2.- Verduras y mariscos

14.7K 1.6K 553
                                    


Cuando abría los ojos, el agua donde estaba era... diferente.

Con la tecnología de la fortaleza no les había tomado mucho tiempo, hacer un análisis del agua que contenía al tritón y dictaminar que era simple agua de mar, así que conseguirla no había resultado difícil. Cuando el kryptoniano supo aquello voló hasta una de las zonas más limpias del océano que pudo encontrar y llevó desde ahí, el líquido para el nuevo hogar de Bruce.

El tritón parpadeo curioso mirando la cristalina agua donde estaba, y sintió la ausencia de los grilletes, reemplazados por alguna especie de elemento que le rodeaba las muñecas y cola; era suave y no lo molestaba. Podía moverse con libertad, y era obvio estaba en un lugar completamente diferente; nadó hasta que de pronto golpeo la cristalina pared, y retrocedió; seguía siendo prisionero, solamente era una prisión más grande... y linda.

— El nuevo huésped ha despertado señor —El robot número siete entró a la habitación de Clark. El Kryptoniano aun vestía su uniforme de Superman.

— Lo escuché, muchas gracias —Le sonrió y dejó a un lado un par de cosas en las que estaba trabajando. Con pasos rápidos salió y fue en busca de su invitado.

No había colocado al tritón en la zona del zoológico porque temía que Bruce pensará que ahora formaba parte de una nueva colección. En cambio, había ocupado toda una enorme habitación para poner en el centro un contenedor de cristal transparente que ocupaba docenas de metros cuadrados. La estructura era imponente, parecía un cubo líquido que se sostenía solo.

La comunicación mental que el marciano había establecido sin duda ya tendría que haber desaparecido. Ahora Clark temía que no hubiera otra manera de comunicarse con Bruce. Tenía una charola con comida en sus manos, se detuvo fuera del cubo de cristal y dio unos suaves golpecitos en él para atraer la atención de Bruce.

Las vibraciones de aquel llamado viajaron por el agua hasta atraer la atención del tritón. Se giró sorprendido y lo vio, a aquel titán del laboratorio, pensó que tal vez aquel debía ser su nuevo dueño.

Cuidadosamente se acercó hasta la orilla y le miro un momento con franco interés antes de decidir su nuevo dueño no le importaba, seguramente pronto tendría otro nuevo y después otro, aunque le agradaba la cristalina agua en la que se encontraba y le recordaba a su hogar.

Miró lo que el otro llevaba y torció los labios al ver demasiado... verde, nada similar a lo que solía consumir, así que con algo de desdén se dio la media vuelta, nadando para alejarse del otro y hundirse en el fondo de aquella pecera. Se hizo un ovillo y se quedó inmóvil ahí.


Hubiera sido mejor encontrar la paz como las otras criaturas, era más sencillo.

Clark miró el plato que había servido. Tomando en cuenta la dieta usual de los peces y las cosas que Arthur solía comer, había pensadoo que sería una buena idea presentarle un plato que tuviera en su mayor parte vegetales, hojas marinas y cosas similares.

Cuando Bruce había mostrado interés, su corazón había latido con emoción. Lo único que deseaba era hacer feliz a aquel ser. No se trataba de su complejo de héroe, realmente quería hacer algo para lograr que Bruce olvidará su encierro.

— ¿Hay algo mal con la comida?... —Su pregunta no llegó hacia nadie porque Bruce ya se había retirado al fondo del tanque. Clark tomó un par de acelgas de la charola, dejó el resto en el suelo y entró de nuevo al agua. Como ahora el espacio era mayor, confiaba en que Bruce no reaccionaria de manera tan salvaje. Nadó hasta el tritón y le puso una mano en el hombro.

El otro reacciono con violencia golpeándole con la cola, se alejó un poco y lo miró peligrosamente antes de ver su mano con las acelgas lo que provoco, que además de todo, torciera los labios y se cruzara de brazos. Desvió la mirada ofendido de que quisieran alimentarlo con aquello... no era plancton. Miro a Clark de pies a cabeza, pero el movimiento de la capa roja en el a gua le hizo quedarse muy quieto y acercarse lentamente, tocando el material, haciéndolo sonreír, comenzó a nadar de un lado a otro pasando por debajo y arriba de la capa, envolviéndose y riéndose un poco cuando la capa se había enredado en su cola.

Nunca había visto un color tan bonito como aquel, y que se moviera de esa manera. Se separó de Clark y volvió a mirarlo, comenzando a nadar alrededor de él, y después se detuvo para señalar sus vendajes, cuestionando al otro sobre ellos.

La SirenitaWhere stories live. Discover now