkún también, ya que no deja de rascar la puerta.

Me aseo un poco y voy a preparar el desayuno, seguida por mi perro que no cesa de ladrar. Quince minutos después, el olor de la mantequilla derretida sobre hot-cakes inunda el pequeño espacio de la casa. Sí, amanecí con ganas de engordar.

Saco la mermelada y el chocolate líquido, y unto todo de una manera tan esmerada, que me dan ganas hasta de fotografiar el plato terminado. Estoy a punto de darle el primer mordisco, cuando una voz hace que jadee del susto.

-Vaya, Frente, esos panqueques están tentándome a romper la dieta. - es Ino Yamanaka, limando sus perfectas uñas desde el sofá de mi sala. -Lástima que no te los vayas a comer, porque tenemos que irnos ya.- Se levanta y camina hacia mí, cual depredador acechando a su presa. Oh, no.

-¿Pero qué demon...? ¡Oye, al menos déjame desayunar! -le grito cuando, sin previo aviso, me levanta de la mesa de un jalón. Salimos casi corriendo de casa, apenas dándome tiempo para tomar mi bolso y asegurar el cerrojo de la puerta.

El sofisticado BMW rojo de Ino, aparcado en la acera paralela, brilla y reluce como si fuese nuevo. En la parte trasera tiene una pequeña calcomanía con el símbolo de su familia, porque siempre ha estado orgullosa de pertenecer a una de las dinastías más acaudaladas de Konoha y, probablemente, del país: los Yamanaka.

-¿Se puede saber qué te da derecho a destruir la comodidad de mi hogar, un sábado, a las nueve de la mañana?- le pregunto un tanto molesta, una vez que estamos dentro del auto. Ella se detiene en seco, literalmente, y me mira como si estuviera frente al ser más retrasado del mundo.

-No me vas a decir que lo olvidaste...- ¿Olvidar qué? Menos mal que no lo dije en voz alta, porque estoy segura de que Ino me hubiera matado -. Oh, por Dios, Sakura. Agradece tener una amiga como yo. Has estado a punto de mandar todos mis esfuerzos a la mierda. ¿En verdad no recuerdas que hoy tienes una cita con NARUTO UZUMAKI?

No - Me - Jodan.

¡¿Es hoy?!

-Maldición. Sí, lo olvidé ¿contenta? -Ino parece a punto de abalanzarse sobre mí y asesinarme.

-¡Demonios, Sakura! Sabía que tenía que venir. Ya conozco esa frentezota tuya. -Y arranca sin miramientos.

Durante el camino me la paso mirando por la ventana, fantaseando sobre esos gloriosos hot-cakes abandonados en la mesa, ya fríos y emplastados. Ya ni siquiera vale la pena preguntar a dónde me lleva, porque si conozco a Ino, sólo hay un lugar posible: el centro comercial.

Ni cuenta me doy cuando ya estamos dentro, respirando la extraña pero no desagradable mezcla entre el olor a comida frita y perfume.

-¿Podrías acelerar un poco? Vas a llegar tarde a tu cita -Dice apretando el paso.

Contrario a la gran mayoría de las mujeres, Ino no se anda con rodeos a la hora de ir de compras. No se tarda una eternidad para elegir entre un artículo u otro. Parece que en su cabeza está grabado el plano de la plaza comercial, así que ya sabe dónde va a encontrar cada prenda o accesorio que busque. Por eso, no me sorprendo cuando vamos directamente a una tienda de zapatos. Reprimo el impulso de llevar una mano a mi billetera.

Esto va a salir caro.

-Necesitas urgentemente algo más femenino que esas zapatillas viejas, Sakura, entiende. ¿Qué tal esas sandalias de plataforma? esas de allí? ¡Oh! ¡Mira esas botas! ¿No te gustan?- Mi rubia amiga parece ser la chica de la cita, no yo.

MORFINAOù les histoires vivent. Découvrez maintenant